6._Llevame a la luna

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La mujer tenía las manos y las piernas atadas a la mesa de operaciones. Las rugosas cuerdas se habían incrustados en la piel de la muchacha y esta había adquirido un tono carmesí bajo las ataduras. Mientras más se retorcía más se iban metiendo en su carne. Cortaban de forma fina y dolorosa, pero a ella no le importaba. Estaba desesperada por soltarse antes de que ese hombre regresará. No tuvo tiempo para huir. La puerta se abrió y lo primero que vio fue su cabello asomándose como la aleta de un tiburón en el océano. A ese peinado alto siguió el rostro insensible del hombre que conoció a través de una aplicación. Cómo iba a sospechar que un sujeto de tan perfecto aspecto podía esconder tan atroz ocupación.

-Por favor... déjame ir- suplicó de forma patética con el rostro lleno de lágrimas. La respuesta que recibió fue una caricia en su mejilla- No voy a decirle a nadie. Lo prometo. Tengo un hijo pequeño...insistió con una voz cortada.

-Lo sé. Muchas veces me hablaste de él.

-Whiss, por favor...-logró decir antes de que el llanto le hiciera imposible seguir hablando.

Aquel sujeto tan alto que su cabello casi tocaba el techo de ese sótano, la miró con una cuota mezquina de algo parecido a la compasión, pero que no llegó a ser tal. Se apartó de la mesa y fue por un taladro sobre el estante. Era un taladro cualquiera. De esos que todo el mundo tiene para hacer arreglos en casa. Lo encendió y la broca comenzó a girar aumentando la angustia de la mujer.

-Es momento de comenzar-le dijo mientras le tomaba por la barbilla, para obligarla a tener el rostro hacia el techo- Ustedes tienen algo malo y quiero descubrir que es para repararlo.

-¡No hay nada de malo en mí! ¡El roto eres tú!- le gritó la mujer luchando por apartar su rostro del taladro que estaba suspendido sobre su frente.

-¿Pero qué cosas dices? Mírame, yo soy perfecto. Son ustedes las que están mal. De lo contrario las podría amar, pero soy incapaz de hacerlo- le respondió...

-¡No! ¡No! ¡Por favor!-gritó la mujer tan aterrada que hasta se orino sobre aquella mesa con sangre seca y otros fluidos.

Mientras la orina caía el piso y su voz se iba tornando ronca hasta simplemente desaparecer en un chillido como el de un cerdo, el taladro fue atravesando la piel, la escasa carne de la frente y el hueso que que soltó un olor como a cacho quemado. Sangre brotó del orificio. Un poco de ella salpicó el rostro de Whiss, que con repugnancia detuvo su operación para limpiarse. Después de eso continúo con aquella faena que se le había vuelto rutina los últimos tres años.

La mujer murió casi media hora después de la primera incisión. Para entonces su cráneo estaba totalmente abierto y su cerebro estaba siendo pesado por Whiss. Anotó el peso y continúo extrayendo partes del aquel cuerpo.

Esa misma noche estaba en la cocina descuartizando un pollo de forma tan meticulosa, que parecía un acto ceremonioso. Las vísceras, la piel, los huesos,
todo lo retiraba con cuidado y lo iba poniendo en un tiesto blanco. Era parecido a lo que hacía con las mujeres que llevaba a su casa. Cuando terminó se lavó las manos y los brazos hasta los codos. Se seco con toallas de papel, las tiro a la basura y luego tomó la oscura bolsa para ir a tirarla al contenedor. Al salir miró sobre la cerca a su vecina Bulma, que estaba sentada en la terraza. La mujer era muy hermosa. Estaba casada y tenía dos hijos, pero seguía teniendo una figura envidiable.

-Buenas noches, Whiss-le dijo la mujer, bajando la revista que estaba leyendo.

-Buenas noches señora Bulma ¿Cómo está?-le contestó mientras cerraba el contenedor.

No era extraño que la mujer le hablara. Era obvio para Whiss, que él le interesaba. Pasaba demasiado tiempo sola y necesitaba el calor de un hombre o algo así, a él no le importaba. Whiss no podía amar a las mujeres. Ni siquiera desearlas. Sin embargo, como se le había hecho costumbre, coqueteaba un poco con ella. Lo ayudaba a no perder la práctica y así embaucar rápido, a las incautas solitarias en páginas de citas.

Octubre SangrientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora