El sonido de unas campanadas reverbera por toda la ciudad marcando el fin del primer juego. Las siete de la mañana. Me dirijo de vuelta a la casa de los Dunne, mas la chica que me acompaña o más bien a la que sigo, toma una dirección completamente opuesta. No reconozco estas calles, es más, dudo haber pasado por ellas alguna vez. El sol comienza a salir. Los habitantes de Gealan bàh retiran las protecciones que habían colocado la noche anterior y salen de sus casas para intentar continuar con su rutina. Algunos miran aterrorizados antes de salir, otros corren, sin mirar a su alrededor, para entrar en sus vehículos y marcharse a Dublín lo más rápido posible.
La rubia y yo paseamos tranquilamente por los barrios residenciales todavía sujetando las cabezas de nuestras víctimas atrayendo un sin fin de miradas curiosas, aunque más que curiosas diría miradas de pánico, horror, asco... Y otros adjetivos que no nos dejan en un buen lugar. Doy gracias de haber conseguido un par de máscaras para cubrir nuestras caras ya que la mayoría de estas personas, son clientes habituales del bar y la verdad, no sería agradable atenderlos después de haberme paseado con una cabeza cortada por toda la ciudad.
—Es ahí —señala la chica hacia la nada.
Literalmente no hay nada ahí, solamente una gran arboleda de pinos en la que no se ve el final. Un poco insegura, la sigo entre los troncos, intentando no caer con las ramas y las raíces arraigadas en el suelo. El camino se hace eterno. Los insectos no paran de revolotear a mi alrededor e incluso puedo oír las pisadas cautelosas de algunos animales. Nunca he sido una fanática de la naturaleza porque mucho que mi padre insistía en hacer acampadas y senderismo en nuestra antigua ciudad. Ahora que recorro este oscuro y tenebroso lugar con una cabeza entre las manos y manchada de sangre, creo que me gusta todavía menos.
—Por fin llegan —escucho el tono neutral de Fionn una vez que alcanzamos una cabaña de madera en ruinas. Lo único que queda de ella son los cimientos y tampoco podría llamarlos así—. Siempre consigues sorprenderme, Lucie —continua con una mueca indescifrable surcando su rostro cuando se dirige a la chica a mi lado.
—Sabes que necesitáis más que cuatro idiotas para sacarme del ruedo, Suria —canturrea su apodo con sorna.
Inmediatamente todas la cabezas se giran en mi dirección e instintivamente alzo el mentón con una gran sonrisa. Los cinco encapuchados me observan minuciosamente a la vez que comentan algo en voz baja. No me gusta que me ignoren ni que me pasen por alto, así que cargándome de valor, pateo lo que queda de Victoria hasta que esta queda ante sus pies. Su conversación cesa y vuelven a posar sus ojos en mí.
—No es mi presa, pero pensé que estabais esperando a que llegasen los regalos —digo con el mismo tono que utilizaría una madre para hablarle a su hijo sobre los regalos de navidad.
—¿Y tú quién eres? —dice la única persona cuya máscara lunar es diferente a la del resto. El color bermellón resalta sobre las demás con algunas lágrimas blancas cayendo de sus ojos.
—Deva D'aramitz, Lady Oidhche [1*]—contesta la persona que me ha traicionado—Sigues en tu línea como siempre —hace una pausa—. Nunca dejarás de ser una niña irrespetuosa e impertinente —acto seguido noto un dolor inaguantable en mi muslo precedido de un sonoro rugido.
La muy perra me ha disparado. Ni siquiera sabe quién soy pero no ha perdido ni un segundo en atravesarme la carne con una bala. Érebo no es estúpida, jamás se presentaría frente a mí, ni siquiera ocultando su rostro. Debe estar escondida en su maldita ratonera, planeando el siguiente movimiento en el tablero de ajedrez, como la última vez. Sin embargo, esta mujer debe ser una de sus más fieles seguidoras, ella no dejaría al mando a cualquiera y menos sabiendo que voy en su búsqueda. Nunca escondí mis movimientos, siempre dejé en claro quién soy y a qué he venido. La cicatriz de media luna que dejó Sigrid bajo mi ojo hace dos años todavía resalta en mi cara. Todos saben de dónde vengo pero no lo que soy capaz de hacer.
—No me gustan las personas impertinentes ni inoportunas. Cuida tus actos y la basura que sale de tu boca o la próxima vez esa linda cara tendrá un agujero en la frente —susurra cautelosamente mas la amenaza y el filo de sus palabras calan en mi interior sin necesidad de alzar la voz—. No me gusta repetir las cosas, así que espero que haya quedado claro, D'aramitz.
Y ahí está de nuevo. Esa perfecta pronunciación francesa de mi apellido. Sigrid tenía razón, la luna siempre responderá mis preguntas y definitivamente acaban de saciar mi curiosidad para con una de ellas.
A pesar de mantenerme firme, manteniendo la mirada fija en las personas que tengo delante, siento como la sangre brota de mi herida y hace un recorrido descendiente por mi pierna. Sin apartar ni un solo centímetro mis ojos de los suyos, rasgo mi camiseta y coloco el trozo de tela haciendo presión sobre mi herida, alrededor del muslo. Me tiemblan las manos y sé con certeza que ante cualquier situación de peligro no podría luchar y mucho menos correr. Esta mujer saber lo que se hace. El tiro ha sido certero pero sin causar un daño mayor.
—Ha quedado claro que no te gustan muchas cosas, Lady Oidhche —pronuncio con cansancio segundos después rompiendo el silencio que se había apoderado de la escena—.Si no hay nada más que hacer aquí, díganle a Érebo que ha sido un placer ser la reina en su tablero pero que no caeré por el rey —formo una simulación de pistola con mis dedos y disparo al traidor de esta partida, tras haberlos dejado con la boca abierta y sin saber qué decir, me marcho todo lo rápido que mi pierna herida me permite, los aplausos y risas de Lucie haciendo de banda sonora.
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[1*] Oidhche: noche
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Las respuestas de la Luna
Mystery / Thriller¿Qué pasaría si de la noche a la mañana lo perdieras todo? Tal vez debamos preguntarle a Deva. Dev pensaba que lo tenía todo,que podría ser feliz, sin embargo todo lo que había logrado se vio destruido en tan solo una noche. Aquella fatídica noche...