VIII

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—¡PENSÉ QUE ESTÁBAMOS JUNTOS EN ESTO! ME DIJISTE QUE NO LO HARÍAS,QUE NO TE EXPONDRÍAS ASÍ —lo sujeto contra la pared, mi antebrazo haciendo presión en su cuello. Su manzana de Adán sube y baja tragando saliva. Abre su boca para tomar algo del oxígeno del que le está siendo privado.

Se revuelve bajo mi agarre, haciendo que ejerza una fuerza mayor. En uno de sus intentos de apartarme de él, consigue propinarme un rodillazo en el estómago. Retrocedo inmediatamente y las tornas se han vuelto en mi contra. Ahora soy yo la que me encuentro entre la pared de mi apartamento y su cuerpo. Sus ojos inyectados en sangre me miran con rabia, su cuerpo tiembla porque sabe que si me daña de alguna manera, todo se ha acabado para él. Soy intocable y eso él lo sabe perfectamente, es por eso que se enfurece todavía más y comienza a romper todo lo que se encuentra a su paso.

Un huracán incontenible al cuál solía confiarle mi vida, mis secretos y mi venganza ha arrasado mi apartamento y lo que es peor, ha arrasado conmigo, dejándome perdida y a la deriva pues ya no tengo nada con lo que contraatacar. No me queda nada a lo que aferrarme, lo he perdido todo por confiar en uno de los fenómenos más peligrosos de la naturaleza.

Ese fenómeno no es el que todos conocen, es más, pocas personas son capaces de descubrir la magnitud de las consecuencias que acarrea una vez que ha detonado frente a sus narices. Este fenómeno es peor que cualquiera de los desastres meteorológicos conocidos. Él tiene nombre y apellidos y es de carne y hueso.

Los peores desastres siempre son los que producen los seres humanos,  sin embargo he descubierto que eso no es verdad. Él no es humano, dejó de serlo hace mucho tiempo y fui tan tonta e ilusa que no fui capaz de darme cuenta. Dejó de ser humano y ahora es un monstruo incontrolable.

Las consecuencias de este fenómeno. Las de este individuo que no tiene nada que perder, son inimaginables y a mí me ha tocado estar en el ojo del huracán. Ni siquiera sé si esta vez podré salir victoriosa de su cólera.

—NO ESTAMOS JUNTOS EN ESTO, DEVA —grita de vuelta una vez que ha terminado de destrozarme la poca vajilla que tenía— ¿SABES POR QUÉ? PORQUE HAS INTENTADO JODERME—toma hondas respiraciones, una tras otras para controlar su tono de voz. Se talla la cara con las manos mientras mantiene los ojos cerrados, para cuando vuelve a hablar, su tono de voz suena calmado—. Y no puedo dejar que eso pase. Te estás metiendo en la boca del lobo. Te crees intocable, cariño y estás muy confundida. Como vuelvas ahí te van a devorar y ni tú, ni yo, ni la puta luna te vamos a poder sacar del embrollo en el que te has metido tu solita por tu maldita venganza.

—¿Yo solita? —me burlo— Fuiste tú quien me impulsó a esto. Deberías haberme dejado morir con mi familia, pero no, el señor necesitaba de alguien que hiciese el trabajo sucio sin importarte una mierda las consecuencias. Sabías que no me iba a negar porque ya no me quedaba nada que perder, sin embargo ahora soy yo la que da las órdenes y eso te jode —su mano se enrosca en mi cuello y comienza a apretar, cortándome la entrada de aire poco a poco. Una sonrisa sádica adorna su rostro. Sus pupilas se encuentran dilatadas, las aletas de su nariz se ensanchan y se relame la comisura de los labios como si estuviese ante un manjar— D-déjame —suplico en un apenas audible susurro.

No lo reconozco, este no es el chico que solía conocer. El dolor en sus ojos, la rabia acumulada, como aprieta la mandíbula para contenerse. El chico que creía mi aliado ha desaparecido. Y antes tenía la certeza de que no me haría daño, ahora tengo muchas dudas al respecto. Lo han manipulado y han hecho de él una marioneta.

—Ahora comenzarás a entender lo que pasa cuando intentas tomarme el pelo, pequeña —pasa su lengua por mi mejilla, dejando un rastro de saliva por ella—. Nadie juega con Érebo y sale viva para contarlo y ahora mi vida le pertenece, ma petite louve.

Las respuestas de la LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora