Siete

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Taehyung.

Mis pasos eran el único ruido que se emitían por solitario pasillo del costoso salón, y el reflejo de la luna iluminando a través de los ventanales decorados como esa clase de castillos antiguos. El mismo reflejo que inmaculaba la suave figura de la pelinegra de cabellos largos y lisos, Junghee.

Quien se movía desorientada buscando mi anzuelo, pero Jungkook había tomando otro atajo para dejarme a mi el camino libre y tener oportunidad de acercame a ella.

Su blanquecina piel se robaba completamente mi atención, a simple vista era delicada y hermosa, tanto como la propia Junghee, una mujer decidida y valiente que no temía de estar en la boca del lobo, porque su curiosidad era igual de grande que su orgullo.

—Maldita sea, dónde diablos estoy.—masculló.

—Nena, quizá yo pueda ayudarte.

Noté como se tensó en su lugar, estaba nerviosa, así como yo, y no puedo negar ese hecho, podía ser todo el tiempo un tipo de hombre que jamás mostraba sus expresiones fácilmente, era demasiado rígido para cualquier situación, pero por dentro a veces dudaba de mi fortaleza.

Como las pocas ocasiones donde había estado bajo la presencia de Park Junghee, una chica aparentemente común, pero sumamente peligrosa y silenciosa cuando se lo proponía, siendo esta una de las cosas que me cautivaron.

Definitivamente cualquiera desearía tener a una persona inteligente como ella alrededor. Y me arrepentía de haber existido en una circunstancia donde Junghee me era imposible por muchas razones.

Ella volteó en cámara lenta hasta encontrarse con algo que para mi no tan gusto le desagradó.

Observando con total cuidado, asombro y desprecio por lo que tenía frente a ella.

Quise reír en ese momento por el intento fallido de parecer ruda, pero ese ligero puchero que se formó en sus labios me pareció de lo más lindo que haya visto.

E inmediatamente todo rastro de mal humor en mi desapareció, como si la sola presencia de Junghee tuviese el efecto más fascinante sobre el villano de esta historia.

—¿Tú?... vaya, realmente esperé que en nuestro próximo encuentro tuvieras ese estúpido antifaz.

Y también amaba esa lengua tan viperina de ella, una que no le importaba ofender ni al propio Dios.

—Esos jueguitos de esconderse detrás de una tela no son lo mío. Pero sabía que si ese día me hubiese presentado tal cual, estaría en este preciso momento tras las rejas o muerto. No sé, cualquier cosa con la que te podrías desquitar.

—Y qué te hace pensar que no puedo hacerlo en este instante.

—Dudo que vengas armada o traigas por ahí escondida unas esposas. Además... no te convendría hacer tal cosa.

Junghee enarcó una ceja izquierda al mismo tiempo que tensaba su fina mandíbula.—No me tientes Kim. ¿Y que no me convendría? Vamos, si quieres matarme aquí mismo y tirar mi cuerpo al Río Han es ahora, no te andes con juegos previos.

—Si tú deseo es.—de mi saco dejé escapar un arma y noté como Junghee retrocedió por inercia, entonces, dejé escapar una estruendosa carcajada y el rostro de confusión en ella era notorio.

—Ves. Acabas de retroceder. No es tan valiente como aparenta señorita Park.
Pero, lamento informarle que me sirve más viva que muerta.

—¡No estoy de ánimos para cargarme ese humor tan horrible tuyo Kim!—bramó furiosa y yo seguro de que en cualquier momento pierde los estribos.

Si algo he notado en Junghee, es su temperamento inusual, mezclado con el sigilo de su actuar. Es decir, Park si que tenía agallas y determinación.

Si para ella es muerte súbita, entonces, no apelaría si ese era su destino.

—¡Te callas y me oyes!—esta vez fui yo quien advirtió con severidad.—O prefieres que la carrera de tu hermano y Min Yoongi se vaya a la mierda sólo porque no sabes guardar silencio.

Junghee se mostró confundida, pero inmediatamente logró conectar los puntos comenzando a negar con la cabeza sin dar crédito a lo que yo aún no había pronunciado, pero anticipé con pocas oraciones.

—De ninguna manera...—susurró para sí misma.

—Como adultos sabemos que no tiene nada del otro mundo que dos hombres se amen. Pero vivimos en una sociedad donde los comerían vivos, y los harían renunciar a todo. Además, que pensaría esta chica...—traté de recordar el nombre de su mejor amiga.—Ah sí, que pensaría Min Yoonji de que su hermano fue la causa de su matrimonio fallido. Te imaginas lo cruel que sería para ella descubrir que Jimin y Yoongi, su propio hermano son amantes de años.
Que dos hermanos se follaron al mismo hombre. Y sobre todo, que tú, su mejor amiga lo sabía pero fue tan cobarde para decirlo. O quizá se deba a que la lealtad que le tienes a Jimin es más grande que a la que le tienes a otras personas, pero entendible, es tu hermano después de todo y querrás salvarle el culo. ¿Pero a qué costo Park Junghee?

La altanería de mi bella mujer desapareció y lágrimas de rabia brotaban de su lindas orbes marrones, admitiendo que no me agradaba para nada verla así de vulnerable y acorralada por mi, pero no me importaba ser el villano de esta historia con tal de tenerla milisegundos.

Lo próximo que vi me dejó un amargo sabor de boca, uno que al mismo tiempo me causaba dolor.

Una mujer capaz de sacrificar todo por amor a su hermano, por protegerlo y de cierta forma admiré esa lealtad que le tenía.

No sabía exactamente la relación que los hermanos Park tenían, pero la manera en como Junghee dobló las manos y se hincó delante de mi, sumisa y rendida, sólo era una prueba de que Park Jimin era un hijo de puta con suerte, capaz de hacer que su propia hermana se sometiera a la voluntad de un hombre tan asqueroso como yo, con tal de guardar su sucio secreto, ese que ni él mismo puede encargarse de enterrar.

Y por un momento me sentí celoso de él, porque yo también ansiaba que algún día Junghee me entregara su lealtad completamente, y no descansaría hasta ganarme ese privilegio.

—Señor Kim...

La forma tan suave en como pronunció aquello fue una caricia a mi podrida alma, necesitado porque esa veneración sea real, porque algún día también tenga el respeto de Junghee.

—¿Qué desea que haga yo por usted?

Todo, pensé.

Lo que tanto quería escuchar por fin había sucedido, generando una sensación indescriptible, un sentimiento de esperanza que sabía que jamás llegaría. Pero lo tomaría todo mientras pudiese.

Lentamente me agaché hasta su altura y peligrosamente acercándome hasta su oído para susurrar nuestra sentencia.

Sé mía.

My Expensive GirlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora