VI

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Varios días habían pasado ya, en la cuidad, nadie se encontraba nervioso por la reciente desaparición del viajero pues con tantos encargos y exploraciones había momentos en los que el joven desaparecía por meses.
Nadie parecía notar nada extraño, sin embargo una persona claro que sabía que había algo raro, Rosaria había visto la expresión de Albedo la tarde que llevó a Paimon a la iglesia, había notado el agarre que tenía sobre el cuerpo inconsciente del chico y el hecho de que hace días no había nadie en el puesto de alquimia de verdad la preocupaba.

Recargada en el marco de la puerta donde Bárbara se encontraba haciendo lo posible por curar a Paimon decidió marcharse a ver que se suponía que estaba haciendo Albedo con el otro pobre chico.

-R-Rosaria! -grito la rubia al ver que la mayor ya tenía intenciones de irse –Si va a ver al caballero honorario, dile que su compañera ya despertó.

Rosaria al oir esto asomó la cabeza y tal fue su sorpresa al ver que en efecto, la cosa flotante ya había recuperado la conciencia.

-¿Ah? Paimon está muy confundida -decía la joven voladora mientras trataba de ver a su alrededor buscando a su compañero, no recordaba como había llegado ahí ni que estaba haciendo antes de llegar.

-No hagas esfuerzos Paimon, quedate recostada que voy por tu medicina ¿si? -decía de manera amable la monja menor.

Pará cuándo acordó Rosaria ya se había marchado del sitio, si Paimon ya había despertado era cuestión de tiempo que Aether lo hiciera también,  eso sí es que lo tenían cuidado en el sitio donde estaba.
Rosaria rápidamente se acercó hasta el sitio del laboratorio de Albedo, pero su sorpresa fue no ver a nadie ahí, más que varias botellas de líquido vacías y hojas con apuntes y dibujos sobre el rubio viajero. Entonces preocupada logró ver un pequeño agujero atrás de unos cajones, los cuales movió y se topo con una gran cueva donde ella espero ver al rubio pero por más que exploró el sitio no encontró nada.

-Maldita sea Albedo, ¿Donde dejaste a ese pobre chico? –comenzó a preguntar al aire, sabía que no tendría respuesta alguna pero estaba empezando a ser consumida por una cantidad grande de nerviosismo.

-Te recomiendo no hablar de Aether sin que yo te lo autorice, no me gusta escuchar como otras personas lo nombran –menciono saliendo de uno de los túneles de aquella cueva, Rosaria de inmediato volteo topandose con el alquimista frente a ella, con una mirada mucho peor a la del día en que, muy estúpidamente, dejó que el se llevara a Aether lejos de su campo de visión.

-¿Dónde está? Debo llevarlo con Bárbara, no creo que crea más mentiras –dijo con molestia la pelirroja mientras se acercaba al claramente menor de estatura Albedo, quien la miraba divertido.

-Aether está arriba Rosaria, vine abajo con Sucrose para ver que otra cosa podía darle, ¿A que te refieres con que te diga donde está exactamente? Pará entrar debías ver la parte de arriba primero –Preguntó ansioso el alquimista, pues según sus recuerdos el nunca había desatado a Aether, no estaba en sus planes hacer tal cosa.

-Dejate de joder, vine abajo porque arriba solo hay un desastre, entregame a Aether ahora si no quieres problemas –La monja ya estaba perdiendo la paciencia, pero para ese punto Albedo ya no la estaba escuchando más, tenía una mano cubriendo su boca y sudor frío bajando por su frente, ¿Cómo era posible que Aether se fuera sin más? No debía estar lejos ¿Verdad?.

-¡Sucrose! –Gritó molesto el alquimista tomando por sorpresa a ambas mujeres– Aether no está arriba, buscalo, no debió ir lejos y debido a su condición puede que se haga más daño si hace demasiado esfuerzo.

-C-Claro señor Albedo, discúlpeme Rosaria –dijo para finalmente irse a toda prisa del sitio

Albedo se disponía a marcharse furioso del sito, no podía con la idea de que "su chico estrella" lo dejase, era algo que mientras más pensaba más lo tenía al borde de la locura.

-Escuchame –mencionó la monja agarrando al alquimista cuando esté empezó a caminar fuera– no me creas imbecil porque no lo soy, así que me vas a decir donde está Aether o te juro que la alquimia volverá a ser un recuerdo

Las palabras de Rosaria no podían importarle menos a Albedo quien estaba molesto con el viajero rubio, tanto que ya no tenía otra cosa en mente.

-Aether se fue, estaba en la parte de arriba y si dices que no está debo buscarlo ahora, no puedo dejar que se vaya así como así –mencionó soltandose del agarre de la pelirroja quien molesta y algo sorprendida por su reacción decidió ya no molestar más, marchandose del sitio a la par que Albedo decidida a seguirlo.

Por otro lado, Aether se encontraba corriendo, su cuerpo pesaba demasiado y su boca tenía un sabor amargo que no podía soportar, realmente le dolía todo y ya era solo cuestión de tiempo para caerse de vuelta en aquella fría nieve, el estaba consciente de que conocía Espina Dragón, sin embargo su mente daba vueltas, no sabía dónde estaba Paimon, y ni siquiera sabía si estaba dando vueltas o no por aquel gran sitio.

Realmente era su fin si lo encontraban, pero sus piernas pesaban, parecía que algo lo tenía encadenado, algo de lo que no se iba a poder liberar pronto.

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