Capítulo 8

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NOTAS PREVIAS: Perdoooooon x100000 por la demora. Todas las excusas, al final del capitulo ;;

Advertencia: Relleno, fluff, cliché, capítulo cortito (originalmente sería el doble y traería parte de la trama, pero bue... entre publicar ahorita o esperar otro fin de semana largo, preferí publicar... al menos la otra parte ya esta a medio camino).

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Una vez más, Kaeya partió el día haciendo lo que menos le gustaba; trabajar en informes de los Caballeros.

No odiaba su trabajo, pero tanto papeleo le mareaba luego de un tiempo. Sinceramente no sabía cómo Jean podía estar días completos entre aburridos informes.

Bueno, por algo era ella la Gran Maestra Intendente.

Sea como fuera, y con sus informes listos en su mano, se dirigió a la oficina de dicha superiora.

Jean ni siquiera levantó la cabeza de su informe cuando Kaeya se dejó entrar en su oficina, sin embargo, le saludó como siempre.

–Vaya, tantos informes y tan temprano en la mañana – le habló luego de responder el cordial saludo, la mujer siguió sin levantar cabeza –. Cualquiera creería que no dormiste nada anoche.

Jean bufó cansada, levantando la cabeza dejando ver su rostro ojeroso a Kaeya. Y pues sí, no había dormido nada.

–Últimamente hay muchos informes que necesitan de atención, no podía irme de aquí sin revisarlos antes.

–Y es de esa forma como se hizo otro día – se burló Kaeya –. Si Lisa descubre que nuevamente no has descansado nada, no seré yo quien la detenga en dormirte a la fuerza con uno de sus tés.

Jean carraspeó un poco; – Estoy bien, no es necesario que le digas nada.

Kaeya suspiró; otra más que era amante del trabajo y hacer todas las cosas por su cuenta. En serio que ella y Diluc se parecían demasiado.

–Te creeré esta vez – dijo, Jean le agradeció volviendo a su trabajo, sin embargo, Kaeya le detuvo con sus siguientes palabras –; quiero pedir permiso de ausencia por unos días.

–¿Disculpa?

–¿El sueño te está dejando sorda? – se burló, pero sin malicia en su voz, solo esto lo podía hacer cuando ambos estaban solos o en compañía de Lisa.

–¡Por supuesto que no! Solo es raro que pidas permiso para desaparecer. Generalmente llegas y lo haces, y luego tengo que lidiar con las consecuencias.

Auch, pensó Kaeya, pero se rió. Después de todo era cierto. Cuando necesitaba hacer algo que requería días afuera, no solía pedir permiso, solo lo hacía. Y Jean se había acostumbrado a ello.

–Bueno, bueno, siempre hay una primera vez, ¿cierto? – diciendo esto se acercó al escritorio de Jean, dejando sobre la pila de informes, los mismos que él había estado haciendo esa noche –. Además, es para ayudar a nuestro querido Caballero Honorario en su búsqueda. Él me lo pidió.

Estaba mintiendo, claramente. Sin embargo, no tenía otra razón para que Jean lo deje ir sin preguntas extras.

–¿Aether está en Mondstadt? – Jean pestañeó sorprendida –¡Claro que puedes ayudarle! Nuestro Caballero Honorario ha hecho mucho por nosotros, y si él te pide que le ayudes, es que debe ser importante.

Ah, qué fácil era engañarla algunas veces, más cuando se trataba de razones tan altruistas como esas. Luego tendría que explicarle la situación a Aether, no fuera que este se encontrara con Jean antes de partir a su aventura.

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