4. Naranja

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No va a funcionar. 

Jinsol estaba sentada en la mesa junto al gran ventanal, con algún libro anónimo sobre sus manos y su típico café esperando por ella. 

Se veía hermosa, pero Jungeun aun no lo sabía.

El reloj en su muñeca marcó las cinco y con pereza cerró el libro, prometiendo volver lo más pronto posible para descubrir aquel inquietante final. 

Jungeun se encontraba a las afueras del lugar, observándola en todo momento. Llevaba al rededor de 40 minutos parada ahí sin realizar ninguna clase de movimiento. Lo había estudiado:  entraría al lugar y al sonar la campanilla llamaría la atención de su mejor amiga, entonces realizaría sus mejores moviemientos, aplicando aquella forma de caminar que tanto practicó y la conquistaría de inmediato con su loción a naranja que conocía, era su favorita. 

Sin embargo, en la práctica y la prueba había una enorme brecha, pues tan pronto llegó, quedo paralizada, aterrada por el miedo. Miró su reflejo por el ventanal, intentando no reconocerse, pero le fue imposible. 

Se rindió y se dijo a sí misma que era patético y no funcionaría. Así que apretando los puños, dio la vuelta, dispuesta a marcharse. Ahorrándose la vergüenza y la confusión de su mejor amiga. 

Jinsol no se merecía ser engañada tan pateticamente, era incómodo y la hacía sentirse de la peor manera. Pero entonces recordó que si de algo estaba segura, era que definitivamente Jinsol no se merecía a una persona como Dai. 

Su mente tomó fortaleza, recordando cada lágrima derramada por su mejor amiga, noches de desvelo consolandola y recuerdos de su juventud donde felices corrían después de clases. No estaba dispuesta a perderla y no se rendiría tan fácilmente. 

- ¿Cómo carajos no va a funcionar? - con coraje frunció el seño y se volteó nuevamente dispuesta a entrar a la biblioteca. Pero antes de terminar aquella la frase, chocó con alguien, derramando toda la bebida ardiente encima de ella. 

- Mierda - exclamó la azabache, intentando separar lo más posible su blusa de su piel. 

- Perdóname, perdóname perdón... - tosió, recordando su papel - Perdón - agravó su voz, sintiéndose ridícula por hacerlo. 

Para su fortuna, Jinsol no notó su voz al estar tan concentrada en no sufrir una quemadura de segundo grado. 

- Está bien, solo ten más cuidado. 

Finalmente la miró. 

El rostro de Jungeun estaba en su totalidad cubierto por preocupación. Jinsol alzó la ceja ante el detalle pero no le tomó demasiada importancia. 

- Por favor perdóname - se quitó el saco quedando únicamente en aquella camiseta de cuello color crema y pantalones con un ligero toque verde - Ten, usa esto, adentro hay un baño donde puedes cambiarte. 

- Estoy bien - respondio sin tomar la prenda ofrecida - No pasa nada. 

- De verdad, arruiné tu blusa y puedes quemarte, además - se interrumpió a sí misma al intentar decir que llegaría tarde a la junta de padres programada - Insisto - la azabache finalmente tomó la prenda. 

- De acuerdo, gracias. 

Sin mirarla de vuelta, se dirigió al baño. Jungeun estaba nerviosa, ansiosa por no saber que responder y sintiéndose culpable de todo crimen. 

- Hola - de su voz salió un desentono vergonzoso que la hizo carraspear. 

- Oh, sigues así - respondió en voz baja sin ninguna intención. 

El novio de mi mejor amigaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora