03 • Pasado

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Atsumu y Osamu estaban a punto de volver a casa después del entrenamiento el cual les había tomado más de lo previsto. Aún estaban en primaria puesto que los padres de sus compañeros venían a recoger a sus hijos después de los entrenamientos. Pero este no era el caso para los gemelos.

–Nos vamos ya Kita– le dijo Osamu a su compañero un año mayor.

–¿No vienen vuestros padres de nuevo?– preguntó el chico al ver que los hermanos iban a volver solos a casa otra vez.

–Nuestro padre está trabajando y nuestra madre no puede venir tampoco, pero no pasa nada, siempre volvemos solos– respondió Atsumu felizmente.

Osamu también sonrió y después ambos se fueron dejando a Kita atrás.

Cuando ambos salieron del gimnasio dejaron de sonreír. No había razones para seguir haciéndolo.

–¿De verdad tenemos que volver Samu?– cuestionó el pequeño de tan sólo ocho años a su hermano.

–Si... Pero tal vez papá esté durmiendo cuando lleguemos– respondió Osamu tratando de pensar en positivo.

Los gemelos vivían junto a su padre desde siempre puesto que su madre había muerto cuando ellos nacieron. Gracias a ello su padre les aborrecía.

Ambos caminaron hacia su casa deseando que Osamu tuviera razón y su padre estuviera realmente durmiendo.

Para cuando estuvieron delante de la puerta de la casa ambos se quedaron quietos y algo asustados.

Las luces estaban encendidas, lo que quería decir que su padre estaba despierto. Habían llegado tarde a casa y su padre no lo dejaría pasar, ambos lo sabían.

Atsumu sacó la llave de su mochila y lentamente abrió la puerta. Lo único que pudo ver fue a su padre notablemente enfadado y borracho a unos pocos metros de la puerta.

No le dio tiempo a apartarse cuando una botella de cerveza vacía voló por el salón y le dio en la cabeza, rompiéndose en el acto.

Osamu se sorprendió al ver a su hermano caer al suelo al ser golpeado por la botella de cristal y en el momento los gritos comenzaron a escucharse.

El pequeño se acercó a su hermano para comprobar si estaba bien y se tranquilizó un poco al notar que aún estaba consciente.

–¿E-estas bien Tsumu?– dijo Osamu entrecortadamente ayudando a su hermano a incorporarse.

–M-me duele la cabeza...– respondió él.

Ambos ignorando los gritos de su padre entraron en la casa y Osamu cerró la puerta. Atsumu aún estaba sentado en el suelo.

–¡Niños de mierda! ¿¡Creéis que podéis ignorarme y saliros con la vuestra!?– gritó el hombre acercándose a los hermanos y acto seguido empujar a Osamu lejos de su hermano.

La casa apestaba a alcohol y solo se escuchaban los gritos del hombre al que nunca pudieron llegar a llamar papá y las lágrimas de los dos niños.

Ese era su día a día, un infierno constante.

Osamu se levantó rápidamente y se puso delante de su hermano. Si Atsumu recibía un golpe más después de lo de antes estaba seguro de que comenzaría a sangrar. Y su hermano no estaba dispuesto a permitirlo.

–¡A-alejate de él!– gritó Osamu para después recibir un golpe por parte de su padre.

Después de unos minutos de golpes su padre perdió la consciencia, debido a la cantidad de alcohol que había consumido en todo el día, y calló en la alfombra dormido.

Osamu se dio la vuelta para encontrarse a Atsumu también inconsciente, por lo que con la poca fuerza que le quedaba llevó a su hermano hasta la habitación que ambos compartían.

El menor caminó hasta el baño para conseguir lo necesario para tratar la herida de su hermano, la cual había empezado a sangrar.

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Atsumu abrió los ojos a la mañana siguiente para encontrarse con su hermano durmiendo a su lado.

Cuando se incorporó en la cama su cabeza daba vueltas, se encontraba totalmente mareado y escuchaba un pitido muy agudo el cual no cesaba.

–S-samu– llamó a su hermano tratando de despertarlo casi sin escuchar su propia voz al hablar.

–¿Tsumu?– preguntó el contrario medio dormido aún– ¿Que ocurre?

Atsumu entonces confirmó lo que pensaba y las lágrimas comenzaron a notarse.

No escuchaba.

No escuchaba prácticamente nada.

–N-no te escucho...

Osamu entonces se alteró y terminó de despertarse.

–¿¡Como!? ¿Tsumu estás bien? ¿Te duele algo?– exclamó preocupado el que se acababa de despertar.

–N-no escucho nada Sumu, tengo miedo– Atsumu comenzó a llorar al decir eso y su hermano le abrazó. Bien es cierto que aún podía escuchar un poco, pero no era nada comparado a como escuchaba de normal.

El pitido no cesaba, haciéndole difícil la tarea de oír y entender lo que le decían.

–Vamos al hospital Tsumu– añadió Osamu dándole la mano a su hermano y ayudándole a levantarse.

Cuando Atsumu se levantó sintió como si no pudiera mantenerse en pie y a los pocos segundos calló al suelo.

(Dato: El oído es muy importante para el equilibrio, si el oído interno no funciona correctamente a la persona se le dificultará mucho la tarea de mantener el equilibrio)

Ninguno de los dos tenía la menor idea de que hacer, Atsumu estaba entrando en pánico por el hecho de no poder ni escuchar ni mantenerse en pie mientras que Osamu se preocupó aún más al ver que la herida en la cabeza de su hermano volvía a sangrar.

Con ayuda de Osamu ambos pudieron llegar hasta el baño y el menor de los dos pudo tratar la herida con más comodidad que anoche.

Después de eso los dos se cambiaron la ropa y trataron de salir de la casa sin hacer ningún ruido.

Era sábado por lo que no tenían que ir al colegio y su padre estaba aún dormido en el suelo, tal y como había quedado la noche anterior al desmayarse. Lo que les facilitó la tarea de salir de la casa.

Atsumu se esforzaba por caminar sin caerse mientras que Osamu le ayudaba a mantener el equilibrio.

Después de un largo camino ambos llegaron a las puertas del hospital.

The Loud Voice ~ Sakuatsu & OsasunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora