Diecisiete

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—Louis William Tomlinson, ¿qué carajos estás haciendo en la ducha para tardar tanto? ¡Tenemos que tomar un taxi en menos de dos malditas horas!

Louis no contesta desde el interior del baño, y Harry se siente morir de los nervios. Tiene que esforzarse en recordar que él es una persona tranquila y serena, que el yoga y el boxeo le ayudan a sacar de su cuerpo todas las emociones negativas de una manera saludable. Su novio se lo pone difícil, en especial cuando necesita ducharse para no subirse al avión con el cabello pegado por el salitre del mar. Si lo hubiera previsto, su última caminata por la orilla hubiera durado menos tiempo, pero resultaba imposible para él no despedirse de esas vistas. Louis seguía durmiendo cuando se fue, y parece que acaba de despertar.

Aún tienen que terminar de empacar, y cree que le dará un ataque cardíaco si Louis no se apresura a salir del baño.

Abre la puerta luego de golpear otras dos veces, y el enfado se diluye de repente entre el vapor del agua caliente y la vista que tiene enfrente.

—Lou —dice, aunque suena como un jadeo ahogado.

La mampara de la ducha está abierta por completo. Sus ojos viajan a la velocidad de la luz por el cuerpo de Louis, desnudo y mojado. El cabello le cae en la frente y tiene la piel tan bronceada que contrasta con la pequeña porción que todavía permanece pálida. Una línea de vellos baja desde el ombligo hasta la entrepierna, y la mirada de Harry se detiene allí. Louis se pasa las manos por el rostro para limpiarse los ojos, y los músculos de sus brazos se contraen.

—Buenos días, bebé —suena ajeno a las protestas de Harry, quien lo mira sin poder creer.

—Te odio.

El agua sigue cayendo incluso cuando Louis se pone de costado y apoya la espalda en los azulejos. Ahora está íntegramente de frente a la puerta y tiene una sonrisa diminuta en la boca. Harry conoce bien esa sonrisa: la que reserva solo para hacerlo exasperar.

En dos zancadas consigue estar ante él. Las gotas lo alcanzan y comienzan a mojarle la camiseta. Camiseta que Louis caza del borde inferior con dos de sus dedos.

—Te quería justo aquí.

—Lo hubieras dicho y nos ahorrábamos los gritos —protesta Harry, totalmente rendido.

—No habría sido divertido.

—¿Te divierte?

Louis no responde a la pregunta. En cambio, le envuelve la cintura por debajo de la ropa y lo atrae hacia sí, hasta que Harry está completamente bajo la lluvia.

—Vamos a deshacernos de esto —murmura y le quita la camiseta de un solo movimiento—. Déjame ver cuánto es que me odias.

Luego continúa con el traje de baño, y Harry gime cuando la tela se desliza por sus piernas. Está quemado y está duro, lo cual no debería ser una buena combinación. Louis no está mejor que él, y Harry se estira para besarlo y borrar esa estúpida sonrisa de su cara lo antes posible. Su boca sabe tan bien que se derrite dentro de ella, chupa su labio inferior y bebe de su lengua como agua en el desierto.

Hay un segundo en el que se separan para tomar aire y Louis recobra la sonrisa, ahora con un tinte diferente. Harry se contagia de ella.

—Hola.

—Hola

—¿Cómo estuvo la caminata?

El corazón de Harry se derrite un poco a causa del tono de su voz. Le besa el cuello y desciende con un camino de besos a través de su pecho, el tatuaje debajo de las clavículas, el '78' encima de uno de los pectorales, y evita a propósito los pezones. Louis necesita sufrir. Sí.

Hearts don't break around here » lsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora