XV

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-Encerio, deja de tomar mi brazo así que es muy molesto –se quejaba el mayor pues Paimon temblando por el frío clima del lugar buscaba refugio en los brazos de él pelirrojo, los cuales  al el estar molesto parecían emitir una sensación cálida.

-Ya casi llegamos ¿verdad? –preguntaba Paimon al mayor quién respondía con molestia, por culpa de aquella hada se había tardado más de lo normal en llegar al sitio, y tal fue su sorpresa que al llegar en la entrada se topo con Kaeya en la entrada leyendo una de las libretas que se encontraban tiradas.

-¡Ayo! Que coincidencia encontrarlos por aquí, ¿buscan a Aether? –preguntó dejando la libreta en la mesa del sitio.

Diluc solo le lanzó una mirada de odio mientras inspeccionaba el lugar tomando y leyendo los apuntes de Albedo, topandose con dibujos del viajero y apuntes sobre este, le daba la impresión de que Albedo era un acosador.

-Ehhh... Sí gracias a un rumor que nos contaron concluimos que Aether estaba aquí –respondió Paimon al ver Diluc no tenía intenciones de contestarle al joven de cabellos azules.

-¿Así que escucharon el rumor donde decían que los habían visto tener relaciones a las afueras de Espina Dragón? –preguntó haciendo un gesto de desilusión el peli azul.

-¡De qué estas hablando! ¡Ese no fue el rumor que escucho Paimon, no se parece en nada! –chillaba la joven regañando a Kaeya quien reía ante los comentarios de esta.

-Así que me llegó un rumor exagerado, que pena –mencionó y vio como de reojo a Diluc quien volteo los ojos ante el comentario de este– pero bien, ¿no planean entrar? Llegué aquí hace unos minutos y escuché voces familiares allá abajo, pero no identifique de quienes eran mencionó apuntando la entrada a la cueva.

-Aether... –murmuró Diluc y sin esperar a Paimon o a Kaeya se adentro en aquella cueva, siendo claramente seguido por estos dos.

-Uy este sitio da escalofríos –susurraba Paimon quién ahora se mantenía a un lado de Kaeya, pues de los dos el más amable era este.

Entonces al adentrarse más al sitio Diluc logró visualizar a Sucrose, quien se encontraba sentada suspirando en una silla, tenía la mirada perdida y no parecía estar parpadeando, como si estuviera en un trance.

-¿Sucrose? –La voz de Diluc hizo eco en el lugar, asustando a la chica.

-¿S-Señor D-Diluc? ¿Kaeya? ¿Paimon? ¿Q-Q hacen aquí? ¡Deben irse! –anunciaba sumamente nerviosa la joven mientras trataba de empujarlos de vuelta a la salida.

-¿Porque? ¿Albedo y Aether están aquí? –preguntó Diluc haciendo a un lado a Sucrose para seguir avanzando en el lugar, llegando hasta el sitio donde está estaba sentada y mirando alrededor sin lograr ver algo, hasta que, algo lejos se empezaron a escuchar unas voces, una discusión que parecía pasar a ser abuso físico, algo horrible de oír para los presentes en la habitación y que cuando Sucrose escucho solo atinó a tirar se al piso y taparse los oídos.

-Esa voz... –murmuró Kaeya– ¿es Aether verdad? –preguntó mirando a Sucrose quién temblaba en el suelo.

-Aether... –anunció Paimon con terror en las palabras, si esa voz era Aether no la estaba pasando nada bien, se escuchaban gritos, gemidos y palabras que no se lograban entender, ¿ese no podía ser Aether verdad?. El era el caballero honorario, si el corría peligro no dudaría en blandir su espada ¿cierto?... ¿Cierto?

Aquella voz si era Aether.
La voz provenía de uno de los cuartos del fondo. Y si era Aether.
Diluc sin poder soportar más aquellos gritos y sonidos se adentro en el oscuro pasillo hasta llegar a la puerta donde sin preguntar o esperar a que Kaeya y Paimon llegarán, pateó rompiendola bruscamente, encontrándose a Albedo cenando con Aether.

Albedo al oírlo entrar lo miró y saludo, burlándose en que si sabía que existía algo llamado "tocar antes de entrar", riendose junto a Aether quien dejó el tenedor con una mano temblorosa en la mesa y les dedico una sonrisa lo menos falsa que pudo.

Algo no cuadraba, algo no estaba bien en aquella aparentemente inocente situación, ¿De dónde provenían los ruidos? Los gritos eran de Aether, peor entonces ¿como es que estaba cenando tan tranquilo y feliz? Algo no tenía sentido.

Y sí, aquella situación de inocente no tenía nada. Puesto a que en un inicio si sería una cena, Aether había tratado de usar su cuchillo para matarse a sí mismo, cosa que generó molestia en Albedo, indicando una discusión que rápidamente pasó a golpes, patadas e insultos del alquimista al viajero quien sólo gritaba de dolor.

Albedo había escuchado los gritos de Sucrose al ver a los tres presentes, por lo que de inmediato supo que debía aparentar y rápido. Así que tomando del cuello de la camiseta a Aether lo sentó en una mesa y acariciando su rostro de manera delicada en un cambio brutal de actitud le explico que si entraba alguien debía sonreír y comer de los platos que había en la mesa, mencionando le fríamente pero a la vez de manera cálida que debía de tragarse el dolor. Limpiando un poco la sangre que estaba saliendo de la cabeza de Aether y besándole la mejilla fue que se llegó a la situación en la que Diluc los encontró.

Claro que ellos no sabían esto, y mucho menos lo sabrían si Aether seguía obedeciendo a Albedo, quien tomaba su mano con dulzura y amenaza, claramente recordándole que debía seguir las instrucciones que previamente le había dado.

-¿Aether estas bien? –preguntó la pequeña hada rompiendo el silencio que se había generado en la sala.

Aether pasó rápidamente de mirar con temor el plato de comida a mirarla a ella, sonriendole y explicandole que se encontraba bien, señalando su ropa y diciendo que Albedo había sido muy amable con el esos días, pidiendo disculpas por no pasar a verla.

Diluc y Kaeya sabían que algo no estaba bien, mucho menos por la manera en la que Albedo miraba al menor quien hablaba tratando de sonar tranquilo.

-Paimon te a extrañado mucho, ¡No vuelvas a desaparecer así! –chillo haciendo el característico berrinche al que Aether ya estaba acostumbrado, pero esta vez Paimon golpeó de manera suave la cabeza del rubio en modo de regaño, cosa que le generó un dolor punzante pues era esa misma zona la que Albedo había pateado con fuerza antes de que ellos llegarán

Y así Aether soltó un grito un tanto agudo el cual hizo que el silencio en la sala creciera, silencio que se interrumpió al escuchar un "crack" en la sala seguido por llantos silenciosos de Aether, pues Albedo quien estaba tomando su mano, la había quebrado, generando un dolor insoportable en Aether quien aguantaba sus ganas de gritar y llorar mordiendo su labio inferior sin mucho éxito pues las lágrimas incontrolables hacían evidente su dolor.

-Sueltalo ahora Albedo –mencionó Diluc mientras sacaba su espada de manera amenazante.

Albedo no parecía estar escuchándolo, su mirada y atención estaban en el rostro del menor, observando como este hacía lo posible para no gritar por el dolor que su mano le estaba generando, dolor que aumentaba gradualmente porque Albedo seguía apretando sin piedad esta misma.

-¿Porque te resistes a gritar? Déjame oírte Aether –mencionó el alquimista sin dejar de ver cómo Aether lo miraba y forzaba una sonrisa para los demás.

-¿Po-porque gritaria Albedo? Estoy feliz... De verlos –dijo con la voz temblorosa y entrecortada, tragandose el dolor y desafiando una vez más a Albedo.

MátameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora