3

2.3K 408 87
                                    

El menor de los Haitani estaba de lo más impaciente, de brazos cruzados mientras sus dedos usaba para dar pequeños golpes en sus antebrazos. El frío empezó a reinar en aquella pequeña instancia, no parecía que fueran a estar allí poco tiempo. Sus ocelos se fijaron en la persona que tenía delante, Angry. Bufando.

— 1, 2, 3, 4. . . 8, 9. . .

El peliazul se encontraba tontamente contando para detener el miedo que tenía, manos en su rostro tapando sus ojos o en el intento de ello, puesto que era irónico que lo estuviera haciendo con una abertura del mismo. Acabó por quitar sus manos de su rostro, colocando estas sobre la pared de la atracción. Molesto se podía notar.

— Ya para de contar, eso no hará que bajemos antes de aquí. Hey, hey. No llores.

Rindou notaba las lágrimas del menor caer por su rostro, chasqueando la lengua fue que se acercó. Le provocaba más enfado, queriendo romper cada dedo de las hábiles del chico. O en si, cualquier hueso que tuviera. Apretando a este fue que se acercó, lamiendo las gotas saladas y amargas de la testa, Souya confuso fue que le dio un escalofrío. Quería que se alejara de él. Todo eso había sin embargo logrado que dejara de llorar que era lo que quería el teñido.

— Así esta mejor.

Le soltó, ocelos bajando a sus manos empezó a sobarse estas le había hecho un poco de daño.

— No me caes bien.

Pronunció el de ocelos azules, mirada que ya era más de la que el rubio recordaba. Al menos ya no era un niño aburrido y llorón.

— Bueno, tú tampoco lo haces. Espero que pronto podamos salir de aquí.

— ¿¡Entonces para que me ayudas, idiota!?

— Me recordabas a alguien.

No mentía. Puede que solo se hubieran visto aquella vez pero nunca olvidaría como alguien le pegaba una paliza, después de todo no se consideraba alguien débil. Ahora quería devolversela todo lo que pudiera.

El silencio comenzó a habitar en la estancia, ninguno quería decir palabra alguna. Frotando sus brazos el de ojos claro miraba la ventana, en busca de un atismo de su hermano. Se sentía solo, a pesar de tener a alguien cerca.

Para suerte de la incomodidad de ambos chicos, la luz había vuelto después de quizás dos horas de tremendo sufrimiento. Empezando a ser bajados de la atracción. Cuando fue su turno el mayor colocó sus manos en hombros ajenos.

— Ahora sigamos buscando a tu hermano.

— Yo puedo so. . .

Quizo decir pero una vez fuera de allí su hermano tiró de él, dándole un fuerte abrazo.

— ¡Souya maldita sea me tenías asustado!

Su hermano Nahoya estuvo todo este tiempo buscándole, el único sitio donde no había mirado era la noria donde se encontraba atrapado hasta segundos atrás. El peliazul volviendo a llorar sin poder evitarlo mientras que Smiley se había fijado en el chico que tenía cerca antes, colocando detrás a su hermano menor.

— Tú. ¡Ni se te ocurra poner tus manos encima de mi hermano, Haitani!

Le señala bastante molesto, Souya confundido porque no sabía que se conocían y Rindou elevando las manos como si no hubiera hecho nada malo. Dejando que se alejaran de momento, pero pensaba encontrarle de nuevo. ¿Quien dijo que iba a parar su diversión?

Mientras observaba como se iban su hermano Ran apareció detrás suya, posando su brazo alrededor de su hermano menor.

— Rindou te estaba buscando. ¿Qué miras?

Pequeña pero reconocible sonrisa tenía en sus labios, tal curvatura acabando pronto por desaparecer del mismo encogiendose de hombros.

— Quizás a mi próxima víctima.

— ¿Uno de los gemelos demonio?

— Si, justamente de Kawata Souya.

Sentenció. Y cuando tenía una víctima no paraba hasta conseguir lo que él quisiera.

"La próxima vez te haré llorar yo mismo y no un tonto apagón, Angry. "

Nubes de algodón. RINGRYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora