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Sabía que era mala idea. Nunca debería haber hecho caso a Nahoya de ir a un parque de atracciones. Allá por donde miraba le recordaba a cuando iba con sus padres, encogiendo su corazón en su pecho al pensar en ellos.

Cabizbajo miraba a sus alrededores, sin querer toparse con nadie. Sobretodo con sus antiguos amigos de la Tokyo Manji, hace unos meses lo dejaron cuando no podían soportar con el dolor de la reciente muerte de sus familiares. Sin dar explicaciones incluso se mudaron, alejaron todo lo que una vez fue su antigua vida.

A veces se arrepentía, pero no necesitaba a nadie más que la soledad que mantenía con su hermano mayor. No estaba de humor para nada más.

En todo este tiempo habían sido el único apoyo que habían tenido el uno a otro. Sin embargo Nahoya era el que mejor toleraba todo aquel asunto, por ello quiso intentar animarle.

Acabando en fracaso.

Se había perdido.

No sabe cuando fue que perdió de vista al de cabellos anaranjados, pero cuando se dio cuenta se sentó en un banco no queriendo ir más lejos. ¿Qué tan grande era ese lugar?

Resopló, jugando con sus dedos estando bastante nervioso lo que provocaba que su rostro se viera más enfadado que de costumbre.

La gente se alejaba de él por ello, ahora mismo agradecido. A pesar de que a veces le doliera, él no tenía culpa de no poder cambiar aquella expresión de su testa.

Las lágrimas empezaron a amontonarse en sus orbes azules como el mar, cayendo como río pasando por su cauce. Haciendo unos pequeños pucheros con sus labios al curvar de esa manera sus delgados labios.

En otro momento eso había provocado que el ogro azul llorón surgiera, pero este había desaparecido así como sus padres en su vida. No sabía exactamente la razón, quizás era porque sentía tanto dolor que ya no podía soportar. Ya no sentía ganas de luchar por nada ni nadie.

Quería encontrar a su hermano lo más antes posible pero no veía que eso fuera posible, sus orbes estaban cristalinos provocando que se le nublara la visión por las lágrimas que estaban por toda su cara, sobretodo en sus redondeadas mejillas.

Se levantó de su asiento, intentándolo de nuevo. Pero solo provocó que empezará a tropezarse entre tanta gente, al no poder ver bien por donde iba. Hubo uno que le empujó, provocando su caída al suelo. En ese momento sus manos llevó a su rostro intentando retirar esas gotas saladas de su testa, pero no podía remediarlo.

Quería encontrar a su otro yo.

Al levantarse se dio cuenta de que se había raspado una de sus manos, hábil algo llena de sangre por eso. Su rostro se había manchado un poco incluso. Pero sin darle ninguna importancia, quiso seguir su camino. Le dolía, e incluso algún quejido pudo soltar en su momento. Acompañados de sollozos por encontrarse solo y perdido.

Hizo ápice de valor y se acercó al cabo de unas horas a un chico que tenía cercano, su mano no herida uso para llamar su atención. Quería preguntarle si había visto a un chico como él, quizás con ayuda podría estar más rápido a su lado.

La persona a la que había pedido ayuda o eso era lo que intentaría puso cara de sorpresa ¿y miedo? Cuando vio su rostro lleno de lágrimas, como si teniendo que le fuera a dar una paliza.

Él no quiso darle mucha importancia, no le había reconocido. Quizás porque quiso dejar todo de la ToMan atrás, que no se fijó bien en facciones ajenas.

En cualquier momento estaba por huir, este no sabía que su ogro azul no saldría, pero su mano le impidió aquello, mirándole desesperado mientras los sollozos de nuevo quería desalojar su garganta.

— ¿P-Podrias ayudarme a buscar a mi hermano?

Comentó, a su impresión se sorprendió, ¿no entendía que era lo que le sucedía al chico de hebras rubias y azules? Volvió llevar manos a sus ojos soltandole.

Este había notado la mano herida y no parecía que fuera a atacarle, pensando que no había sido reconocido, su mano colocó en esponjoso pelo del de cabellos azules.

— ¿Por qué tan perdido, dulce de algodón?

Sonrisa altanera tenía en sus labios, quizás podría vengarse de lo que pasó hace un tiempo. ¿Pero por qué el corazón del Haitani menor se sentía mal al verlo con esta cara tan desolada? Tenía una curiosidad que quería saciar.

Nubes de algodón. RINGRYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora