Capítulo 2

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¡Estoy en casa!anunció, quitándose los zapatos en la entrada de su hogar para dejarlos a un lado.

Eran apenas las nueve de la mañana y debería estar en la Academia aún. Era demasiado temprano para estar de regreso en casa.

Sin embargo, su maestro lo había mandado de regreso por una fiebre repentina que estaba comenzando a marearlo. Fue muy extraño, ya que no se había sentido mal antes. El calor vino de la nada, como si de repente hubiera tocado un botón que hubiera activado algún tipo de enfermedad en su cuerpo.

Entrando a pasos lentos, se limpió el sudor de la frente con la manga de su camisa. Caminó hacia la cocina, en busca de su madre, pero la encontró vacía. Seguramente había salido a hacer las compras y volvería a tiempo para hacer el almuerzo.

Suspirando, no se molestó en buscar a Itachi, su hermano mayor. El chico había salido en una misión desde la mañana, antes de que él mismo se fuera a la escuela. No tenía sentido buscarlo si sabía que no estaría en la casa.

La única otra persona que podría estar ahí era...

¿Sasuke? ¿Qué haces de vuelta tan temprano?su padre, con su estricta voz y un tono de reproche, encontrándolo in fraganti fuera de la Academia, donde se supone que debería estar.

Sus ojos se alzaron para encontrarse a un hombre alto, de brazos cruzados y con el ceño fruncido. Era claro que esperaba una respuesta y que, si no se la daba pronto, se enfadaría.

Me han mandado de regreso a casa, padre.le contestó con voz cansada pero audible, el calor en su rostro comenzando a nublarle la visión.No me... No me siento bien.

El hombre arqueó una ceja y se acercó, su rostro tan severo como siempre. Le puso una mano en la frente y sí, definitivamente su hijo menor estaba ardiendo por la fiebre.

No debería ser excusa para perder un día de clase.gruñó y, suspirando, apartó la mano del niño.Ve a recostarte. Asegúrate de estar bien para mañana, no puedes faltar más a la Academia.

El chico asintió, dando las gracias y retirándose a su habitación.

Con pasos torpes, abrió la puerta corrediza de su cuarto y la cerró tras de sí. No se molestó en cambiarse de ropa, solo desdobló su futón y se dejó caer sobre él.

Cerró los ojos, su respiración agitándose conforme pasaban los minutos. La ropa se le pegaba al cuerpo por el sudor, y la vista se le estaba volviendo cada vez más borrosa.

¿Su madre ya estaría de vuelta? Ella sabría qué hacer, ella siempre lo cuidaba. Le pondría paños fríos en la frente y le prepararía algo delicioso de comer. Le besaría la frente antes de dormir y le aseguraría que pronto todo estaría bien...

Aún podía ver la sonrisa que le había dedicado esa misma mañana, tan cálida y tan afectuosa. El bento en su mano bien envuelto en un furoshiki, para que se alimentara bien en lo que terminaba el día escolar. Recordaba cómo le acarició el cabello y le deseó un buen día antes de que saliera, listo para dar lo mejor de sí en la Academia.

Jamás imaginó que esa sería la última vez que la vería, que luego de ese día se desataría el infierno.


-.-.-.-


Naruto no estaba seguro de recordar cómo habían terminado así.

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