Tal como se prometió, comenzaron a planear su boda al día siguiente y tardó algunos meses en llevarse a acabo.
Wang Yibo y Xiao Zhan, hicieron oficial la unión de sus apellidos una primavera, al aire libre, entre árboles y flores, bajo la luz dorada del sol del atardecer.
Puesto que ya habían unido sus vidas ante la luna, casarse bajo las leyes de los hombres y la época del año en que la tierra reverdece y muestra todo su esplendor, era una manera de encontrar la bendición del Dios de la Tierra.
Ambos vistieron de blanco, ligeros, sin etiqueta, ni zapatos, para sentir, bajo las plantas de sus pies, el pasto húmedo. Sus invitados los imitaron y les rodearon mientras la unión se llevaba a cabo. Zhan había optado por una boda casi pagana, ante la naturaleza y sus entes.
Cuando el sol cayó por completo y la luna se alzó sobre las copas de los árboles, la música se alzó animando la fiesta. Zhan y Yibo observaron a sus amigos e invitados, disfrutar de la celebración que duraría tres noches más.
Más tarde, la pareja junto con su hijo, se alejaron del resto, sólo para bañarse con la luz de la luna. Se sentaron en lo alto de una pequeña colina, Yibo abrazando a Zhan, mientras éste hacía lo mismo con YiZhan; contemplaron el cielo, cada uno a su manera, pensando en el futuro que los esperaba.
La boda terminó para ellos en esa primera noche, y tras hacer los ajustes necesarios, dejaron a YiZhan a cargo de Yubin, Zhuo Cheng y Hai Kuan para comenzar su luna de miel. En aquella ocasión, se detuvieron en una playa y pasaron ahí una semana disfrutando del clima tropical.
A la tercera noche, Zhan sopesó sus opciones. Sería noche de luna nueva y tenía entre sus dedos una dotación suficiente de pastillas para atenuar su celo. Sabía que, si no tomaba los supresores, terminaría sin salir de esa habitación por un tiempo razonable y se perdería de ir a la playa, comer mariscos o disfrutar de una refrescante bebida bajo una palmera, mientras se mecía en una hamaca.
Pero... ¡Qué ganas de darle libre albedrío a su celo!
Se mordió los labios, pensativo, mientras escuchaba el ruido del agua de la regadera a sus espaldas; Yibo estaba tomando una ducha antes de ir a cenar. Zhan estaba tan inmerso en sus pensamientos que no se percató cuando Yibo salió del baño y caminó hacia él.
- ¿Qué haces? - le preguntó éste, susurrándole al oído.
Zhan dio un pequeño salto y volteó a verlo. Sus ojos conectaron con los de él y la caja con los supresores resbaló de su mano. Ni Zhan ni Yibo hicieron algo por recuperarla. Zhan sintió como su corazón se aceleraba ante la cercanía del alfa y éste comenzó a percibir el aroma dulce que solía embotarle el cerebro.
- Entraste en celo - le dijo con una voz un tono más grave de lo usual.
Zhan tragó saliva, miró de reojo tras la ventana más cercana de su habitación y alcanzó a ver a las estrellas, pero no la luna. Era claramente una noche de luna, el momento propicio para procrear, así que, en efecto, estaba en celo.
Le recorrió un escalofrío, y el fuego del deseo comenzó a trepar por su cuerpo.
Yibo lo envolvió con sus brazos, sin pararse a reflexionar en ello; podía sentir el llamado silencioso de su omega y éste el cosquilleo en su nuca de la mordida en ella, así que, cuando lo tuvo cerca, le rodeó el cuello con los brazos y abrió la boca para recibir el beso anticipado. Cuando sus labios se encontraron se fundieron en un tacto suave, pero voluptuoso y caliente.
Se suponía que irían a cenar y, ciertamente, los planes no cambiaron... sólo el menú.
Aquel pensamiento hizo sonreír a Zhan, quien rio alegre, al ser derribado en la cama. Yibo se quitó la toalla que había atado a su cintura y Zhan pudo notar que él estaba más que listo. La visión lo hizo exhalar despacio como embobado, sólo con pensamientos lascivos en la mente.
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El origen
RandomEn una noche de luna llena, el lobo alfa de la manada pide un deseo. Bajo el amparo de la Diosa de plata surge una nueva raza. ADAPTACIÓN Esta historia no me pertenece