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Después de prácticamente destrozar su cuarto en busca de una ropa para ponerse, fue que se dio cuenta de que le quedaba poco tiempo para llegar al sitio donde habían quedado. Por suerte ya estaba vestido, tendría que arreglar su recámara más tarde.

Saliendo después de ver que estuviera todo bien, le dejó una nota por si acaso su hermano llegaba antes que él. No quería preocuparle después de todo. A pesar de que sabía que eso iba a ocurrir de todas formas, ya se imaginaba la cara que iba a tener. Pero en cierta forma era culpa suya que tuviera que preguntar a otro ya que no le quería decir.

Comprobando que tuviera la llave y cerrando su casa con esta al salir, caminaba nervioso hacía el parque cercano a su casa para ir al sitio que hubiera elegido el contrario puesto que no le había querido comentar el lugar de la cita.

Maldito cuatro ojos. Pensó, exhalando un poco.

Al acabo de los minutos había llegado, viendo que el rubio de mechas azules ya se encontraba en el lugar, ocelos turquesas fijándose en lo guapo que estaba.

¿Guapo? Debió haberse golpeado hoy al caer de la cama para pensar en algo de esa calaña. Puede que incluso tuviera un impredecible rubor en sus mejillas cuando alzó su hábil diestra para saludarle.

— ¿Llevas mucho tiempo esperando? — Jugó con sus dedos tímidos lo que consiguió que el rubio alzara una ceja, divertido. — ¿Me piensas compensar si haya sido así? — Mientras estaba siendo rodeado por la cintura siendo acercado a su anatomía me dijo, yo negando y posando una mano en el pecho ajeno, intentando mantener ciertas distancias. — Calla antes de que me arrepienta.

Pudo escuchar claramente una risa cuando le soltó, aunque le colocó un brazo alrededor de sus hombros provocando que su mirada fuera a la foránea.

— Hey. ¿Piensas estas tan pegado a mi? — No podía negar que le ponía bastante nervioso que hiciera eso y mira que ya lo estaba desde antes de salir. — Es una cita, ¿no era así?

Se tuvo que callar ya que quería saber sobre el pasado que este conocía, pero cada vez pensaba que era una peor idea. Estaba algo frustrado.

— ¿A donde vamos? — Le dijo por enésima vez al cabo de unos minutos ya que no obtenía ninguna respuesta a ello. Estaba a punto de mandarlo todo al carajo y largarse hasta que notó un dedo en sus labios para mandarle a callar. — Te juro que quiero patearte, estúpido.

Le había mandado a callar porque se encontraban al frente de unas salas de cine, justamente para ese día había reservado toda una sala para ellos dos solos. ¿Por qué temía que eso no era buena idea?

— Al cine. . . bueno al menos no es nada fuera de raro.

Parecía que ya sabían quienes eran cuando habían llegado por lo que fueron directamente a la sala completamente vacía, siendo sentados en el medio de la misma total no había ni habría nadie más.

—Algondocito, hoy tendremos la sala para nosotros solos. — Eh. Trago saliva, no se fiaba para nada de las acciones que podría hacerle si estaban solos. Debido a lo último que hizo cuando se encontraron cerca de su casa. Sus mejillas acumulando rojo en ellas cuando lo estuvo recordando.

— Bien. . . Cuando acabe quiero saberlo todo y no nos volveremos a ver. — Afirmó pero el contrario no pensaba de esa forma, no se quería separar del chico hasta que lo tuviera enamorado para luego romperle el corazón.

— Claro, claro. Lo que diga el chico lindo.

Al empezar la película todo estaba tranquilo pero pronto se dio cuenta de que se volvía todo subido de tono y no era solo porque el rubio andaba acariciando su pierna poniéndolo bastante nervioso. Ciertamente no podía estar atento a ambas cosas cuando tuvo que poner sus manos en los orbes ya que su corazón latía fuertemente con lo que había en la pantalla. Dedos en forma de tijeras durante un rato hasta que dejó de verlo para sonrojado fijarse en el rubio que había pasado a siguiente plano acariciando sobre su entrepierna ya algo despierta.

— ¡Hey, ¿Qué haces?! Maldito cuatro ojos pervertido. — El mayor alzó una ceja, riendo y apretando esa zona sensible lo que provocó un dulce sonido para oídos foráneos. — ¿Tú qué crees, lindo? ~

Altanero había respondido, antes de ser tomado por las caderas para ser sentado encima del contrario. Removiendose fue que posó sus manos en los hombros ajenos. Este había rozado sus labios, cada vez sabiendo menos como reaccionar y queriendo salir corriendo pero sus piernas no funcionaban. Cuando menos se había dado cuenta sus labios habían sido unidos de nuevo a los foráneos en un ardiente beso al que correspondió en un débil compás antes de morderle.

— ¿¡Acaso sabes donde estamos!? Nos podrían. . . — Siendo interrumpido sonora carcajada resonó en toda la sala.— ¿Nos podrían ver en una sala vacía?

Nubes de algodón. RINGRYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora