Capítulo siete: confesión inesperada.

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El jueves por la mañana, Zenitsu estaba afuera en la entrada del colegio. El día anterior se había metido al comité de la moral por culpa de su cabello, ser rubio le causaba problemas con Tomioka-sensei, quien por esa razón pensaba que era un delincuente. Creyó que con estar en el comité, podría persuadir al hombre y convencerlo de que no lo era. Así que ahí estaba, revisando los uniformes de los alumnos, anotando a aquellos que no cumplieran con las normas. En ese momento extrañaba al profesor cuando era más cerrado y no se entrometía con los alumnos, lo único bueno era que podía observar a las chicas sin que estas lo llamasen pervertido.

El rubio anotaba en el cuaderno dado por el comité a los alumnos que no iban con el uniforme correcto, siendo ahora turno de sus amigos, los cuales les había informado que ya no iría con ellos a la escuela. Inosuke, Tanjiro y Nezuko se acercaban lentamente y cuando notaron a su amigo sonrieron apurando el paso para saludarlo.

—¡Monitsu!— el peliazul corrió hacia su rubio amigo y se le aventó, cayendo ambos al suelo.

—¡Inosuke!— Tanjiro inmediatamente corrió hacia ellos para evitar alguna pelea y también para alejar al Beta.

Todos los alumnos que ingresaban en ese momento a la escuela, se detuvieron al mirar la escena, algunos rieron y otros no le dieron importancia. Inosuke trataba de golpear al rubio y al mismo tiempo el pelirrojo lo jalaba para quitarlo de encima. Zenitsu por su parte, estaba un poco mareado y adolorido por el golpe que se dio al caer, después de un rato Tanjiro al final logró alejar al peliazul. A lo lejos Nezuko solo miraba la escena sin saber qué hacer, no quería ayudar porque siempre era lo mismo con los chicos. Sintió una mano en su espalda y al girar estaba su amiga Makomo, le sonrió e ignorando por completo a los tres muchachos, comenzando a caminar hacia su edificio.

Tanjiro e Inosuke también se alejaron del rubio para evitar que su pelea continuara, quien aún seguía en el suelo tratando de recuperarse del golpe. Mientras se sobaba la cabeza una gran mano lo tomó del brazo y lo levantó sin esfuerzo, el Omega alzó la vista topándose con Uzui e inmediatamente se sonrojó. El hombre mayor le sonrió cuando notó la cara sonrojada que había puesto, al colocarlo en el suelo de pie se agachó un poco y le susurró en la oreja.

—Nos vemos en clase de arte— el peliblanco para disimular la acción se agachó más para recoger el cuaderno que se había caído de las manos del rubio. Se levantó y le entregó el objeto, le despeinó el cabello y se fue hacia el edificio.

La cara de Zenitsu estaba completamente roja, trataba de taparse con el cuaderno para evitar que lo miraran e inconscientemente libero un poco de sus feromonas, sacudió la cabeza tratando de concentrarse en su trabajo y continuó con él. No notando unos ojos a lo lejos, mirándolo. Luego de un altercado con el profesor Tomioka sobre su cabello, terminó de supervisar los uniformes de los alumnos. La campana sonó, Zenitsu tomó su mochila y caminó hacia su salón de clases, el pasillo ya estaba vacío o al menos eso creía, ya que antes de siquiera llegar a su salón, una chica de cabello blanco lo encaró.

—¿Qué tipo de relación tienes con Uzui-sensei?— la Omega tomó del suéter al rubio y lo estrelló contra la pared. La muchacha a ojos de Zenitsu era muy hermosa, con unos grandes ojos y enormes pestañas. Luego de salir de su ensoñación el rubio se dio cuenta de la situación.

—¿Q-qué quieres decir?— formuló la pregunta asustado, la chica frunció el ceño y apretó más el agarre.

—¿Que qué quiero decir?, ¿Me estas tomando el pelo? Si su olor está sobre tu horrible existencia— deslizó su mano desde donde lo tenía agarrado, hasta su rostro rozando sus largas uñas sobre la piel.

—É-él y yo no tenemos nada que ver— el rostro de terror del rubio miraba la mano de la chica sobre su mejilla, preparándose para en cualquier momento ser lastimado.

En busca de la felicidad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora