Nadie nos dirá que hacer /Luberto

Final

Al conocer a la familia de Luca notó de donde este había heredado todo su encanto, el cual no solo se limitaba a lo físico. No podía sentirse más que agradecido por la aceptación que le daban a ambos.

Sin darse cuenta las semanas pasaron bastante rápido lo que significaba que las vacaciones debían terminar.

Al ser el último día que se quedarían ahí decidieron caminar por varios minutos hacia las afueras de Portorosso hasta que el cansancio ya no les dejó avanzar. Tanto habían avanzado que ni reconocían el lugar en donde se encontraban, aunque era de esperarse ya que ambos no visitaban aquel pueblo desde hace muchos años.

El cielo lucía hermoso, podían observar como las estrellas parecían ser más hermosas, brillantes, incluso tan cercanas que creaban al ilusión de poder tocarlas.

Aquellos astros asombrosos que habían hecho que Luca amase la astronomía, la carrera que tal vez estudiaría ya que ahora tenía una carrera concluida la cual podía hacer que pudiese costearse sus estudios.

Alberto miró a Luca recordando la primera vez que lo conoció. Por meses ni siquiera le podía dirigir la palabra, ahora estaba con él, viviendo algo que parecía un imposible, ya que su mente le decía que lo mejor era alejarse, sin embargo su corazón le exigía que siga adelante. Sin duda la mejor decisión de la vida.

El primer año quizás fue el más difícil para su relación. Ambos eran conscientes de que no siempre podían tener lo mismo que los demás.
Pero ahora estaba en un lugar completamente solos y podían ser y hacer lo que ellos deseasen.

Si, era bastante injusto, pero lastimosamente así era. Al menos se había avanzado en algo en comparación a años atrás.

Los envolvía un entorno bastante tranquilo : Bajo la luna llena y el sonido de las olas, agarrados de la mano contemplando el mar inmenso que los acompañaba. No podían desear más en ese momento, solamente ellos dos viviendo su romance que había iniciado con un secreto.

Alberto acarició suamente el rostro de Luca, mientras que entrecerraba sus ojos sintiendo la yema de sus dedos delineando la comisura de sus labios. Acercándose para besarse de nuevo. Era más que seguro que esos besos pasarían a más.

Fue en esa noche mágica se dejarían llevar por impulsos, deseos y sentimientos. En donde pudieron sentir sus pieles tibias con sus manos temblorosas, oyendo el latir de sus corazones y los jadeos de cada uno.

Estaban en la nada siendo todo. Ambos vieron el amanecer llegar, nunca olvidarían esa noche, la cual no tuvo lugar para los temores o arrepentimientos.

Ese viaje se convertiría en algo muy significativo para ellos, pues el vínculo que los unía se había hecho más fuerte al igual que el amor se incrementaba con cada día que pasaba.

Demás esta decir que ello no podían hacer cosas que otras parejas comunes hacían . Sin embargo eso no les desanimó ni por un segundo.

Sin duda conocerse había sido la casualidad más hermosa de sus vidas. Su vida juntos estaba por iniciar y ninguno soltaría la mano del otro.

Ambos serían capaces de superar las dificultades que se les atravesasen.

Aquella supuesta enfermedad o etapa nunca fue "superada".

Conforme pasaron los años, la aceptación se fue incrementado poco a poco y menos personas dejaban de esconderse. Pues cada día había más personas que decidían tomar la valentía necesaria para ser quien verdaderamente eran.

Sin incontables la veces en las los demás deciden darle prioridad a la opinión ajena la cual puede influir más de lo que debería. Lo que nos lleva  a actuar  complaciendolos cumpliemdo sus expectativas, dejando a un lado las cosas que realmente se desea hacer.

Nadie nos dirá que hacer fue lo que se habían dicho el día que su relación había dado inicio. Aquellas palabras que de paradójica podían sonar tan fáciles y a la vez tan difíciles de decir. Esas mismas que  les acompañaría el resto de sus vidas al igual que ese amor que se tenían el nunca tuvo final.