Trece

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Junghee

Una quince de la madrugada.

Me escabullía en las oficinas de la fiscalía, donde las luces actualmente estaban apagadas y el ambiente en completo silencio.

Y como la obsesa por el trabajo decidí desviarme luego de cenar con Seokjin.
Habían pasado algunos meses desde que comenzamos salir ficticiamente, y por lo cual pasaba por mi todas las noches para cenar, o hacer alguna actividad extra con la finalidad de tener más tiempo juntos y conocernos, lo cual sólo hacía que mi interés por su persona creciera porque era mucho más que ese presidente que nos mostraban las pantallas.

Nunca había conocido a un hombre tan divertido y con variedad de temas para proponer sobre la mesa. Kim Seokjin era muy tranquilo, carismático y sencillo para ser un hombre tremendamente poderoso.

Él y yo habíamos complementado bien, y de cierta manera gané un extraordinario amigo.

¿Qué decía mi familia y amigos?

Mis padres estaban emocionados, en especial mi madre, quien insistió en conocerlo personalmente, la cual terminó en una cena demasiado informal pero amena en casa.

Jimin estaba demasiado neutro con el asunto, aunque si muy sorprendido que las cosas hayan caminado con rapidez entre nosotros, comenzando a sospechar de la autenticidad de nuestra cercanía.

Yoongi no paraba de molestarme, dirigiéndose a mi como la "señora primera dama" lo cual era demasiado estúpido viniendo de él quien en un principio no se encontraba tan agraciado por Seokjin, pero con el pasar de los días esas ideas preconcebidas iban cambiando.

Hoseok, Yoonji y Yeonjun, en cambio, eran los más emocionados con el temita, quienes decían que la buena fortuna estaba de mi lado encontrando al hombre que toda mujer desea.

Y no discrepaba, en esos meses tuve presente que Seokjin era el hombre ideal para cualquiera, para aquella persona que desee estabilidad y amor, pero él no era exactamente lo que yo buscaba.

Porque yo no era la clase de chicas que soñaba con un matrimonio y familia, tan sólo de pensar en ello me aterraba.

Mi vida giraba en torno al trabajo y atrapar a ese hombre que curiosamente había desaparecido sin dejar rastro durante estos meses, como si hubiese dado tregua, que de cierta forma me dejaba tranquila, y a la vez ansiosa.

No había dejado de pensar ¿Qué pasó con él?

¿Qué pasó con todos aquellos regalos que de la nada dejaron de aparecer en mi casa y oficina?

Para ser exactos, seis meses habían pasado. Seis meses donde mis objetivos de ponerlo tras las rejas seguían intactos.

Me adentré a mi oscura oficina removiendo mi chaqueta de cuero, sintiendo cómo el móvil recibía una llamada de Seokjin y que instantáneamente me hizo sonreír, por lo que me fue imposible encender las luces, y pasé hasta mi escritorio para sentarme en la silla de trabajo.

¿Trabajando?—dijo él al otro lado de la llamada.—¿Debería darte una condecoración por ser la mejor elemento de la fiscalía y mejor amiga de la nación?

Reí ante su absurdo comentario, así como también podía notar ese tono tan seductor que tenía al hablar.

—Estás siendo embarazoso. Basta.—chillé.—Será mejor que cuelgues.

—Oh vamos. Junghee, te extraño y apenas acabo de verte.—se quejó como cual niño pequeño, y podía imaginar ese lindo puchero cuando nada salía como él planea, haciendo que mi estado de animo siguiese de tan buen humor como hace veinte minutos cuando fue la última vez que lo vi.

—También te extraño, así como extraño a Hoseok y a Yoonji.

Así es, también lo extrañaba como un amigo.

—¿Y qué hay de mi?—Una tercera voz grave reinó en toda mi oficina, por lo que inmediatamente al ver salir aquel hombre que hace meses desapareció sin dejar rastro salía de la oscuridad, colgué la llamada de Seokjin advirtiendo que tenía un inconveniente.

Aunque, ese inconveniente era más un problema.

Era un problema llamado Kim Taehyung, quien sólo me miraba con cierto recelo mezclado de melancolía, generando una punzada en mi pecho.

Sí, yo estaba muy jodida.

My Expensive GirlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora