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Antoine
Agosto, 2018

—¿Qué hace un campeón del mundo en un sitio como este?—una chica se sentó frente a mí, con una sonrisa socarrona en el rostro

—Ahogar mis penas en alcohol—suspiré moviendo la copa de whiskey—. Pero no lo digas por ahí o me matará mi entrenador.

Era realmente atractiva. Y no dejaba de mirarme a los ojos.

—¿Te han roto el corazón?

—Algo así—me miró interrogante, sentí la necesidad imperiosa de contarlo, pero no quería hacerlo porque sería más real en cuanto saliese de mis labios—. Acabo de firmar los papeles del divorcio.

—Vaya.

—Sí. Se suponía que después de ganar el mundial iba a ser el mejor verano de mi vida, pero ya ves.

—Estás jodido, emborrachándote y contándole todo a una completa desconocida. ¿Quién te dice que no saldré corriendo a contárselo a la prensa?

Me encogí de hombros y dejé el vaso sobre la mesa.

—Tienes cara de ser de fiar.

Esbozó una pequeña sonrisa y se pasó un mechón de cabello tras la oreja. Extendió la mano hacia mí.

—Soy Noa.

—Antoine—estreché su mano e hice un amago de sonrisa

—Un placer, Griezmann.

—Lo mismo digo. ¿Y a ti qué se te ha perdido por aquí?

—Mis amigas querían salir a bailar—hizo un gesto hacia la multitud que bailaba a nuestras espaldas

—¿Y por qué no bailas con ellas?

—No me gusta bailar. Ni bailar, ni salir, ni beber...

—¿Y entonces por qué has salido?

—Porque me han obligado—sonrió—. Y tenía la sensación de que hoy era un buen día para venir aquí. Y mira, te he encontrado a ti y he venido a hacerte compañía.

—¿Me han reconocido las demás?

—No. No les gusta el fútbol. A mí me apasiona.

—Uf, no sé yo si será bueno tomarme una copa con una fan—bromeé

—¿Quién ha dicho que me vaya a tomar una copa contigo, campeón del mundo?

Abrí la boca para responder, pero se alejó con una sonrisa inocente y se mezcló con la multitud que bailaba. El alcohol se me había subido a la cabeza, lo comprobé en el instante que mis piernas se levantaron como autómatas para seguirla. Esa chica tenía algo magnético.
La encontré con cuatro chicas más. Estaba moviendo las caderas al ritmo de la música y el pelo le bailaba alrededor del rostro. Sonreía mientras cantaba la canción que estaba sonando a todo volumen. Llevaba unos pantalones blancos y una camiseta negra de tirantes. Era la única que llevaba unas deportivas en vez de unos tacones.
Me acerqué por su espalda y apoyé mi mano en su cintura. Se giró a mirarme.

—Me acabas de decir que no bailas—dije intentando hacerme oír por encima del sonido de la música

—No estoy bailando, estoy dando saltos al ritmo de la música—se encogió de hombros y me dedicó una sonrisa divertida, puse los ojos en blanco—. ¿Quieres bailar conmigo, campeón del mundo?

—Pero si...

Me cogió de las manos y me llevó al centro exacto de la pista. Sonaba La Cintura, de Álvaro Soler, y curiosamente yo no podía dejar de mirar la suya. Puse mis manos sobre ella y comencé a moverme al ritmo que sus piernas marcaban. Ella no dejaba de sonreír y pasó sus brazos por detrás de mi cuello. Parecía tan libre mientras cantaba a todo pulmón.  Tan segura de sí. Tan ella misma.

Me dejé llevar y bailamos dos, tres, cuatro canciones más. No sabía qué hora era, pero no quería que la noche se acabase. Desgraciadamente sus amigas vinieron a buscarla para irse a casa y tuve que soltarla.

—¿Volveré a verte?—pregunté mientras las acompañaba al coche, para mí la noche también había llegado a su fin

—Eso depende de ti, campeón del mundo. No quiero perder el tiempo con chiquilladas y tú tienes el corazón astillado.

—¿Y por qué depende de mí?—sus amigas la apremiaron desde dentro del vehículo y ella me dedicó una sonrisa

Se inclinó hacia mi y besó mi mejilla, después esbozó una sonrisa traviesa.

—Tendrás que encontrarme.

—Pero si solo sé tu nombre.

Se encogió de hombros y abrió la puerta del coche.

—Voy mucho a una de las cafeterías de la zona de Tribunal.

—¡Pero...!

Cerró la puerta del coche y me guiñó el ojo, dejándome con la palabra en la boca y con unas ganas tremendas de volver a verla pronto. Desde luego no me iba a quedar de brazos cruzados, la encontraría y le pediría una cita. Costase lo que costase.

All these years [Antoine Griezmann]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora