2. Kirishima Eijiro

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Estaba de camino al trabajo de mi prometido para llevarle su comida. Iba corriendo, para ser más específica, ya era tarde y sabía que tiempo no era algo que tenía Ejiro. Al llegar al edificio me encontré con su mejor amigo.

Bakugo estaba gritando, como de costumbre, no obstante esta vez era con la secretaria de Eijiro, mientras más me acercaba escuchaba mejor las palabras.

— ¡Solo déjame entrar! — gritabaa la secretaria.

— Ya le dije que el joven Eijiro está ocupado. En un momento lo atiende — decía la pobre mujer.

Mientras ellos seguían con su pequeña discusión, yo en cambio me adentraba lentamente en la oficina de Eijiro. Cosa que no funciono, pues Bakugo me atrapó en la movida.

— ¡Extra, ve y dile que estoy aquí!— me señalaba con su dedo— ¡Y dile que es urgente! — lo dijo estando centímetros de mi rostro.

— ¿Por qué debería de hacer eso? ¿Qué ganó? — lo mire con superioridad, me gusta jugar con su temperamento.

— ¡¿Cómo que porqué?! Por que lo digo yo, es suficiente — decía mientras tomaba el cuello de mi playera acercandome a él.

— Ya, ya, deja de hacer tanto escándalo, la gente te ve raro — ambos volteamos, vimos como la gente murmuraba sobre nosotros. 

Rápidamente nos separamos, estábamos demasiado cerca. El estruendo de la puerta abriéndose llamo nuestra atención.

— ¿Qué hacen los dos aquí? — era él, Kirishima. Sin pensarlo me lancé a sus brazos él me correspondió de inmediato. Solo que está vez no me dio ni un beso o esa maravillosa sonrisa.

Algo anda mal.

— Maldito pelos de mierda, tu maldita asistente no me dejaba entrar hablar contigo ¿Qué es más importante que yo? — Bakugo estaba que sacaba chispas, mi prometido me soltó y se acercó a él.

— Perdón amigo. Tengo unos problemas que atender — colocó su mano en su nuca apenado por hacerle perder tiempo a su amigo.

— Linda, ¿puedes esperar en mi oficina? — se dirigió a mi, entendí la situación y solo asentí.
—Gracias, regreso en seguida.

Se alejó con su amigo, me adentre a su oficina y antes de cerrar me lanzó una mirada. Una mirada que conocía muy bien.

Había pasado un buen rato, recorrí su oficina, me senté, me paré y jugué al punto de estar aburrida.
Tire las cosas que estaban encima del escritorio y me acosté en el. A los pocos minutos quedé dormida.

— Tan linda como siempre — una voz me despertó, unas manos acariciaban suavemente mi cabello.

— Ya es hora de levantarse, no puedes quedarte para siempre arriba de mi escritorio — su voz me hizo abrir los ojos. Tenía esa sonrisa adorable en su rostro.

— ¿Ya es de día? — tapaba mis ojos con la palma de mi mano mientras me sentaba en el escritorio de mi prometido.

— Te aburres con facilidad — estaba sentado en la silla giratoria enfrente de mí. Tomó impulso para acercarse a mí quedando entre mis piernas, rodeó sus brazos en mi cintura, su cara quedó en mis pechos.

— ¿Podemos estar así toda la vida? — preguntó.

— Por supuesto que sí —pasé mis dedos entre su cabellera roja.

— Sabes... Bakugo antes quería contigo — dudó antes de hablar. — Se que es tu amigo, pero no quiero que me dejes por ese idiota — confesó.

No dije nada por unos segundos, sabía lo de Bakugo, pero confiaba en él. Al enterarse que su amigo quería con la misma chica se apartó del camino.

Boku No Lujuria Academia (+18) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora