Ocho

193 19 0
                                    

Taehyung.

Sé mía.

Junghee se apartó rápidamente de mi incrédula esperando a que haya sido una broma, pero le dejé claro que mi deseo era de lo más real.

—¿Por qué me está pidiendo eso? Sabe que hay otras cosas que podría hacer por usted... creí que necesitaba un espía o algo por el estilo pero me está pidiendo que... ¿Me está tomando el pelo?

—Señorita Park, en qué está pensando. Cuando dije que sea mía pude referirme a todo un catalogo de posibilidades, no exactamente aquello que su mente ya maquinó.

Aunque, en realidad ella no supuso mal. Pero yo era un idiota que le encantaba llevarle la contraria a otros.

Y no mentía, yo quería a Park Junghee para mi.

Me levanté del suelo y le tendí una mano.—Venga, quiero mostrarle algo.

Dudosa por aceptar o no, me miró indecisa. Pero al final no tuvo más que rendirse.

Al momento de entrelazar por primera vez nuestras manos una explosión dentro de mi aconteció con locura, la suavidad y calidez que las manos de Junghee desprendían eran todo un tema de ensayo que estaba dispuesto a redactar.

Y estaba seguro de que no fui el único experimentando toda esa clase de choques eléctricos, Junghee también miraba nuestro agarre con cierta curiosidad, pero yo traté de hacer la situación menos incómoda caminando con ella hasta la entrada del pasillo donde poco a poco se podía volver apreciar los grupos de personas charlando.

Me detuve de golpe y sentí como la cara de Junghee rebotaba sobre mi espalda dejando escapar un quejido.

Voltee para asegurarme de no haberla lastimado, sin embargo, Junghee arrugaba su nariz de una forma tierna mientras dejaba pequeños masajes sobre esa área.

Inconscientemente sonreí a causa de una acción tan común, pero sólo verla así de pequeña me genera una extraña sensación de confort.

—Tendrá que pagarme una operación de nariz si algo extraordinario sucede.

—Sabemos que no fue tan grave señorita Park.

Junghee chasqueó la lengua dejando el tema a un lado.

Así que rodee a la chica quedando en la parte trasera de ella y tomé sus hombros para que prestara atención al frente.

A simple vista nosotros pasamos desapercibidos por la oscuridad a pesar de que ya estábamos en la salida del camino, sin embargo, eso evitó que fuésemos notados. Y cualquiera que lo hiciera pensaría que se trataba de una pobre chica siendo llevada por el diablo a aquel pasillo lleno de oscuridad, o cualquier cosa parecida que dejaría mucho que cuestionar.

—Ves a ese hombre de ahí.

Señalé a un tipo de algunos cincuenta años carcajeando con otro par de hombres perfectamente trajeados.

—Es el Magistrado Song. Qué tiene él.—Junghee dijo confundida.

—Más bien que no tiene.—contesté.—Crees que realmente su riqueza se deba a su labor de servir a la justicia. Es casi imposible y tú muy bien lo sabes.

—Nadie puede tener un abanico de propiedades en diferentes partes de Corea.—Junghee advirtió pareciendo unir las piezas a donde yo quería llegar.

—¿Ves a la ministra Jung? Parece una dama muy noble.—declaré con cierta burla.

—¡Lo es! Fue mi maestra durante la facultad, no existe nada malo que yo pueda expresar de ella.—Junghee ahora se escuchaba molesta y a la defensiva, entonces, yo volví a reír esta vez más alto pero insuficiente para que alguien pudiese escuchar.

My Expensive GirlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora