10

1.9K 291 75
                                    

En los siguientes días el pequeño peliazul se había quedado encerrado en su habitación sintiendo tantas emociones que no podía soportar, tantas que estaba abrumado por la forma en la que estas querían escapar de su pecho. Entre lágrimas y sollozos, no paró de mirar en el poco silencio que había el chat donde una vez habló con Rindou con ganas de hablarle pero nunca tuvo el valor.

Se sentía usado y más que eso, traicionado. No pensó que solo le hubiera querido para tener sexo, sin embargo tonto fue de no haberle pegado una cachetada y salir corriendo. No entendía que era lo que le causaba tanto dolor, su pecho ardía por ello. O quizás si.

Haitani Rindou le gustaba. Y ahora era tarde.

Se dejó llevar por unos sentimientos que aún no conocía. Ante los toqueteos y besos que le daba, excitado ante el lugar en el que se encontraban, no guardando la pasión que se le desbordaba. No se arrepentía y puede que volviera a hacerlo, solo para sentirse especial una vez más.

Ya le daba igual su pasado, ahora en su mente solo se encontraba sus ganas de verlo una vez más. Se mentiría si dijera que no se sentía triste por aquella abrupta separación. Ardía en ganas de conocerle más, de volver a ver su sonrisa fanfarrona y aquella mirada que tanto le gustaba.

Para que negarlo, había algo en el Haitani menor que le daba curiosidad y deseo, como una atracción o adicción, desde el primer día que le conoció.

A Kawata Souya realmente no solo le gustaba Haitani Rindou, se había enamorado de este.

Sin embargo era un sentimiento seguramente solo tenía él.

O eso pensaba.

. . .

En la puerta su hermano mayor le observaba triste, decepcionado de si mismo por no haber podido protegerle. Dolido de ver como le habían roto el corazón a su otra mitad. Iba a ir a hablar con este cuando el timbre escuchó yendo hacía la puerta para abrir, encontrándose la atenta mirada de dos jóvenes con amatista ocelos. Haciendo que su expresión luciera enojada a pesar de su característica sonrisa. Queriendo cerrar la puerta en sus caras pero el peliazul había ido a ver quien era, quedándose sorprendido mientras una chispa de ilusión se abría pasó en su corazón.

Pudo ver como el mayor de ambos le dio un codazo al rubio con gafas, ante la atenta mirada del joven de cabellos anaranjados que parecía que quería saltarle a la yugular para así matarlo. Quizás siendo lo más atrayente, así su hermano dejaría de sufrir por un amor perdido.

— Sou. . . Souya, me gustaría hablar contigo. . . A solas. . . — Se le podía ver ¿arrepentido? Apenas podía mirar al joven de orbes azules, como si temiera un rechazo. Pero sus palabras fueron detenidas por el gemelo mayor de los Kawata, cruzándose de brazos porque tenía ganas de pegarle hasta cansarse. — ¡Y una mierda hablaras con mi hermano!

Nahoya estaba enfurecido, después de lo que le había hecho y ni siquiera ido a buscar a Souya, ahora quería hablar de este. Después de noches escuchando llorar a su hermano ya que se había sentido usado.

Lo que este no sabía, es que no era el único que lo había pasado mal. Rindou se sentía mal de haber hecho daño a la pequeña bola de algodón, como le decía este en sus pensamientos. Su mirada de dolor aún le seguía en sus sueños.

Ya no quería esa venganza de la que tanto hablaba, ahora solo quería arreglar las cosas con el mejor Kawata y suplicar por su perdón. Pero el mayor no le dejaría las cosas fáciles.

— Algondocito me parece que tú y yo tendremos que hablar también a solas. ~ — Nahoya dirigió su mirada al chico con trenzas cuando este había hablado, levantando su puño en plan de que de ahí no se quería mover. — Vete a la mierda tú también Ran. . .

Lo que no esperó es ser arrastrado por el nombrado antes de que empujara a Rindou a la casa de los gemelos y así cerrado la puerta para que Nahoya no les pudiera molestar.

Llegando a sentir un incómodo silencio de los dos hermanos menores, que se miraban apenados sin saber como debían comenzar una conversación. Por ello Rindou hizo lo que mejor se le daba para romper la tensión, tomó al de cabellos azules por la nuca para acercarle pudiendo ver sus ocelos rojizos de llorar así como hinchados, quizás ambos viendo que también se encontraba así el de cabellos rubios, antes de plasmar sus belfos en los foráneos.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Nov 10, 2021 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Nubes de algodón. RINGRYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora