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Domingo / Lunes

Se despertó desorientado, no recordaba nada luego del decimo vaso, tendrá que pedirle un recordatorio a Kyojuro sobre el día anterior. Sacudió la cabeza, abrió los ojos y miro alrededor, ese no era el color de las paredes de su habitación, ni esa su ventana, ni ese su armario, mucho menos sus cobijas.

-Buenos días – saludo vacilante al verlo despierto.

-Giyuu, buenos días – saludo más tranquilo. Ahora sabía que no estaba en peligro

-Qué bueno que despertaste – se acerco y se sentó en la orilla de la cama – Tu papá vino por ti, me dijo que el mensaje que le enviaste no se entendía nada. Ya le aclare la situación.

-Se burlara de mí por un buen tiempo.

-Lo vi un poco molesto – acerco sus rostros – Espero que no estés en problemas.

-Yo también – le siguió sin despegar los ojos de su mirada –... ¿Te he dicho que tus ojos son divinos? – dijo al aire, perdido en el azul de las iris ajenas.

Giyuu tuvo un choque de emociones en ese momento. Su interior gritaba de felicidad y al mismo tiempo se sumergía en el profundo mar de la vergüenza. Negó sonrojado y el corazón se le acelero a mil por segundo en el momento que el de cabello claro lo abrazo.

-S-Sabito...

-Nos vemos Giyuu – lo soltó, se levantó y tomo sus cosas antes de salir sin atreverse a mirarlo.

°°°

El mayor estaciono el auto frente el local. Sabito agradeció y prometió volver a casa antes de la comida, su padre solo suspiro y lo vio entrar al lugar. A pesar de que quería evitar a como dé lugar la presencia de su enemiga y amiga Shinobu, estaba obligado a asistir a ese restaurante, actualmente testigo de su mayor problema.

Recargo la barbilla sobre su palma y la miro cansado de su risa, aunque en el fondo no se quejaba.

-No puedo creer que hayas hecho eso Sabito-san – se burlo la sonriente chica de poca estatura.

-Ni yo – admitió – Por cierto, ¿Por qué no fuiste a la fiesta de Tengen ayer?

-Mi hermana tuvo que hacer una entrega en la boda de otra de sus amigas y nos quedamos.

-¿Te divertiste?

-Algo, me hacía falta alguien a quien molestar – bromeo y ambos rieron.

Hubo un largo y cómodo silencio. La menor miro curiosa a su acompañante, con la cabeza recargada en su mano mientras mezclaba su café.

-Sabito-san – llamo su atención - ¿Alguna vez intentaste declararte a Tomioka-san?

-Sí.

-¿Sí?

-Sí – reafirmo – Fue en la secundaria, pero no funciono.

-Ara ara – cruzo los brazos sobre la mesa y lo miro interesada – Cuéntame.

-Es una larga historia.

-Tenemos todo el día – Sabito dudo, pero le contó todo después de pensarlo por casi media hora –... ¿Qué paso después?

-Lo convencí de que me refería a que fuéramos mejores amigos.

-Estabas tan cerca – dijo en un suspiro - Cambiando de tema, supe que pasaste la noche en el apartamento de Tomioka-san – levanto y bajo ambas cejas.

-No es lo que piensas – sacudió una mano cubriendo su sonrojo – Tome mucho y...

-¿Eres alcohólico? No lo sabía.

Conquistando CorazonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora