Eso pudo haber salido mejor.

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(Chloe x Lila)

Ser asignada a la muralla costera no era el sueño de Lila al unirse a las fuerzas de su majestad. Si era del todo sincera, no había sido del todo su decisión volverse parte del ejército. Con un padre y madre que trabajaban de cerca con el rey, se esperaba que Lila tomara partido de ello para volverse parte esencial de la política del reino. Pero Lila, a pesar de su naturaleza poco sincera, no se sentía preparada para volverse parte de la fiesta de hipocresía que eran las cortes reales.

Aun así, el entrenamiento al entrar al ejército había sido lo suficientemente duro, que Lila quiso regresar inmediatamente a las sonrisas falsas y maravillosas fiestas.

Por desgracia, tenía un contrato de al menos diez años de servicio que cumplir.

El aire húmedo de la costa se colaba entre su cabello cada mañana, al punto que Lila había perdido toda esperanza de mantenerlo cuidado en vez de en un nudo incontrolable. Al final había acabado por cortárselo, lo que combinado con su traje militar poco favorecedor la hacían ver como un hombre delgado y pequeño.

Quizá era esa la razón por la que una sirena parecía tan decidida a llamar su atención desde la costa.

Lila pudo verla bastante bien, con el cabello rubio con lo que parecía estar adornado por una serie de perlas y caracolas y una cola de escamas blancas que resplandecía con la luz de luna. A la castaña no le parecía que fuera la mejor de las ideas acercarse a la orilla para un ser del mar, pero Lila suponía que, tras el último incidente, las sirenas encontraran fácil acercarse sin ser atacadas.

La última vez que una sirena había sido atacada en las costas del reino, todos los soldados habían acabado desapareciendo en las siguientes horas. Las personas suponían que habían sido hipnotizadas por los cantos de las criaturas, y ahogados por las olas al intentar seguirlas al fondo del mar. Lila sabía que esa era la razón por la que las murallas costeras ahora solo eran custodiadas por soldados femeninos y se había instaurado un servicio militar para las mujeres del reino.

Sus padres aún tenían problemas con aquella ley, una de las razones por las que no se habían opuesto a que su única hija tomara un puesto en el ejército. Lila suponía que era una buena estrategia, incluso si su hija moría o desaparecía en batalla. La joven había escuchado rumores sobre el canto de las sirenas, y los expertos aseguraban que tan feroces criaturas solo eran un peligro para hombres valientes que encontraban refugio en el mar.

"Aquellos que no puedan resistir los encantos de una mujer, están en peligro frente al canto de una sirena. Por supuesto, solo los verdaderos hombres pueden jactarse de enfrentarse a tal peligro" rezaban los textos. Lila conocía a al menos un par de hombres que, de acuerdo a eso, no serían afectados del todo por las sirenas. Pero ella no era un erudito como para poder desafiar a los estudiosos.

La noche ya había caído, lo que significaba que estaba por iniciar su turno. Lila realmente solo podía esperar a tomar una siesta más tarde esa noche, si es que aquella acababa siendo una noche tan tranquila como cualquier otra. Y así parecía ser durante las primeras horas.

Hasta que el chapoteo empezó.

—Yuju, lindo soldadito, podría hacerme caso, por favor — gritaba la sirena, con una voz potente, pero con un toque de dulzura.

Lila le ignoró lo mejor que pudo, aunque se estaba acercando a la salida norte donde sería muy fácil encontrársela de frente.

La voz de la sirena se escuchaba aún más fuerte mientras más se acercaba.

—Señorito soldado, realmente tengo que hablar con usted — llamó la sirena de nuevo.

Lila se sentía francamente atacada por ser confundida con un hombre. Y quizá fue su ego lo que le llevó a tomar la salida norte y encontrarse frente a la playa. Cuando sus botas se hundieron en la arena, Lila supo que estaba en problemas.

El cofre de la reina ||Miraculous Ladybug||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora