6

1.9K 320 78
                                    

Sus piernas dejaron de funcionar en el momento en que hábil de su gemelo tocó su hombro, sonoro ruido de sus rodillas tocar el suelo cuando ya no pudo más. Intrépido sonido dañando con brevedad las susodichas provocando pequeño carmesí en el arañazo del roce al descenso. Su hermano había pasado de tener sentimientos de cólera a sentirlos de puro recelo. Agachandose para mirar si le había hecho algo a su otra mitad.

— Hey, HEY. ¿Souya sigues aquí? — El peliazul se encontraba perdido en inquietud ante no saber porque el latir de su órgano vital iba con tal rapidez que casi parecía salirse de su pecho. Definitivamente le había vuelto majara.— Estoy bien, vámonos a casa. . .— Murmura levantándose apoyado en hombros foráneos para así poder entrar a su hogar que tan solo se encontraba a unos minutos de donde se hallaban.

Nahoya al verlo tan desorientado no quiso hacer más preguntas pero juraba que el de cabellos teñidos iba a sufrir su molestia lo más pronto posible a cuanto lo encuentre. A saber que cosas le había podido meter en la cabeza a su hermano, este pensaba y quería saber.

En el momento en que le preguntó si quería comer, él negó con la cabeza y se encerró en su habitación. Pulcra y ansiada paz que era lo que necesitaba para calmar su débil corazón.

Tirándose a la mullida cama curvando sus labios en un pequeño mohín, palabras del mayor calando sus oídos tocando pequeña y casi invisible cicatriz que mantenía en su brazo del que no recordaba como ocurrió. ¿Había sido ese chico. . .? En todo caso la incertidumbre le dominaba, tomando su móvil y aquel pequeño papel, guardando el número en su aparato electrónico.

Dubitativo el nombre de Rindou había puesto, mirando el chat vacío sin saber si lo próximo que haría era una estupidez. Pero claro, lo era. Estaba claro que se hallaba metiendo a un pozo sin fondo.

Souya

Hey, pervertido.

¿A qué te refería cuando dijiste que me habías roto los huesos?

Si, eso era lo que más curiosidad le entraba. Más allá de su inejemplad comportamiento que dejaba de desear.

Rindou

Pequeño algodón a buenas horas me hablas, justo he salido de la ducha y solo tengo una toalla puesta.

No hace falta que busques excusas para verme, bonito.

Souya

Ugh, callate mamón.

Mejor explicate porque pareces que me conoces pero yo no tengo ni idea de quien eres.

Rindou

Que poco agradable, así no te quiero decir.

Puede que me lo piense con una condición.

Souya

Dime. . .

Rindou

Ten una cita conmigo, mañana.

¿Cita? La sangre se le había subido a la cabeza sonrojandose ante aquella peculiar propuesta, no sabiendo si debería porque ya había visto que era lo que podía pasarle si pasaba mucho tiempo con esa persona. Pero acabando por pensarlo, nadie más le diría algo sobre sus recuerdos perdidos. A veces sentía que se encontraba en un desierto sin agua después de caminar sin parar y sin encontrar salida hacía su hogar.

Souya

Esta bien. Aceptó el trato, espero que realmente me digas la verdad.

Rindou

No te mentiría, dulces sueños pequeño algodón.

Dejándole en visto el móvil había dejado caer en la cama, acurrucandose sin saber que le podía esperar el día de mañana.

Seguramente nada bueno saldría de un HAITANI pero este aún no lo sabía. Se estaba metiendo en un callejón sin salida.

Nubes de algodón. RINGRYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora