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El noble viajero se encontraba paseando por Mondstadt con su pequeña acompañante, ya era casi una rutina estar simplemente merodeando por ahí y saludando a la gente quienes agradecían por salvarlos hace tiempo atrás.
El viajero no respondía a los elogios con otra cosa que no fuese un gracias, pero muy en el fondo realmente no le importaban tanto los cumplidos, muy contrario a su compañera, a la cual le gustaba recibir esa atención.

Ese día Aether, el viajero, tenía intenciones de sintetizar ciertos materiales, quería regalárselos a sus compañeros de equipo, así que sin más se dirigió hacia el sitio, donde esperaba ver a Timaeus, un joven que siempre era muy amable con el, pero aveces molestaba ya que siempre iniciaba la conversación cuando este tenía prisa, cosa que era sin dudar un dolor de cabeza, pero tal fue su sorpresa al no verlo ahí, siendo en cambio recibido por Sucrose.

La joven de cabello menta saludo nerviosa al verlo, a lo que Aether correspondió, ya se habían visto un par de ocasiones atrás, pero nunca habían entablado una conversación, y mas que conocer sus nombres no sabían nada del otro.
-Q-que puedo hacer por usted caballero honorario? -pregunto con ese nerviosismo tan característico de la joven.

-Oh, claro, solo vengo a sintetizar estas máscaras, no es tanto, si estas ocupada puedo hacerlo yo -dijo amablemente el joven rubio.

Sucrose asintió con la cabeza de manera nerviosa y siguió con lo suyo, llamando la atención de la compañera del viajero, Paimon, a quien también le estaba incomodando un poco el silencio. 

-¿Qué haces Sucrose?-pregunto de manera curiosa tomando por sorpresa a la joven, provocando que esta tirara unas sustancias en lo que el viajero estaba sintetizando, estropeando ambas cosas.

-¡Ah! ¡U-una disculpa de verdad! -dijo la muchacha torpemente mientras trataba de arreglar ambos experimentos sin mucho éxito, con una clara expresión de vergüenza en su rostro y temblor en las manos.

Paimon no paraba de disculparse también, mientras el viajero trataba de limpiar el desastre que había en el suelo por la caída de varios líquidos, las tiendas vecina veían el espectáculo y la voz ruidosa de Paimon no arreglaba el asunto, pues el pedir perdón tantas veces solo hacía que los curiosos se acercaran a ver que había pasado, generando pena tanto en Aether como en Sucrose.

Pero para sorpresa de todos los presentes, el joven alquimista de cabello rubio apareció en el lugar, Sucrose se levanto de inmediato y le pidió perdón por haber hecho tal desastre en el lugar, a lo que Albedo, de su característica manera amable y comprensiva le explico que todo estaba bien, volteando su vista y atención en Aether, el viajero al ver que este lo miraba de manera instintiva agacho la cabeza pidiendo perdón a la par de Paimon, siendo detenidos por Albedo.

-No es necesario hacer eso viajero -dijo acercándose a él de manera amistosa- fue un simple error.

Aether sonrío nerviosamente, era la primera vez que lo veía, solo sabía de él por lo que Timaeus le contaba, sin embargo ni siquiera sabía su nombre, llamándole de inmediato la atención la extraña marca en forma de estrella que el contrario tenia en el cuello, cosa que Albedo noto pero no comento nada al respecto.

-Aquí tienes las máscaras, ya las he arreglado, perdona los inconvenientes -dijo el alquimista sin apartar la mirada en los ojos del viajero, quien estaba regañando a Paimon mientras esta decía que no era su intensión.

-¡Ah! Cierto, muchas gracias...-dijo sin poder terminar la oración pues no sabía de que manera llamarlo.

-Llámame Albedo, Aether -respondió el joven rubio, recibiendo una sonrisa por parte del viajero, quien no se cuestiono la razón por la cual ya sabía su nombre, ya que todos en aquella cuidad lo conocían, así que sin más le saludo.

-¡Un gusto Albedo! 

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