II

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El viajero ya se había marchado junto a su ayudante del sitio de alquimia, mismo donde Albedo había ayudado a Sacarosa a recojer y arreglar los experimentos.

El joven alquimista ya había regresado a su centro de investigaciones en Espina Dragón, se encontraba sentado, viendo cómo una sustancia color avellana hacia reacción al combinarla con otra color azul.
En el recipiente, la sustancia azul parecía ser la dominante, la que poco a poco se apoderaba del otro color, Albedo anotó aquello y ya se disponía a dibujar lo sucedido cuando al hechar un rápido vistazo a las sustancias noto que la de color claro era ahora la que parecía consumir a la contraria, y que en un rápido momento la sustancia azul había desaparecido, y entonces se quedó observando la reacción otros minutos esperando otro cambio repentino o algún otro tipo de reacción, pero esta vez el resultado no cambió.

Al anotar aquello en su libreta se le vino a la mente la cara de aquel viajero, y de un momento a otro su boceto de la reacción química terminó en un retrato del rostro del joven, y entonces mirándo su dibujo con suma atención sonrió, mirando de nuevo a la reacción química.

Levantándose de su asiento arrancó el dibujo de su libreta, y poniéndose a hacer cálculos en el pizarrón del lugar llego a la conclusión de que sin dudar, la existencia de aquel viajero era algo que debía estudiar, algo a lo que el debía poder destruir, entonces decidió ir de nuevo a la cuidad, quería estudiarlo de manera detallada, quería usarlo como objeto de pruebas.

Fue entonces que días después  regresó de nuevo a Mondstadt, con la mente puesta en entontrar a aquel joven, cosa que para su suerte logró, pues lo vio platicando con Katherine sobre algo que no le importaba, y entonces se acercó a ellos, saludando de manera amable a ambos junto a la compañera del mismo, quien de los dos parecía ser la que más hablaba, pues él viajero sin duda era más reservado, hablando sólo unas pocas veces con los demás.

-Oh! Señor Albedo ¿cómo a estado? -preguntó amable la joven flotante mientras el viajero terminaba sus asuntos con Katherine, evitando el contacto visual con el alquimista.

-Buenos días, caballero honorario, es un placer para mí poder encontrarlo por estos sitios tan seguido -mencionó apoyándose ligeramente en la mesa de Katherine, mirándo fijamente al contrario, ignorando el comentario de Paimon, quien si bien si se molesto, no planeaba hacer una rabieta enfrente de Katherine.

Gracias al comentario obviamente dirigido a él, el viajero volteo de manera forzada, sonriendo al contrario y asintiendo con la cabeza nervioso.
-Si, es curioso ¿verdad? Paimon y yo venimos seguido por estos rumbos cuando terminamos de ayudar a la gente y usted parecía nunca estar, entonces ¿Qué lo trae por acá hoy? -mencionó el rubio empezando a caminar pues ya había terminado sus asuntos con Katherine, y ahora se disponía a marcharse a seguir con su exploración, siendo obviamente seguido por su compañera de viaje y ahora Albedo, quien parecía muy atento a las palabras que decía.

-En realidad vine porque quería verte, bueno -dijo mirando de reojo a Paimon quien estaba flotando atrás suyo ya que Albedo estaba a un lado de Aether- vine porque quería verlos.

-¿De verdad? -preguntó Paimon- ¿Necesitas la ayuda de Aether en algo?

-Sí, si no es ser demasiado directo -mencionó Albedo posicionándose frente al viajero- me gustaría que me acompañes a mi laboratorio en Espina Dragón, ya conoces el sitio  ¿verdad Aether?

-Claro, conozco el lugar, pero ¿Para que nos ocupas allá? -Preguntó haciendo una pausa en su caminata

-Ocupo ayuda en un experimento, y por lo que se cuenta de ti en la cuidad creo que eres el indicado para el trabajo. -Menciono Albedo de manera tranquila. En todo el trayecto su mirada no se había fijado en algo más que no fueran los ojos del rubio, cosa que este notaba y le parecía incómodo, pero se sentía forzado a decir que si y con algo de desconfianza, el viajero no tuvo más que aceptar.

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