2

2.6K 406 107
                                    

Por un momento le pareció que le sonaba la persona que tenía delante, pero simplemente no lo hacía. Cualquier recuerdo de cuando sus padres estaban vivos prefirió guardarlos en una cúpula bien escondidos en un cofre con una cerradura imposible de descifrar.

Aún no lo había superado y seguramente sería difícil para el chico con cabello esponjoso como un algodón de azúcar. El dolor se había incrustado en el fondo de su corazón.

— ¿No piensas decir nada?

El Haitani menor alzó sus cejas al ver que intentaba hacer esfuerzo de recordarle, porque había algo que le sonaba pero no llegaba a entender el que. Tampoco hizo mucho caso a su mirada, pasando brazo por el hombro del menor. Le ayudaría a encontrar a su hermano, y quizás también buscaría un poco de diversión por su parte.

— Te ayudare a encontrarle, así que ya deja de llorar.

Era algo incómodo tener que escuchar sus lloriqueos o eso pensaba, parecía una cría que no era capaz de separarse de sus padres. O en este caso, de su hermano. Entre eso y lo silencioso que era, empezaba a sentirse ya agotado de querer ayudarle.

— Soy Haitani Rindou, ¿este algodón me piensa decir su nombre?

Tardó un poco en responder, ya hacía unos momentos que había dejado de llorar. Limpiando sus ocelos de color zafiros, bastante lindos a su parecer.

— Kawata Souya.

Parecía tímido, Rindou no podía entender como fue este chico el que le había dado una paliza de un solo golpe hace ya unos meses. Bufa en inconformidad. Apretando más el brazo que le mantenía envuelto, dando un paseo por el parque de atracciones. ¿Quien dijo que le iba a llevar directamente con su hermano? Que aburrido.

"Vamos a buscar sus puntos débiles para después destrozarlo."

Así como este lo hizo, aunque sabía que fue después de romper su brazo y piernas, aparte de herir a su compañero de gravedad.

Sin embargo esas cosas no le importaba. Crueldad era su segundo apellido.

— Oye, ¿no te gustaría montarte en la noria? Quizás así podemos ver a tu hermano.

Asiente con la cabeza ante tal propuesta, caminando hacía dicha atracción con la ilusión de poder encontrar a su gemelo. Era lo único que tenía ahora mismo después de todo.

Pronto ambos habían llegado a la noria, aquella atracción redonda con muchos espacios diminutos donde podrían entrar un par de personas o más, mientras que iba subiendo dando vueltas.

Había un poco de cola, pero esperaron pacientes, o al menos el chico con cabello azul lo era. Puesto que Rindou pensaba que estaba perdiendo bastante de su preciado tiempo. Más fácil era llevarle al sitio de los niños perdidos y que otro se encargará de él. Suspira profundamente lo que hace que Souya se fijé en este.

— Si quieres puedo buscarlo solo, idiota.

Hizo un pequeño mohín con sus labios, no quería hacer sentir incómodo a la única persona que había querido ayudarle sin ningún tipo de interés de por medio.

Pero claro este no sabía que si había uno. Y era el hacerle daño.

Una vez llegó su turno ambos se subieron, Souya como un niño feliz se puso al lado de la ventana. Observando por allí.

El paisaje era hermoso. No sabía cuando se había hecho de noche pero ver el parque de esa forma era increíble, las luces, la música, la luna en el cielo alumbrando lo poco que le dejaba las luces artificiales. Manos había apoyado en los cristales, intentando verlo pero de momento no lo conseguía. Rindou por su parte si había podido ver el espeso pelo naranja, gemelo de su acompañante, pero quiso no decírselo del tirón.

La cara de desilusión era agradable para su persona, así como cuando rompía huesos a sus contrincantes.

— No te preocupes, seguro que pronto podemos encontrarlo.

En cierta forma era como darle falsas esperanzas, como quitarle un caramelo a un niño. Puesto que no pensaba dejarle ir hasta que se canse.

O hasta que fuera encontrado por su hermano, lo que antes llegará.

Lo que no se esperaban ninguno de los dos es que la luz se fuera en todo el parque, provocando que ambos quedarán encerrados en la atracción. Para mala suerte de ambos estaban justo arriba del todo. Y a saber cuanto tiempo tardarían en sacarlos de ahí.

Souya comenzó a temblar asustado mientras que Rindou le miraba con cara de pocos amigos. Se le arruinó la diversión.

Nubes de algodón. RINGRYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora