Capítulo 1

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El casi inaudible sonido de unas pisadas sobre la hierba, más el cántico de algunos grillos, era todo lo que podía percibirse en esa noche sin luna en las afueras del gran muro de la Aldea Oculta entre las Hojas.

El bosque que se alzaba en los alrededores parecía tener una mezcla entre místico y tenebroso, aunque esto era solo un efecto de la casi nula iluminación que había en el ambiente. El viento soplaba las hojas con suavidad, provocando el leve movimiento de estas. Sin embargo, la escenografía era lo menos importante para las dos siluetas que se alzaban en medio de la negritud.

Itachi le dio un último vistazo a su hermano menor mientras eran acobijados por la oscuridad de la noche. Apenas podía distinguirlo, su ropa igual de oscura que el cielo, su rostro cubierto por una capucha y una tela oscura cubriéndole hasta la nariz, quedando solo sus ojos al descubierto.

—Oculta tu chakra, oculta tu aroma y no titubees.

Recibió un asentimiento firme como respuesta.

—Cuídate, Sasuke.

—Lo haré.

Itachi alzó la mano y le dio un toquecito en la frente con sus dedos índice y medio.

Y luego le vio marchar, alejándose mientras corría entre los árboles del bosque nocturno. Alzó la vista al muro que protegía la aldea de Konoha, cerciorándose de que nadie podía verle, y dio un último vistazo al lugar donde había desaparecido su hermanito.

Era lo mejor. Si Sasuke se quedaba, sería para vivir como prisionero por el resto de su vida. Ya había vivido suficiente los abusos de su padre como para que tuviera que resignarse a ser utilizado como mercancía por beneficio político del clan. Su hermanito merecía ser libre de todas las ataduras de su familia y tener la oportunidad hacer su propia vida, y eso jamás lo lograría mientras viviera bajo el techo del patriarca de los Uchiha.

—Espero que encuentres lo que buscas. —murmuró al viento y, unos segundos después, desapareció entre las sombras.


-.-.-.-


— ¡Naruto!

— ¡Woah! —un grito, un golpe y después un gemido lastimero.

Una figura se removió en el piso luego de ser cruelmente despertada de su siesta y obligada a caer de bruces al suelo.

Naruto apoyó las manos en su escritorio y asomó la cabeza, su vista enfocándose en la alfa pelirrosa dentro de la oficina, quien le observaba con las manos en la cintura y una mirada reprobatoria.

— ¿Qué crees que haces durmiendo en el trabajo? ¡Eres el Hokage! —le riñó la mujer, a lo que el aludido se limitó a apoyar la barbilla en la mesa y hacer un puchero.

— ¡No estaba durmiendo! Solo cerré los ojos por cinco minutos...—murmuró en medio de una queja, su lenguaje corporal claramente dejando ver que estaba agotado. Eso, y las bolsas bajo sus ojos eran tan grandes que hasta podría cargar en ellas sus compras de la semana.

Sakura suspiró sonoramente mientras el rubio regresaba a su asiento, dejándose caer como un saco de papas, sin ninguna delicadeza.

—Shikamaru me llamó porque dijo que has estado más cansado que de costumbre. —le dijo, rodeando el escritorio para poner una mano sobre su hombro, a lo que Naruto alzó la vista para verle.

—Lo siento, no quería preocuparlos. —le contestó apenado, rascándose la cabeza distraídamente.

—No es bueno que te ahogues en el trabajo, Naruto. —le recordó con cierta resignación.

EsperándoteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora