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Desde que era niño Mirio había sentido fascinación por el espacio, las constelaciones y sus misterios le encantaban, se pasaba horas en el patio trasero de su casa, acampando y mirando através del telescopio que su padre le había regalado por su cumpleaños, así que para nadie fue extraño que el chico decidiera estudiar Astrofísica.
Ahora siendo un adulto su curiosidad por el espacio había crecido en especia al pensar en la posibilidad de en encontrar alguna forma de vida en algún planeta a cientos de años luz de distancia, se preguntaba cómo serían esas formas de vida, si se parecerían a los humanos o más bien a aquellas cosas que el cine solía mostrar.
Esa noche se encontraba en aquel laboratorio que había quedado a su cargo, revisando la trayectoria de algunos asteroides que pasarían cerca de la tierra en los próximos días, todo parecía estar bien, ninguno representaba una amenaza para la humanidad.
Con curiosidad miró la pantalla donde se mostraba la trayectoria de aquellos cuerpos, uno parecía estarse desviando de la trayectoria del resto, pero era pequeño así que no se preocupó por él.
Unos días después el evento llegó, Mirio se preparó para ver el espectáculo, con su telescopio a la mano, un par de mantas y unas cervezas a su lado se acomodo para acampar a mitad del bosque listo para disfrutar del evento.
Aquellos cuerpos comenzaron a verse pasar, Togata tomó asiento, abrió una de las cervezas y miró al cielo, de pronto algo se desprendió y comenzó a cambiar su trayectoria, como si se dirigiera a la Tierra, agitó la cabeza como pensando que eso sería imposible, pero el objeto se veía cada vez más cerca.
En algún punto Mirio comenzó a sentir miedo y emoción en partes iguales, era claro que aquella cosa se dirigía a su posición y mientras más cerca estaba más nítida se volvía la imagen de lo que era, una nave y no como aquellos ovnis de televisión donde se ve plano y redondo como, esta nave era más parecido a un caza, la nave se detuvo a unos veinte metros de su posición, no estaba seguro de que un caza pudiera mantenerse estático en el aire, además no producía nada de ruido.
Lentamente aterrizó y una compuerta se abrió en el lateral y una figura salió de ella, Mirio no supo en qué momento comenzó a caminar en su dirección, se detuvo a unos cinco metros de la figura, la cual dio un par de pasos hacia atrás.
Ninguno se movió por un par de minutos, entonces la criatura levantó sus manos, que se veían muy humanas, bajo la capucha de su banca capa, lo que Mirio vió lo dejó con la boca abierta.
Era un chico que parecía tener su edad, sus orejas eran puntiagudas, su cabello de color azul oscuro y en su rostro de faccioones delicadas unos lentes de color lila y media un par de centímetros menos que él, era hermoso.
El rubio dio un paso al frente y el contrario levantó el brazo, en su mano sus dedos se convirtieron en tentáculos.
ーNo te haré daño ーdijo Mirio mientras mostraba sus palmas.
El peliazul ladeo la cabeza, abrió la boca y una serie de sonidos ininteligibles salieron de ella, Mirio frunció el ceño y movió la cabeza de un lado a otro.
ーNo te entiendo y es obvio que tú tampoco lograrás entenderme.
El más bajo sacó un collar de su cinturón, de él colgaba una clase artefacto parecido a un zafiro del tamaño de la palma de su mano, cada que lo tocaba la piedra se iluminaba en donde su dedos habían estado, después emitió una luz algo intensa y dejó que colgara sobre su pecho.
ー¿Ahora puedes entenderme? ーpreguntó con voz nerviosa.
ー¡Sí! ーexclamó emocionado Togata ーes genial mi nombre es Togata Mirio, ¿cuál es el tuyo?.
ーAmajiki Tamaki.
El resto de la noche se dedicaron a resolver dudas sobre sus comunidades, tradiciones, tecnología y cualquier cosa que les viniera a la mente.
Cuando Mirio decidió estudiar el espacio, ni en sus más locos sueños se imaginó que conocería una forma de vida tan interesante como lo era Tamaki, pero agradecía que así fuera.
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