7._Muñeca

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Ser hijo único tiene sus ventajas y desventajas. Una desventaja es que tienes que jugar tú solo y Maron sabía mucho de eso. Sus horas las pasaba en el patio o en la sala inventando juegos con sus muñecas. Por eso no le pareció extraño, a su madre, que se encariñara tanto con una de ellas a la que llamó Lili. Fue un obsequio que recibió en su pasado cumpleaños. Algunos le decían que no era bueno que la niña reemplazará amigos con juguetes, pero Dieciocho no veía nada de malo en eso. Incluso le hacia todo más fácil. Por supuesto que ella quería mucho a Maron, pero en ocasiones muchas actividades de la niña la fastidiaban. No tenía mucha paciencia para con los niños y para nadie en general. Sin embargo, disfrutaba pasar tiempo con la niña. Verla jugar la complacía.

Una tarde en la que Maron tomaba una siesta en el sofá y su madre leía en el sillón, la mujer vio caer el florero en la mesa de café. El agua se deslizó a la alfombra por la superficie de cristal. Las flores quedaron tumbadas y el recipiente rodó,
pero no llegó a caer al piso. Dieciocho miró a la ventana. Una brisa se colaba entre las cortinas, de blanco tul, que se mecían como la capa de un fantasma proyectando una sombra como humo,sobre el pulido piso. La mujer acomodó un mechón de su rubia melena tras la oreja y volvió a su lectura, conforme con que aquel incidente se debió al viento.

Casi media hora después un cuadro cayó de la pared,
apartando a Dieciocho, bruscamente, de su lectura. Con fastidio fue a levantar la pintura y regreso a su sillón, pero al hacerlo observó la muñeca que su  hija dejó sentada en el brazo del sofá dónde dormía. Era como todas las demás. Un juguete de trapo, pero muy bien hecho que representaba a una niña de unos doce años. Su cabello de lana era amarillo y su vestido blanco. Los ojos eran como dos pepitas negras y la boca una curva de puntadas hecha con hilo rojo. Le habían coloreado las mejillas con un suave color rosa. Era una muñeca bonita,pero que le causó desagrado mirar. La tomó y con desdén la tiró al otro sillón. Aprovecho de limpiar la mesa de café, levantar las flores y secar un poco la alfombra antes de retomar su lectura. Cuando estaba por volver a sentarse, la muñeca cayó al piso quedando de cara contra la alfombra. Dieciocho fue a levantarla descubriendo que tenía un pequeño cordón en la espalda, bajo el listón que decoraba el vestido. Sino mal recordaba la caja de voz estaba descompuesta desde que llevaron la muñeca a casa. Nunca sonó. Sin interés por el jugué lo devolvió a su lugar. Se acostó en el sillón dejando las piernas colgando de un brazo y media espalda colgando del otro brazo del mueble de color verde. El viento que entraba por la ventana, el silencio de aquella casa y un súbito cansancio, sumergieron a la mujer en un sueño profundo.

Tiempo después un murmullo lejano comenzó a aproximarse y el hipnótico canto que brotó de entre las tinieblas,comenzó a tomar palabras claras y fuertes:

"Maron tenía un corderito, un corderito, un corderito.
Maron tenía un corderito, un corderito si.
Y que a dónde quiera que iba Maron, que iba Maron, que iba Maron...
Y adonde quiera que iba Maron, su madre iba También...
Un día Maron se fue al cielo, se fue al cielo, se fue al cielo.
Un día Maron se fue al cielo y allá iba su madre también...

La canción comenzó oyendose en la voz de una niña, pero al llegar a los versos finales se escuchaba como la voz gutural de un hombre con matices de animal. No veía de dónde provenía la voz, pero Dieciocho sentía que algo gateaba sobre ella, en la oscuridad. Era incapaz de moverse. Lo que pasaba era extraño. La mujer no tenía la impresión de estar soñando, pero despertó cuando oyó a su hija gritar:

-¡Lili, no!

Diesiocho quedó sentada en el sillón y de inmediato se levantó para ir por Maron,que lloraba angustiosamente. Cuando la tomó en sus brazos, la niña apretó los talones en su espalda y se aferró a su cuello muy asustada. Dieciocho notó que la muñeca estaba sentada en el sillón y no acostada como ella recordaba haberla dejado.

Esa noche la mujer quemó la muñeca en el jardín. Aquel sueño y lo que ocurrió antes, la dejaron algo intranquila. Maron no se quejo. Hasta se fue a dormir feliz y riendo, acurrucándose en su cama con otra muñeca. En la mañana, Dieciocho fue a despertar a su hija para que desayunaran juntas, pero se llevó una terrible sorpresa al encontrar la muñeca quemada sobre la niña. Maron estaba boca arriba, totalmente inmóvil y la otra muñeca colgaba de su mano suspendida en el aire, sobre el borde de la cama. La canción que Dieciocho escuchó en la oscuridad, brotaba del infernal juguete cuya cabeza se descolgó a un costado.

Y que a dónde quiera que iba Maron, que iba Maron, que iba Maron...
Y a dónde quiera que iba Maron, su madre iba También...

El sonido de un disparó rompió la quietud de la mañana.

Octubre SangrientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora