Capítulo 26 - Inestable y comprensible sensación

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 —He contratado a alguien para que dirija el restaurante en mi lugar. Pienso quedarme en casa todo el día para cuidarte. Así que no te preo-...

—¿P-Por qué? ¿P-Por qué e-es tan am-mable conmigo? ¿Por q-qué de pron-nto... me trata tan dif-ferente?

Observandolo con un atisbo de dolor, Seonghwa sintió un nudo formarse en su garganta; un estrujamiento crecer en la boca de su estómago. Y una vez más pensó en todo lo que el doctor le dijo los días pasados. En la gran cantidad de interrogantes que tendría Yeosang en la mente. La confusión y el desconcierto. Le dolía en lo más hondo de su corazón que su esposo no pudiera recordar. Le lastimaba ver la frustración impregnada en sus pequeños ojos.

Pero no podía decirle la verdad.

No podía cometer más errores. Ya le había hecho el suficiente daño en el pasado y, para su desgracia, Yeosang se había quedado estancado, justamente, en la peor etapa de su vida juntos. Y aunque tenía la respuesta exacta para todas las preguntas del más joven, no podía decir: "lo hago porque eres mi esposo y te amo".

No podía echar a perder la poca confianza que le tenía en ese momento. Porque estaba seguro de que su esposo dudaba demasiado de sus acciones. Seguía pensando que era su jefe, y Seonghwa no podía desmentir, así como así, esa creencia.

—¿Te es muy difícil creer que me importas y que estoy preocupado por ti? —cuestionó de regreso, con un sutil tono de voz. Yeosang entreabrió los labios y de pronto se incorporó sobre el colchón—. Sé que piensas que soy una persona insensible, egocéntrica, y que sólo me preocupo por mí mismo. Y te entiendo. Porque todo este tiempo así me he portado contigo. Todos estos... meses, has visto sólo un lado de mí: el lado malo. El lado egoísta. Pero yo no soy sólo eso. Quiero que descubras al verdadero Park Seonghwa. Quiero que veas a la persona que está detrás de esa máscara de indiferencia que viste al principio. Quiero que descubras que también soy un ser humano, y que mi corazón no es tan frío como parece.

Yeosang lo escuchó con atención y, de un momento a otro, observó como las lágrimas de Seonghwa surcaron sus mejillas; sus ojos se irritaron y su nariz se puso roja.

Agachando la mirada, Kang mordió su labio inferior, arrugando la ligera sábana que permanecía sobre sus piernas, y Seonghwa sintió que su corazón se comprimía. Park se sentía tan impotente ante el dolor de su esposo, y tan culpable por el accidente. Deseaba tanto regresar el tiempo y evitar que Yeosang aceptara aquella beca para estudiar en el extranjero.

El mayor suspiró profundo y se acercó más a la cama, sentándose frente a Yeosang segundos después. Lo tomó de la barbilla con un par de sus dedos y sus ojos se encontraron con los suyos. El menor tragó saliva con ligereza y su marido le secó la humedad en su mejilla.

—Ten-ngo miedo... —susurró Yeosang—. ¿Y si ya n-no recup-pero la mem-moria? Por más q-que lo inten-nto... no puedo... record-dar... Yo...

Y las lágrimas de Kang volvieron a mojar su rostro. Cerró los ojos y Seonghwa sintió una opresión en el pecho.

Park quería abrazarlo. Hacerle saber que todo estaría bien, aunque no estuviera seguro de ello. Pero las palabras del médico daban vueltas en su cabeza y no quería alterar más a su pareja. No quería que entrara en crisis. Ya era suficiente con las molestias que sentía; con los desagradables síntomas y los dolores de cabeza que padecía cuando intentaba forzarse a recordar.

Pero Seonghwa no soportaba verlo de esa manera.

Así que con su mano libre le acarició el cabello mientras el agua salada mojaba gota a gota la sábana en las piernas de Yeosang. Y la mano que mantenía sobre la barbilla de su esposo, la llevó hacia atrás de su nuca.

𝑬𝒍 𝑪𝒐𝒏𝒕𝒓𝒂𝒕𝒐 (𝑺𝒆𝒐𝒏𝒈𝒔𝒂𝒏𝒈)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora