Deslizo la palma de la mano sobre el cristal empañado. Retrocedo un par de pasos dando un sorbo a la taza de té rojo humeante en la cocina.
Noah y Alanah llevan hablando en el patio desde primera hora de la mañana. En cuanto se enteró del regreso del chico prodigio, tardó menos de veinticuatro horas en reorganizar su esquematizado calendario y, aquello implicaba viajar a Boston una semana más tarde.
Ideó un plan perfecto contra su hermano. Una serie de pasos que conseguirían averiguar todo lo que ella quería, con las clásicas preguntas: "¿cómo, cuándo y dónde?" Pero lo más importante, reprenderlo por sus acciones tomadas hace poco más de un año. Mentiría si no dijese que estaba encantada con esa idea.
Sin embargo, muy a mi pesar, creo que sus planes se esfumaron a los cinco minutos de ver a su hermano pequeño. Cuatro palabras ordenadas a conciencia por parte de Noah y ya había conseguido embaucarla para justificar su ausencia y rebajar el tono de voz chillón de la futura abogada. Y lo mismo ocurrió con su padre, Hannan y Yacob, la semana pasada. Es exasperante que siempre consiga lo que quiere.
—¿Por qué les espías?
Yacob se sienta en la encimera de la isla de un salto dejando que su pequeño amigo verde descanse sobre su hombro.
—No les espío, contemplaba el paisaje. —miento—Además, alguien debe proteger que Alanah no caiga en las fauces de ese charlatán. Con tu padre, contigo y con mi madre estaba en la biblioteca y me pilló desprevenida. Pero ahora estoy preparada.
—¿Por qué los mayores sois tan extraños? —me pregunta frunciendo el ceño para luego señalar un plato de galletas—¿Puedo comer una?
—Claro, son de la cafetería. —hago una pausa—Y los mayores no somos extraños solo somos complicados, que es diferente. ¿Ya no estás enfadado con él?
—Un poco. —se encoge de hombros—Pero vio mis partidos en la web del colegio cuando viajaba y me ha regalado un guante de beisbol nuevo, hasta tiene mi nombre. También va a enseñarme a pescar y a navegar en barco este verano.
La alarma de mi teléfono interrumpe el interrogatorio. Dejo la taza en el fregadero y guardo los libros, esparcidos por la encimera, en la mochila.
—Yacob hoy te vienes conmigo a la cafetería así que puedes escoger un libro, un cuaderno de dibujo o lo que quieras. Mi madre pasará a buscarte a las seis. ¡Venga, que llegamos tarde!
—¿Podré comer toda la tarta que quiera? —pregunta poniendo los pies en el suelo.
—Con mesura. Date prisa, ¿vale?
Yacob sale corriendo entusiasmado. El Señor Ianson tiene una reunión con unos inversores en la cual requirió la presencia de su hijo, así que llegarán tarde a casa y mi madre debía trabajar en un caso al otro lado de la ciudad. El vuelo de Alanah sale a las cuatro y media, así que no hay alternativa.
Antes de marcharme me acerco a la ventana dando un par de toques al cristal frío captando la atención de Alanah. Me despido con la mano evitando un cruce de miradas con Noah, a quien he esquivado exitosamente desde que llegó, con la ayuda de Yacob, claro. A cambio de una onza de chocolate puede convertirse en un gran aliado.
*****
Yacob hace los deberes en la mesa del fondo. Keegan se ha pasado para ayudarme a vigilarle mientras atiendo los pedidos y estudio para el examen del lunes con Cassia al otro lado del establecimiento. Siento que no debería estar haciendo tantas cosas a la vez.
Sirvo un plato de tortitas con nata y sirope de chocolate recién hechas tratando de no tirar la bandeja como la semana pasada. El timbre de la campana oxidada anuncia la entrada de una nueva clienta. Al alzar el cuello, pongo los ojos en blanco al ver a Alanah entrar apurada.
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Por todas aquellas razones
Novela JuvenilKara y Noah tienen algo de historia juntos, y ahora que han vuelto a coincidir, su intención es que nadie sepa de ella. *** Tras volver de un intercambio escolar en el extranjero, Kara descubre que su madre va a casarse con, ni más ni menos, el padr...