11. Besos dibujados

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Jungeun pasó el resto de la tarde ayudando a Hyunjin con su tarea mientras Heejin visitaba la casa de sus padres.

Dedicó unas cuantas horas a su trabajo en la galería, conversando con proveedores y cuando la noche aterrizó, su mente se ocupó totalmente de Jinsol.

Se fue a la cama, pero no pudo dormir. En su lugar sintió un impulso que hace mucho tiempo no habitaba en su cuerpo: ganas de dibujar. Tomó su cuaderno de bocetos que no había sacado del cajón desde hace años y lo abrió. Comenzó con trazos simples, sin ningún sentido, pero con toda la intención de desahogarse. Se permitió cerrar los ojos mientras su mano se movía como si tuviera vida propia. Los abrió nuevamente rellenando pequeñas secciones del papel. Sonrió pero su sonrisa fue apartada cuando descubrió que había hecho. O mejor dicho, a quien había hecho.

Jinsol.

Miró su cuaderno: era ella, a quien inconscientemente había dibujado, cada detalle de su rostro estaba trazado a la perfección. Tampoco la sorprendió, no cuando todo en su cabeza era Jinsol.

Su mirada se enfocó específicamente en cierta parte del dibujo, sus labios.

Tal vez era una excelente artista pero sabía que la delicia de su boca no era producto de su talento, sino de la belleza de la mayor.

Cerró con fuerza el cuaderno y apagó la luz. Logró dormir pero no descanso, y a la mañana siguiendo despertó extrañada de una enorme energía en su cuerpo. Encontró una nota de Heejin informándole que había recogido a Hyunjin y estaban en casa de sus padres por lo que era probable que volviera por la tarde. Quiso hacer su rutina como cualquier domingo, pero el pensamiento de la azabache era demasiado fuerte. Tomó sus llaves y se dirigió a su edificio.

Eran cerca de las 10 de la mañana de un domingo, era una locura visitarla, pero fue aún más loco lo que hizo tan pronto la más alta abrió la puerta.

No tuvo oportunidad de saludarla cuando Lippu atacó su boca. Fue un simple choque de labios pero había sido lo suficiente para confundir a la mayor.

Jungeun logró notar una ligera sonrisa por parte de Jinsol cuando se separó, aumentando su felicidad. Pero ésta le fue arrebatada cuando adentró su mirada al departamento, descubriendo que Jinsol no estaba sola.

- ¿Jinsol?

Escuchó el estúpido acento del japonés y cerró los ojos, tratando de no escupir fuego del enojo.

- Disculpa, pésimo momento - se despidió dándose la vuelta.

Sin embargo, no desapareció, no podía hacerlo cuando sabía el mar de llanto en el que se convertiría Jinsol al estar con aquel perverso hombre.

Luego de unos minutos, la puerta se abrió, el profesor se marchó en silencio y la azabache observó su partida alejarse por el elevador. Entonces su mirada se giró hacia la esquina del corredor.

Con inocencia y llena de vergüenza, Jungeun caminó hacia ella, quedando frente a la más alta en silencio.

- ¿Por qué me besaste? - disparó, cruzando los brazos al recargarse en el margen de la entrada.

Jungeun culpable bajó la mirada - No lo sé... No encuentro una respuesta para ninguna pregunta - suspiró, atreviéndose a mirarla - Lo único que sé, es que desde que te ví, no puedo dejar de pensar en tí.

Su voz era falsa, sus palabras no. No importaba estar vestida de hombre, pues no era un personaje el que estaba hablando, sino una mujer descubriendo nuevos sentimientos. Su mejor amiga.

La mayor respiró profundamente - Pasa.

Sorprendida por sus repentinas palabras, pasó junto a la azabache adentrándose al apartamento - Gracias.

El novio de mi mejor amigaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora