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Antoine
Actualidad

No la besé en el momento que nuestros ojos se tranquilizaron y dejaron de llorar. De hecho no la besé esa noche ni tampoco la siguiente. Todavía no habíamos sanado del todo y necesitábamos asimilar todo lo que nos habíamos dicho. Esperé tres días exactos, hasta que estuvimos solos. Los niños volvieron con Érika y yo invité a Noa a venir a casa una noche.

—¿Estás seguro de que quieres que vaya?—cuestionó al otro lado del teléfono

—¿Por qué no iba a estarlo?—su silencio al otro lado de la línea me hizo preocuparme—Quiero que vengas, amour.

Suspiró brevemente.

—Estaré ahí a las nueve.

Para cuando llegó estaba hecho un manojo de nervios. Ni siquiera había estado tan nervioso la tarde que le quise pedir matrimonio. Esa noche era la demostración de que podíamos hacerlo bien, de que podíamos retomar las cosas.

—Hola, campeón del mundo—me dio un beso en la mejilla y dejó su abrigo en el perchero—. He traído una empanada de...

No la dejé terminar. Quizá fui un poco brusco. Con mis manos tomé sus mejillas e hice que nuestros labios chocasen. Tenía miedo de que me rechazase, pero parecía tan ansiosa como yo por ese momento. Nuestras lenguas no tardaron en enzarzarse en una batalla que ninguno de los dos quería perder. Sus brazos rodearon mi cuello y los míos rodearon su cintura. Sentí un alivio inmenso al ver que, cuando se separó de mí, fue para quitarse los zapatos y luego volvió a mirarme sonrojada.

—Perdón por la impulsividad—murmuré rascándome la cabeza—. Necesitaba hacerlo.

—Yo también lo necesitaba—esbozó una sonrisa y me tomó de la mano—. ¿Vamos a tu habitación?

Asentí. Ninguno de los dos quería perder más tiempo del que habíamos perdido estos años.
Subimos las escaleras entre besos, desprendiéndonos de las prendas de ropa que nos sobraban. Para cuando se tendió sobre la cama solo nos quedaba la ropa interior. Sonreí al ver un conjunto de encaje que me resultaba familiar.

—¿Lo has guardado todo este tiempo?—cuestioné rozando el borde de su sujetador con mi dedo índice

—No lo he usado con nadie más—jadeó y me atrajo por la nuca para volver a besarla

Mis manos se deshicieron rápido de su sujetador y mis besos bajaron hasta sus pechos, los cuales succioné y besé hasta hacerla jadear de nuevo. Mis manos, por su parte, jugueteaban con el borde de sus bragas. Al pasar mi mano por encima ya sabía lo húmeda que estaba para mí. Deslicé la pieza de ropa hasta que quedó en el suelo y seguí bajando con mi boca por su vientre. Besé las dos caras de sus muslos hasta que, por fin, la toqué con la lengua en el punto que más le gustaba. Oírla gemir así siempre fue música para mis oídos. Mi jodido sonido favorito. Sus manos se enredaron en mi pelo mientras jadeaba y pedía más. Sujeté con fuerza sus piernas cuando llegó al orgasmo y me separé para quitarme los pantalones.
Alargó la mano para desprenderme de la ropa interior y se colocó de rodillas en la cama. En cuanto sentí su boca rodearme en todo mi esplendor creí tocar el cielo.

—Para—la separé antes de llegar al éxtasis y la hice tumbarse—. Quiero aguantar más esta noche.

Estar dentro de ella era el jodido paraíso. Era consciente de cuánto la echaba de menos, pero no de cuánto necesitaba volver a sentirla, volver a ser uno. Entré de una estocada y jadeé. Ella arqueó la espalda, tratando de juntar nuestras caderas con más velocidad de la que yo le estaba dando.

—¿Tienes prisa?—me incliné para mordisquear su cuello sin dejar de moverme

—No, joder—gimió de nuevo y sus manos comenzaron a arañar mi espalda—. Más rápido, Antoine.

—Tus deseos son órdenes para mí—obedecí al instante y la habitación se llenó del sonido de los suspiros, jadeos y nuestros cuerpos conectando

No tardé mucho en correrme. Cuando ella llegó de nuevo al orgasmo y sus paredes se estrecharon caí yo también. Estar con ella era una jodida delicia. Nos quedamos unos segundos quietos, como si al movernos se estropease la magia que nos había rodeado esa noche.

—Ha sido increíble, campeón del mundo—con las manos me acarició el rostro y me sentí el hombre más afortunado de todo el jodido planeta, ¿cómo había podido dejarla escapar una vez?

Salí de su interior y tiré el preservativo usado a la basura del baño. Después me tumbé a su lado y la acurruqué entre mis brazos. Con su cabeza apoyada en mi pecho estaba seguro de que estaba escuchando mi corazón, que latía a mil por hora por el simple hecho de tenerla tan cerca. Sus dedos dibujaban formas en mi abdomen y mis labios reposaban sobre su cabeza. No era un silencio incómodo, más bien todo lo contrario. Era un silencio de tranquilidad. De saber que todo estaba bien. Que todo iba a ir bien. Comencé a acariciar su espalda y su respiración se ralentizó al mismo tiempo que sus músculos se relajaron.

—Estás mayor, Griezmann. Tu corazón va muy rápido. ¿Aún no te has recuperado de esta tanda de ejercicio?

Reí y su cuerpo rebotó al tiempo que se movía mi abdomen.

—No es cansancio, siempre se pone así cuando estás cerca. Soy como un adolescente.

Fue ella la que sonrió entonces. Dejó un beso en mi pectoral y se levantó para ir al baño. Podría acostumbrarme a eso. A tenerla moviéndose por casa como si fuese la suya. A hacerle el amor sobre mi cama todas las noches. A besarla a cada momento.

—¿Antoine?—murmuró saliendo del baño y caminando de nuevo hacia mi

—Dime.

—Deja de mirarme así, das un poco de miedo.

Solté una carcajada y me incorporé para abrazarla y pegar nuestros cuerpos de nuevo. Besé sus labios con dulzura.

—Te quiero—susurró—. Lo sabes, ¿verdad?

—Lo sé—le acaricié el rostro—. Esta vez no voy a dejarte ir.

—Espero que no lo hagas. No podré soportar que mi corazón se rompa otra vez ahora que vuelve a estar sano.

—Prometo cuidarlo. Prometo cuidarte—besé su hombro—. Ven, vamos a dormir.

Se abrazó a mi cuerpo y rodeé su cuerpo con uno de mis brazos. Besé su cabeza y ambos caímos en un sueño profundo. Nunca había querido a ninguna mujer como la quería a ella. Estaba jodidamente perdido por ella. Si la ruptura había sido como una caída en picado hacia el abismo , la reconciliación me había llevado al punto más álgido de felicidad en mi vida. Con ella a mi lado, nada podía salir mal.

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Hola, hola!! Siento estar tan desaparecida estos días, desde que salió mi libro he estado algo ocupada preparando la presentación y la uni este año me quita bastante tiempo libre. Espero que os guste el capítulo (hacía mucho que no escribía alguna escena 🔥 de Antoñito y la verdad es que ya le tenía ganas) y que estéis disfrutando de la historia. También espero que hayáis celebrado tanto como yo la victoria de esta semana de Champions, todavía tengo resaca emocional desde el martes.
Nada más! No os olvidéis que los comentarios con vuestras opiniones me ayudan a seguir motivada con la historia y a seguir escribiendo!
(Y si alguien se ha comprado mi libro y quiere hablarme del tema, mis mensajes están abiertos para ello) (y si no lo habéis comprado pero queréis echarle un ojo el link está en mi perfil, todas las compras me ayudan a cumplir mi sueño y estaré siempre agradecida por ello)
Os quiero 💕

All these years [Antoine Griezmann]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora