Bath time

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A pesar de tener sus propias duchas en el gimnasio, Kuroo y Bokuto habían adoptado la costumbre de ir a los baños públicos del campus después del entrenamiento. Se habían reencontrado ahí la primera semana del primer semestre y ahora lo trataban con una formalidad casi sagrada. Comentaban cosas sobre ser la experiencia universitaria por excelencia; la forma en que las semillas plantadas en su época de preparatoria habían florecido hermosamente en una amistad predestinada. Ahora eran inseparables, y ambos estaban de acuerdo que el motivo principal era gracias a las conversaciones aleatorias que habían surgido en los maravillosos baños públicos. Objetara o no Akaashi, no podía negar que eran tan unidos como uña y mugre; la jalea y la mantequilla de maní; un par de idiotas entrañables que compartían neurona.

Naturalmente, no había ido hasta ahora. Las insistencias de Bokuto desde que inició su primer ciclo en la universidad habían sido tan variadas como poco sutiles, pero consideraba el acto algo muy del dúo neuronal como para colarse ahí. También era cierto que no soportaba la idea de bañarse con otras personas, por mucho que uno de esos individuos se tratase de su novio.

Aun así, ahí estaba. Los baños públicos quedaban al lado de los edificios de los dormitorios. Llevaba colgada al hombro la mochila de Bokuto que el azar había intercambiado por la suya. No estaría haciendo esto si no tuviera una clase importante en media hora, a pocos días de su primer parcial. Tenía las guías hechas, representando un cuarto de su calificación. Ver si los profesores universitarios aceptaban tareas atrasadas no era un experimento que quisiera verificar pronto.

Marco su propio número con el teléfono de Bokuto por tercera vez, y por tercera vez el tono repico hasta que la línea se cortó. Suspiro resignado mientras entraba por fin al templo de la amistad de Kuroo y Bokuto.

El lugar era como se lo imagino: un baño gigante. Se dividían en varias habitaciones, de las cuales todas estaban vacías excepto una alejada a la izquierda. Los murmullos de las pláticas se iban haciendo más fuertes conforme se acercaba, al igual que el olor a jabón. Se asomó por la puerta al llegar a ella, franqueando la cortina que simulaba privacidad mientras escaneaba la habitación en busca de un cabello gris con raíces oscuras. Como en todos los entornos de su vida, ubicar a Bokuto era fácil. Estaba de espaldas a la entrada, enjabonándose los hombros; a su lado Kuroo le decía algo que los hizo reír a los dos.

Además de ellos, había al menos 4 personas dispersadas por la habitación, ocupándose de sus asuntos. El cuarto se dividía en al menos 12 estaciones con un generoso espacio entre una y otra; cada una tenía un cubo, una silla plástica, una regadera y entre otros utensilios dispuestos para la cuestión. La pared y el suelo estaban cubiertos de inmaculada cerámica blanca. Kuroo y Bokuto eran los más cercanos a la salida. Akaashi siseo el nombre de Bokuto lo suficientemente fuerte para hacer que girara la cabeza. Al reconocerlo, sus ojos centellearon de emoción, parándose enseguida para ir a su encuentro.

Lo primero que notó fue la toalla de baño atada a la cintura de Bokuto, que en otra persona podría ser de tamaño normal pero en él se veía pequeña. Akaashi olvido como respirar momentáneamente.

– ¡Akaashi, finalmente viniste! – Bokuto se sacó el jabón restante de sus manos en la toalla, haciéndola bajar un poco.

– T...traje tu mochila. – Balbuceo, concentrado en la forma en la que los músculos de sus hombros sobresalían por la espuma. De repente era muy difícil hilar pensamientos – La tome por error. Vine por la mía.

– Ah, claro – Bokuto asintió – Esta en el vestidor. Sígueme.

Akaashi obedeció por inercia. Las piernas de Bokuto retenían todas sus labores motrices, solo pudiendo admirarlas. Podría escribir himnos religiosos sobre sus brazos, goteando agua y aliviados después de un duro entrenamiento ¿De su espalda? Novelas enteras. Las musas artísticas agobiaban a Akaashi. Había visto a Bokuto sin camisa antes, miles de veces. Recién bañado también ¿En medio de un baño y enjabonado? Nunca. Para su cerebro era una novedad que producía...

No, debía enfocarse. Clases, Akaashi: la guía, el parcial.

Llegaron al vestidor y Akaashi comprobó que se había llevado la mochila equivocada. Se rio del desliz y se la tendió; Akaashi le devolvió la suya a su vez. Se miraron por un momento. Los ojos amarillos perforaron los suyos, mientras observaba el movimiento del cuerpo ajeno. Una gota traicionera que nació en su cuello inicio un extenso e ininterrumpido recorrido por su pecho, su abdomen y cayó en la toalla minúscula que hacía al corazón de Akaashi bombear incontrolable. Abortar. Territorio peligroso. Volvió a los ojos, que lo cuestionaban divertidos.

– ¿Ves? No es nada del otro mundo – Señalo Bokuto, poniendo en marcha a su mente de nuevo – Puedes venir la próxima vez.

– Tal vez lo haga.

Y es que Akaashi no soportaba la idea de bañarse con un montón de extraños; hasta las piscinas eran algo que evitó con frecuencia, incluso de niño. Dentro de todos esos contras que pensó a lo largo de los años, se sobreponía un pro: Bokuto desnudo. Y era una ventaja más tentadora de lo que estaba dispuesto admitir.

Flufftober - Haikyuu! (Bokuaka)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora