Capítulo 32 - Creciente y satisfactoria fraternidad

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 —Ha recuperado la visibilidad por completo y su habla ha mejorado mucho, joven Yeosang. Justo como se los había dicho semanas atrás —dijo el doctor con una amplia sonrisa en el rostro. Seonghwa abrió más los ojos y su marido lo tomó de la mano con suavidad.

—Es una gran noticia doctor. Muchas gracias —declaró el dueño del restaurante mientras apretaba más el agarre que tenía sobre la mano del más joven.

—No me lo agradezca, señor Park. Todo fue debido a su compromiso y al gran amor que le tiene a su pareja. Esto es el resultado de sus cuidados y del esfuerzo que el joven Kang le ha dedicado a su recuperación.

Y Yeosang sonrió con alegría, recargando la cabeza en el hombro de Seonghwa al mismo tiempo que un largo suspiro escapaba de sus labios.

Ambos salieron del hospital tiempo después, con un gesto de alegría iluminando sus rostros y subieron al auto de Park, quien se dirigió a su restaurante con la intensión de que tomaran el almuerzo en ese lugar.

Y entonces Seonghwa sintió un enorme alivio clavársele en el pecho. Porque había deseado tanto que su joven consorte recobrara la vista de su ojo y que su recuperación fuera exitosa. Nada podía hacerlo más feliz en ese preciso momento que ver el hermoso brillo en los ojos de Yeosang y una bonita y sincera sonrisa dibujarse en sus rosados labios.

Park suspiró en silencio y, cuando se detuvo en un semáforo, sitió el delicado roce de la mano de su marido sobre una de las suyas y lo miró de reojo, correspondiendo el alegre gesto que el menor tenía impreso en el rostro.

—¿Cómo te sientes? —preguntó antes de poner otra vez en marcha el vehículo.

Yeosang asintió con ligereza y de nuevo sonrió, regresando la vista al frente.

—N-Nunca me hab-bía sentido mejor en mi v-vida —respondió con mucha seguridad, y Seonghwa se sintió aún más aliviado debido a su respuesta. De una u otra forma sabía que las cosas serían cada vez mejores. Sabía que la vida los recompensaría si continuaban juntos y amándose con verdadera sinceridad.

Una vez que llegaron al local, se dirigieron a una de las mesas del fondo, donde el gerente ya los esperaba. Park se había encargado de avisarle que irían a comer, así que Seonghwa ya les tenía preparados los platillos estrella del restaurante y una botella de champaña. Para Seonghwa, era imprescindible celebrar la mejoría que había tenido su esposo.

El gerente les ofreció una reverencia cuando los tuvo enfrente y extendió la mano para saludar a Yeosang, quien le regaló una de sus simpáticas sonrisas al tiempo que sus ojos se desviaban a la mesa. El menor de los Kang parpadeó ante el arreglo sobre el pulcro mantel y su sonrisa se hizo aún más grande, aunque el dueño del local no pudo evitar fruncir el ceño cuando notó a Seonghwa clavar la vista con demasiada curiosidad en el rostro de su joven marido, así como tampoco le fue indiferente el fuerte y prolongado agarre con el que había sostenido su mano.

—Siéntate, amor —le pidió Seonghwa después de darle un pequeño beso en la mejilla.

Yeosang asintió y su esposo le ayudó a acomodarse en la silla, tomando asiento a su lado un momento después. Seonghwa carraspeó levemente y Seonghwa notó que la "extraña" y enorme sonrisa en sus labios no dejaba de adornarle el rosto. Pero lo quiso atribuir a la noticia de la mejoría de su joven pareja, sin embargo, una minúscula (y moleta) espinita se estaba clavando en su pecho sin razón alguna.

—Esta mañana me ha llamado una de las personas interesadas en comprar su casa, joven Yeosang —mencionó Seonghwa al tiempo que se acercaba un poco más a su hermano, ignorando por un leve instante que estaban acompañados—. Me ha dicho que quiere hablar con usted.

𝑬𝒍 𝑪𝒐𝒏𝒕𝒓𝒂𝒕𝒐 (𝑺𝒆𝒐𝒏𝒈𝒔𝒂𝒏𝒈)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora