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Aclaración:
El texto centrado y con letra inclinada, será la voz de Ochako.

💠

Toda buena sesión de sexo ameritaba un buen cigarro luego.

Aún con Izuku recostado a su lado extendió su brazo hasta la mesa de luz, donde tomó uno y lo encendió. Dió una calada pero no pudo dar más ya que el lindo demonio junto a él se lo arrebató de los labios.

—Tú no deberías fumar, es dañino —dijo con hipocresía, si él podía ¿Por qué los demás no?

Izuku solo río un poquito luego de expulsar el humo.

—Lo único que puede matar a un demonio real, es otro demonio real —aclaró —así como también un demonio real puede matar a uno plebeyo, uno plebeyo puede matar a otro y también a los condenados mortales.

—Hm —soltó con una media sonrisa en rubio —el mosquito de mierda no podría matarme ni aunque quisiera.

—Pero yo sí podría —rió un poco y volvió a posar el cigarro en sus labios. Recordando la vez que provocó la caída libre de Katsuki por aquella colina que limitaba con el palacio real.

Había pasado bastante tiempo desde ese suceso que marcó un antes y un después en la vida de Izuku.

Abrazó a katsuki por sobre los hombros y le acercó el cigarrillo a la boca, pero no se lo devolvió, ahora era suyo.

Continuando con Kirishima, seguía abajo sentado en el sillón; esta vez degustando una bolsa enorme de papas fritas picantes

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Continuando con Kirishima, seguía abajo sentado en el sillón; esta vez degustando una bolsa enorme de papas fritas picantes. Para ser sinceros no eran sus favoritas pero eran las únicas que había.

Se encontraba mucho más calmado que antes al saber que arriba ya no estaba sucediendo mucho, al fin podía disfrutar en paz algo en la televisión.

Hasta que la puerta sonó.

La papa que estaba comiendo cayó de su boca y miró la puerta sorprendido. No estaban esperando a nadie.

Se asomó por la ventana escondido detrás de la cortina, intentando mirar a través de ella, encontrándose con una ya conocida y desagradable silueta.

—Correo... —se escuchó detrás de la puerta. Su voz era jadeante y desafinada.

Kirishima no hizo más que subir a toda velocidad a donde se encontraban Katsuki sin importarle que estuviese ocupado.

—Quédate aquí —le dijo a Izuku antes de bajar lentamente por las escaleras, intentando con cada paso pesado aminorar su ansiedad.

Decidió el mismo también asomarse por la ventana antes de abrir. Corrió un poco la cortina para observar bien a la criatura que se encontraba fuera.

Su blando cuerpo de gusano se sostenía con dificultad sobre muchas pequeñas piernas alrededor de un gran charco viscoso. Se veía muy cansado, jadeando y tosiendo sin parar.

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