Capítulo 1

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–Ahora, ¿por dónde comenzaré? – se preguntó el capitán de caballería en la mañana siguiente a su "descubrimiento". La verdad es que no lo había meditado mucho durante esa noche, muy ocupado consigo mismo para decidir si entrometerse de nuevo en la vida de Diluc sería bueno o no.

Porque sin duda el seguir adelante con su investigación le involucraría con su ex hermano jurado.

No es que no quisiera nada con él, por cosas del destino (y de un viajero de otro mundo junto a su hada parlanchina) su relación con Diluc había mejorado bastante.

Bueno, no diría que bastante, sino más bien que ahora estaba a un nivel aceptable de "cordialidad". Lo importante es que ahora él podía estar en el mismo espacio con el pelirrojo sin que su pecho doliera por las viejas heridas...

Sin duda su relación podría considerarse en camino a la reconciliación; una muy frágil y lenta reconciliación. No le satisfacía, pero no podía esperar más luego de años de que ambos sufrieran aquellas heridas que ninguno quiso cerrar.

Es por ello que dudó si seguir adelante en su investigación o no, mientras intentaba que el sueño se apiada de él y lo tomara. Un club de fans no era algo relevante, fácilmente podía ser una humorada, algo que Kaeya podía usar para molestar al otro y reírse a costillas de este, pero su instinto le decía que no lo hiciera.

O bien su anhelo de acercarse un poco más a su ex hermano jurado, quien sabe.

Sea como sea, y luego de una acalorada discusión con su almohada, decidió que no le importaría si las consecuencias eran perjudiciales para su reconciliación con Diluc y que este se enojara nuevamente con él. No le importaba. Porque lo más importante para él era seguir su instinto que le decía que había algo malo ahí, y que debía proteger al pelirrojo, aun si este no lo quisiera.

Finalmente, ya con la decisión tomada, se durmió casi al filo de la noche en un sueño lleno de pesadillas que no recordó a la mañana siguiente.

Mismas que le causaron que su ojo visible mostrará unas ojeras dignas de una noche de bebida, insomnio y sobre análisis. Así que, con un café cargado sin azúcar en su escritorio junto a una pila de documentos que no se molestaría en revisar aun, ocupó su mañana de trabajo de oficina en solo planear sus pasos y descubrir por qué le picaba demasiado sus instintos el secreto club de fans de Diluc.

Y esa fue su primera pista de que algo había de mal en este club; era secreto.

¿Por qué un club de fans tendría que ser algo privado y secreto? Cualquiera pensaría que sería por miedo a su ídolo mismo, estaba seguro que Diluc estallaría al enterarse de la existencia de su club. Pero el dueño de la taberna tenía una reputación que mantener, y no haría nada que dañara a los miembros del club. Solo ardería en llamas.

Kaeya rió al imaginarse eso, a un Diluc tan rojo por el disgusto que parecería una llama misma, ocultando detrás de la ira, sus reales emociones; vergüenza y timidez.

En otro punto estaban quienes lo componían. Según logró sacar de su fuente de información anoche, no eran más que algunos habitantes comunes y corrientes de Mondstadt. O sea, nada que fuera peligroso... y por lo tanto nadie debía mantenerlo en secreto. Esto lo hacía más sospechoso aún.

Y, por último, ¿Diluc ya sabía de la existencia de su club?

–No – murmuró en su oficina, solo para sí –, no lo sabría...

¿Y cómo estaba tan seguro de eso? Porque aun conoce demasiado a Diluc, y este, a parte de su actitud, seguía siendo el mismo; un hombre preocupado por el bien de todos menos por el de él mismo.

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