▪ DIECISEIS ▪

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El olor a café recién hecho inunda la. Permanezco sentada junto al ventanal de la cafetería a la espera del desayuno.

Levanto la vista del libro de biología para ver a Dorian recoger torpemente la bandeja con las dos tazas de café y un trozo de la famosa tarta de zanahoria del establecimiento. ¿Es tarde para decirle que odio el sabor del café?

—Un café con leche caramelo y canela—dice apoyando la bandeja de plástico y derramando algo de las bebidas—¿Qué tal lo llevas?

—Mejorable, como siempre. Al menos llegaré al aprobado.

Pongo varias servilletas sobre el líquido derramado.

—¿Por qué me da que eres de las que dicen que van a suspender y luego sacan la mejor nota de la clase?

—Porque no me conoces lo suficiente

Paso el dedo índice por la crema de queso de la tarta hasta llevármelo a la boca. Delicioso.

—¿Y qué tal si te recojo el viernes por la noche y vamos al cine? Así podríamos conocernos más.

—En el cine casi no se puede hablar.

—Cierto. Pero se pueden hacer otras cosas—dice con una mueca pilla.

Sostiene mis manos, y las besa delicadamente desde el otro extremo de la mesa. Un escalofrío recorre mi nuca como aquella vez en San Valentín.

Le llamé hace un par de días y estuvimos hablando toda la tarde. Fue como la primera vez en su piso. Me propuso quedar a desayunar y retomar lo nuestro. Clava sus ojos castaños en mí y entonces creo que puede funcionar.

****

Tras el examen de biología me encuentro con Joan y Sept junto a las taquillas antes de comer en la cafetería y repasar para el examen de economía.

De camino, encontramos al hermano de September con los amigos del exnovio de Samantha y que le metieron en problemas más de una vez. Ocultan una bolsa de papel agujereada riéndo como payasos. Nada más verlo, Sept se acerca a su hermano y lo aparta del grupo tirando de su sudadera.

—James, ¿qué haces? —le increpa—¿Es que no has aprendido nada? Casi nos expulsan.

—No es asunto tuyo—responde recolocándose la sudadera.

De repente la bolsa se mueve. Joan y yo nos apartamos asustadas hasta que una pequeña cabeza peluda hace un agujero tratando de escapar.

—¡Una rata! —exclama Joan.

—Es un hurón—señala el que lo sostiene ofendido—Marcus, te dije que te quedaras en la bolsa—lo acaricia.

—Mira no quiero ni saberlo. —Sept se dirige a su hermano—Pero atente a las consecuencias.

—Una vuelta en coche y, ¿ya estoy marcado para siempre?

—Ni siquiera tienes carnet, James. Te podrían haber arrestado, ¿es que no te importa? Si podemos estudiar aquí es por una beca—le recrimina.

—Solo se vive una vez—murmura un "amigo" suyo por detrás.

Él se ríe con ellos.

—Sé que crees que son tus amigos, pero no lo son. Solo quieren reírse de ti, ¿es que no lo ves? Te volverán a meter en problemas y te echarán la culpa. Nosotros no somos como ellos, no se lo pensarán dos veces para echarnos.

Se aparta de él y camina en dirección a la cafetería.

—Escuece, pero tiene razón—añade Joan de brazos cruzados.

Por todas aquellas razonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora