Dos

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—Señora Hera.

El guardia hizo una pequeña reverencia en cuanto la dama entró a The Glorious, el club nocturno más enigmático donde sólo un sector de figuras favorecidas podían costearse una membresía.

Un club tan idílico donde nadie sabía exactamente su ubicación por la exclusividad que aguardaba y el díficil acceder a sus instalaciones.

Donde los únicos requisitos consistían en tener unos cuantos millones de wones en la cuenta bancaria, ser una persona sana en todos los aspectos, y un antifaz con la intención de poder respaldar la identidad de todas aquellas personas que acudían al club.

Este último requisito era indispensable cuando bien podrías estar compartiendo charlas o encuentros casuales con alguna figura pública, sin embargo, imposible tener conocimiento cuando acudías en incógnita.

The Glorious club por muy lejos parecía el tipo de sitios vulgares, lo único vulgar eran las formas en como sus socios se comportaban la mayor parte de las veces, por la misma razón, preferían pasar desapercibidos con el singular gusto que poseían.

La pelinegra de cabellos largos y flequillo desfiló por el majestuoso lugar contoneándo las caderas de forma coqueta, algo completamente diferente a esa señorita demasiado A y rígida que se movía todos los días por cada rincón de la fiscalía donde se hallaba adscrita.

Era como dos personalidades completamente opuestas.

Aquel vestido de satín negro que su mejor amigo escogió para ella estaba dando frutos, acaparando la mirada de los presentes y como depredadores a la espera de devorar a la dama.

Sin embargo, Junghee esta noche y como las demás, no estaba interesada en darle ni la hora a cualquier de esos tipos aún si se tratara del actor, modelo o político más influyente del país.

Junghee

Llegué a la barra de bebidas donde Yeonjun tenía listo mi white lady, como cada una de las noches donde asistía y conversábamos de las cosas más triviales, encontrando muy atractivas las charlas con ese jovencito que amaba jugar con las copas y hacer divinas creaciones con el alcohol.

—Junghee-noona.—y exacto, el pequeño Yeonjun era el único dentro de este club que sabía mi verdadero nombre y las razones por las que había llegado hasta dicho sitio.

Porque ese chico no sólo era el famoso barman de The Glorious Club, sino mi mano derecha.

Aquel interno que llegó hace tres años a la fiscalía con grandes aspiraciones para ser fiscal de tipo A.
Un estudiante de la Universidad Nacional de Seúl con un historial impecable de notas positivas que nunca bajaban de los cien puntos.

Y que me cautivó por su manera de comprometerse con esta misión, al grado de seguirme en esta loca idea de infiltrarnos a The Glorious Club.

Aún recuerdo aquella tarde donde me suplicó con fervor ser parte de la obra de teatro más importante de mi carrera, donde un sólo error podría dejarnos una bala en el cerebro, pero eso a él no le importó, arriesgó y arriesgará tanto como yo, porque ambos estamos dispuestos a esperar la caída de Míster Kim.

Yeonjun me dedicó un guiño con coquetería, tratando de verse como el típico rompe corazones de una sola noche, pero sabía perfectamente que él se sumía tanto en su papel como barman, porque en la realidad es sólo un chico ordinario cumpliendo con su deber, alguien que muy joven se privó de todas las cosas que una persona de su edad estuviese haciendo ahora.

Yeonjun prefería pasar horas en su ordenador o conduciendo en cualquiera de las zonas más peligrosas de Seúl con tal de encontrar alguna pista que nos llevara hasta nuestro objetivo, que embriagarse y liarse con cualquier persona que se topara en una discoteca de Itaewon, por eso, se convirtió en el único niño estable económicamente hablando que conocí con esa edad.

My Expensive GirlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora