Capítulo 4

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Manjiro Sano y Mikey

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Manjiro Sano y Mikey. Parecían ser dos personalidades diferentes. Pero por desgracia para él, eran la misma persona. Se expresaban por igual, y sentían por igual.

Eso pensaba Kei, cuya verdadera misión no era tan solo participar en el Bloody Halloween en contra de su voluntad, sino distraer a Mikey y cooperar en el asesinato de Keisuke Baji.

Pero ahora no hacía nada. Era tan solo una espectadora de cómo Kazutora golpeaba con un tubo metálico al hermano del ex de su hermana.

Su teléfono comenzó a vibrar, de inmediato lo tomó y atendió, sin ver siquiera quién era.

—¿Dónde está Baji? —preguntaron del otro lado.

Tetta Kisaki.

Ella miró desde arriba tratando de identificar al de pelo largo y azabache; se encontraba abajo, apartado, mirando a Kisaki. —Tienes un admirador —le dijo ella—. Mira detrás de ti.

El bronceado giró la cabeza hacia atrás, y efectivamente tenía la mirada de Keisuke puesta en él, como en una película de suspenso. Para él fue inevitable sentir un escalofrío en su cuerpo.

—¿Qué le pasa...? —murmuró el chico.

—Creo que sólo quiere matarte, Tettas. —bromeó ella.

—Asegúrate de que Hanemiya haga su trabajo. Interviene si hace falta.

—¿Por qué no lo haces tú mismo? ¿Tienes miedo? —se burló.

—Este es sólo el comienzo, Kurobane Kei. ¿O debería llamarte Kurobane Hanyuu? —interrogó, ella se mantuvo callada—, haz lo que te ordeno y resultarás beneficiada.

—Ojalá un camión te atropelle un día de estos.

—Gracias por el cumplido. —le dijo, y finalizó la llamada.

Kazutora y sus compañeros perdieron la batalla contra Mikey, quien se desploma en el suelo. Y no era por cansancio, pero los motivos eran desconocidos para ella. Kisaki más tarde llega en "rescate" de Mikey, junto con cincuenta hombres más. Kei ayudó Kazutora a escapar en cuanto él recuperó la consciencia.

—¿La tienes? —le preguntó el del tatuaje de tigre. Sabía a qué se refería.

Kei sacó de su bolsillo un pañuelo blanco y lo acomodó muy bien en su mano, luego agarró una navaja que tomó del cuerpo desmayado de un pandillero esa mañana, la miraba y la detallaba.

—No te preocupes por tus padres —le decía el chico—. Fuiste cautelosa; tus huellas no aparecerán.

—¿No deberías cubrirte también?

Heathens  ›‏‎‎  Mikey.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora