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CAPÍTULO DIECINUEVE

Poché permaneció en el jardín por mucho tiempo

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Poché permaneció en el jardín por mucho tiempo. Sorprendida por la amplitud de la zona y su hermosura. Tomarse un momento para ella y poder disfrutar de ello la hizo sentir bien.

Sus pasos la guiaron hasta llegar a una caseta de madera. Era moderna y estaba bien pintada. Supuso que era una especie de refugio para la castaña. Aunque su parte interna le ordenó que se marchara y le recordó que era malo husmear en la vida privada otros, otra parte de ella la impulsò a seguir. Tal vez había una salida en ése lugar. Saberlo podía suponer un factor sumamente importante para su huída.

Trató de abrir la puerta, pero alguien detuvo su mano de inmediato logrando que se sobresaltara. Esperó encontrarse a la castaña o a Anne, pero no fue ninguno de los dos sino Ramiro. Y tembloroso suspiro salió de la pelinegra.

- No puede entrar aquí...

- ...yo solo...

- Es tarde, creo que debería entrar.

Poché asintió y tras susurra un "buenas noches" salió del lugar de regreso al interior de la mansión.

Aún le temblaba el cuerpo. No tenía idea de lo que había al otro lado de la puerta, pero, recordando la expresión de Ramiro, algo en su interior le decía que, existía algo más que un refugio al otro lado. Algo que para la castaña tal vez era sumamente importante o...tal vez una escapatoria.

Poché entró en la habitación dispuesta a darse una ducha y acostarse. Tenía mucho en mente. Cada vez se aproximaba más la fecha de graduación. También estaba la investigación que ni siquiera había logrado iniciar.

- ¿Y...todas mis cosas? - preguntó en cuanto entró a la habitación. Revisó el armario y demás. No había nada y por un momento esperó que no se tratara de algo que le hiciera enfrentarse a la furia de la psicópata.

Salió de la habitación dispuesta a preguntarle a Anne; pero se encontró con la castaña a lo largo del pasillo, quien la sonrió felizmente.

"¿Y ahora qué le pasa a esa loca?"

Poché tragó saliva con fuerzas mientras veía los pasos de la castaña acercarse. Se cuestionó por un momento si debía preocuparse ante el hecho de que estuviera sonriendo. No siempre sonreía; a menos que hubiera una razón oculta. Poché tembló y dio un casi invisible paso hacia atrás. Asustada.

- ¿Disfrutaste del jardín? - interrogó Calle mirando fijamente a la baja, quien tragó saliva a duras penas.

- Amm...así es, joven ama.

- Puedes llamarme Calle. Curiosamente me gusta cuando me llamas así. Por lo que te ordeno que me llames así.

La pelinegra sintió que se había perdido algo durante su paseo por el enorme jardín, y no podía descifrar si era bueno o no. Aunque si tuviera que elegir, estaba segura de que nada bueno iba a ser.

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