Aquel día llegó como cualquier otro.
El sol salió por el horizonte y se alzó sobre la tierra, bañándola con su luz dorada y cálida.
Zhan despertó cuando iba a la mitad de su recorrido. Se tomó una taza de té y comió un desayuno abundante: frutas, jugo, cereal, huevo, jamón, ensalada. Todo, supuestamente, equilibrado y perfecto para que su hijo recibiera lo mejor de lo mejor.
Yibo se había ido ya a la escuela, pero Zhan no se sentía preocupado por su ausencia. Según su reloj, este no debía tardar.
En efecto, Yibo llegó cuando él iba a la mitad de su desayuno y lo acompañó con algo de fruta, mientras le platicaba sobre sus clases. Como, definitivamente, el arte era lo suyo, había ingresado a una Universidad para completar su educación. A Zhan no le sorprendió que aprobara los exámenes, Yibo era muy inteligente, de hecho, todos los de su manada, en especial los alfa, parecían aprender todo con rapidez.
- Tengo un amigo - dijo Yibo, mientras Zhan se embutía un pedazo de tortilla de huevo, está en la clase de historia del arte.
Zhan levantó una ceja y, luego, le miró con una pizca de celos.
- ¿Qué clase de amigo? - preguntó malhumorado de antemano. Se imaginaba un chico guapo, con los mismos intereses de Yibo. La idea no le agradaba.
- Uno muy divertido, me gustaría que lo conocieras - contestó Yibo sin notar el tono de Zhan; parecía feliz por tener un amigo fuera de su círculo de la manada. Así que, Zhan se lo pensó mejor y decidió que sus celos no tenían cabida. Yibo lo quería a él, podía sentirlo, casi podía asegurar que lo olía en el ambiente.
- Ah, ¿Sí? - le dijo con amabilidad.¿Cómo se llama?
- Wen Han.
- Bueno, tráelo a comer un día de estos - dijo Zhan llevándose a la boca el último pedazo de alimento de su plato.
Yibo asintió y lo ayudó a levantarse de la mesa. Esa tarde tenían cita con el médico para un chequeo de rutina de su embarazo.
Zhan jadeó un poco cuando estuvo de pie, su vientre no era el más abultado del mundo, pero para él ya era demasiado, y apenas estaba entrando en el séptimo mes. A Yibo le hacía gracia, le gustaba verle así, aunque cada vez que se lo decía, Zhan le decía que era un mentiroso y se enojaba con él.
La cita con el médico transcurrió con normalidad. Todo iba bien y los padres regresaron a su cotidianidad. Pero al final del día, las cosas dejaron de ser tan tranquilas como hasta ese momento.
Zhan había decidido ir a su empresa para hablar de algunos asuntos con Yubin, claro que, lo hizo enfundado en una gabardina enorme, para que no le hicieran preguntas. Además, no quería que le vieran tan gordo. Yubin se rio cuando lo vio con esas pintas.
- Te pareces a Sherlock Holmes, caray, sólo te falta el sombrero.
Zhan bufó molesto, pero no dijo nada más.
- Apuremos esas cosas - pidió.
Yubin le llevó los papeles que tenía que firmar y le expuso los problemas sobre los cuales necesitaba su opinión. Estaban en medio de la discusión para una licitación cuando apareció Ayanga con el rostro sudoroso y resoplando. Aparentemente, había corrido hasta ahí.
- ¿Qué pasa, A-Ya? - preguntó Zhan, y casi al mismo tiempo se aventó un fruto seco a la boca.
- Zhan, aceptaron el artículo - dijo Ayanga sonriente.
- ¡Oh, felicidades! Pero no tenías que correr para decirme eso - dijo sonriente.
- Es que me dijeron que estabas aquí y quería hablar contigo.
ESTÁS LEYENDO
El origen
RandomEn una noche de luna llena, el lobo alfa de la manada pide un deseo. Bajo el amparo de la Diosa de plata surge una nueva raza. ADAPTACIÓN Esta historia no me pertenece