¿Qué tan lejos puede llegar alguien por amor? ¿Que estaría dispuesta a sacrificar una persona para ayudar a quien considera su alma gemela? Aun si eso implica realizar ciertas acciones no convenientes para sí misma, aun si eso hace que termine cayen...
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—Tarde. —una sombra hablaba desde la sala de estar.
Su madre era una mujer bastante estricta en cuanto a las horas de llegada, pues decía que si una mujer llegaba después de las 10:00 p.m. era considerada una cualquiera. Tal vez en ese caso no lo sería, pues como una chica de tan solo catorce años sería una cualquiera, ¿cierto?
—Lo sé... lo siento estaba ocupada haciendo un tra-
—Oh querida, no me interesa en lo que estabas desperdiciando tu tiempo, llegaste tarde, abstente a las consecuencias. —la calló con un tono de superioridad, levantándose y acercándose a ella a paso lento.
—Madre, no volverá a pasar por favor... —suplicaba en voz baja, desesperada, como si fuese la última opción que le quedaba.—Por fav-
Un golpe resonó en todo el lugar, seguido de un estruendoso grito.
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Era de mañana, no estaba segura de si había clases o no pero prefería no saberlo hasta que su alarma sonase, la cuestión es, que jamás sonó. Se levantó preocupada por haberse quedado dormida o por haber desactivado la alarma en uno de esos días y que se haya olvidado de ello. Se vistió a las prisas y salió corriendo de su habitación para encontrarse con su madre preparando tranquilamente el desayuno.
—¡Mija! Aquí está el desayu- ¿por qué llevas puesto el uniforme de la escuela? —le cuestionó su mamá mientras se burlaba de ella en voz baja.
—Se me hace tarde para la escuela. —se detuvo—¿No? —preguntó confundida mientras agarraba algo de desayuno de la mesa.
—Luz... hoy no tienes clases.
Su madre comenzó a burlarse de ella, imitándola y riéndose de la notable confusión en el rostro de su hija.
La morena salió corriendo a su habitación a cambiarse lo más rápido que pudo y repetirse en su mente que era una estúpida, ella sabía que si su alarma no había sonado era por algo.
