3._Entre los muros

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Goten y Trunks habían decidido compartir un departamento en la Capital del Oeste, para independizarse un poco de sus padres y poder vivir en paz esa relación que sostenían desde niños. Siempre estuvieron juntos. Crecieron casi como hermanos, pero no eran hermanos. Entre los dos surgió una conexión muy especial, única en verdad, mas tenía que permanecer en la clandestinidad. A sus familias los escandalizaria y no los perdonarían por su comportamiento. Siempre pudieron disfrazar todo de una muy unida y blanca amistad que no estuvo libre de una alguna sospecha de parte de sus amigos y parientes más perspicaces, mas fuera de eso nada. Sabían disimular muy bien.

Esa noche Trunks salió y Goten se quedó en el departamento estudiando para un examen. Nunca fue muy bueno con los estudios y su madre pareció ser la primera en notarlo, pensaba él. Es que a diferencia de su hermano Gohan, Milk a él nunca le exigió demasiado. Por supuesto lo ponía a estudiar y le regañaba si no obtenía buenas calificaciones, pero nunca al nivel que lo hacia con su hermano. Su padre con él tampoco nunca entreno o le compartió técnicas o lo llevó a luchar. En toda pelea que se involucró lo hizo por voluntad propia o siguiendo a Trunks. Siempre seguía a Trunks. Le alegraba que en esa oportunidad fuera diferente y fuera el heredero de Corporación Cápsula quién lo secundara a él. Pensando en eso se le dibujo una sonrisa que un golpe en la pared desvaneció.

Fue un golpe fuerte que incluso sacudió un cuadro que pendía de la pared. El paisaje costero se quedó balanceado un momento y Goten no le quitó los ojos de encima hasta que se detuvo. Ignoró el asunto y regreso a sus problemas de álgebra. Sobre el escritorio tenía un paquete de papas fritas, en el que metía la mano de vez en cuando para saborear un bocadillo. El reloj en la pared llenaba el ambiente con el sonido de sus manillas mientras Goten se perdía entre números y letras. Eran casi las once de la noche y el chico terminó con sus papas, por lo que hizo del envoltorio una bolita que arrojo al papelero, pero no acertó. Un poco fastidiado se inclinó para levantar la bolita de papel y justo al levantarse volvió a oír ese golpe en la pared. El cuadro cayó sobre el escritorio justo después. Trozos de cristal quedaron esparcidos sobre la mesa y el paisaje costero terminó roto también.

Goten se levantó para ir a ver que sucedía en el otro cuarto, pero antes de llegar a la puerta, la luz comenzó a parpadear y súbitamente se apagó. Con  la linterna de su celular fue hasta el interruptor para intentar encender la luz otra vez, pero aquello no sucedió. Molesto regreso a su escritorio para levantar su cuaderno y libro e ir a estudiar a la sala. Un nuevo golpe en el muro lo hizo salir corriendo a la habitación contigua. Cuando el muchacho abrió la puerta, encendió una lámpara y escuchó algo escabullirse hacia un rincón. No vio nada. La habitación estaba ordenada y vacía salvó por las máquinas de ejercicio que guardaban allí. Dejando su material de estudio en una silla, Goten fue hasta la pared que separaba ese cuarto del suyo y puso una mano sobre ella, como si hubiera querido corroborar que no había nada anormal. Caminó hacia la ventana, sin quitar la mano del muro, dando un paso a la vez. Después pegó su oído al concreto. Ese edificio era muy viejo, las paredes eran gruesas. En su interior había grandes tuberías que llevaban el agua a toda la casa y también el sistema de calefacción de caldera. Solo esos ruidos oyó Goten, quién más conforme se fue hasta la sala para seguir sus estudios.

Era casi media noche y Goten estaba comenzando a ceder al sueño. A ratos sus ojos se cerraban y la cabeza le quedaba colgando sobre su pecho de forma indolente. Empezó a soñar en una de esas oportunidades. Una difusa imagen se formaba ante su vista. Lograba ver a Trunks sonriendo de una forma hermosa. Tenía el torso desnudo, su ropa desgarrada como si hubiera estado luchando. Lo estaba viendo a él, por eso sonreía, pero cuando miró algo a sus pies los ojos de Trunks se llenaron de lágrimas por lo que se cubrió el rostro con las manos, ensuciandose de sangre. Un ruido en la cocina lo hizo pararse de su asiento como de un salto. Bastante aturdido por su oscuro sueño y el abrupto despertar, frotó su rostro con ambas manos y luego bostezo. Miró a la cocina, pero no vio algo extraño ahí. Para despertar del todo fue hasta el baño pensando en darse una ducha, aunque terminó solo lavandose la cara. Estaba cansado y quería comer algo antes de irse a dormir. Se seco el rostro con la toalla de mano y al ver su reflejo en el pequeño espejo, sobre el lavado, se quedó mirando su semblante. Estaba algo pálido.

Octubre SangrientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora