Capítulo 1

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La chica se despidió con la mano del grupo de adolescentes del cual formaba parte unos minutos antes. Caminó dándoles la espalda, y con una sonrisa discreta dibujada en su rostro.

Avanzó unos cuantos metros, y bajó las escaleras subterráneas, con rumbo al metro. Sintió su rostro fresco repentinamente debido al frío que había en la estación. Esperó junto a un hombre mayor, y otra joven, que aparentaba ser apenas unos años mayor que ella, quien no despegó la mirada de su celular.

El metro pasó y se detuvo. Estos tres que esperaban en la estación se mezclaron con la multitud que luchaba por salir antes de que las puertas se cerraran. Ella logró entrar y conseguir asiento, colocó la mochila en sus piernas, y sacó su celular y unos audífonos. Se los colocó con música pop y k-pop a casi todo el volumen, y cerró los ojos unos minutos apenas para disfrutar la música. Sintió la vibración de su celular en la mano, y abrió los ojos para mirar la notificación de un mensaje que recién llegaba.

"¿Vieron al chico que dió la conferencia de álgebra avanzado? Era tan serio, aunque atractivo."

El mensaje había sido enviado a un grupo de amigos, y en cuanto la joven lo vió, no pudo evitar sonreír.

" ¡Shade! ¿Estás tan desesperado?" Tecleó ella con una sonrisa traviesa.

Otros mensajes similares reprendiendo al muchacho que había enviado el mensaje inicial le siguieron a ese.

Volvió a sonreír, y salió de la interfaz del grupo para dirigirse a sus demás chats. Abrió el de un muchacho agendado como "Félix" y releyó rápidamente su anterior conversación. Envió una captura de pantalla del mensaje enviado por Shade al grupo, y escribió: " Mira, ¡te consideran atractivo! Que bien que no conocen tu personalidad." Le dió a la tecla "enviar", y volvió a apagar su celular. Cerró los ojos, y durmió el resto del viaje.

                                                                 .                           .                          .


Sacó las llaves del apartamento de la mochila que cargaba al hombro, y abrió la puerta con facilidad y familiaridad.

- ¡Estoy en casa! ¿Hay alguien?- exclamó con fuerza.

Escuchó una respuesta afirmativa desde el cuarto principal, y caminó tan sólo unos pasos para dirigirse ahí.

- Hola, mamá. ¿Qué haces?

Una mujer tecleaba en una laptop, con cara de estrés que se iluminó al ver a su hija.

- Cariño, que bien que llegaste. Estoy organizando mi agenda, tengo que dar conferencias, clases a universitarios, y estimaciones económicas de la empresa.

La joven asintió, y besó a su madre en la mejilla, antes de salir de la habitación. Entró a la suya, aventando con fuerza la mochila al suelo y se quitó los zapatos. Abrió las cortinas, acomodó un poco el desorden, y el asunto volvió a su mente.

Le habían dado su boleta de calificaciones esa tarde, y sintió la punzada ya conocida de decepción y ansiedad. Había reprobado sólo una materia, pero lo había hecho pésimamente, un dos en Lectura y comprensión escrita.

No le iba a decir a su madre, pero no podía evitar la sensación de temblores de ansiedad y miedo de cuando ella se enterara. Solía ser muy hiriente, recalcando lo irresponsable y mala hija que era. No quería volver a escucharlo, había tenido suficiente.

"Déficit de atención y ansiedad", había diagnosticado el psicólogo de la escuela.

Soltó un suspiro que había contenido. Se sentía cansada, de fingir que estaba bien con sus amigos, con su madre, con el mundo. Necesitaba desesperadamente sentir despreocupación.

"La muerte te podría dar eso." Pensó ella.

Llevaba meses intentando no pensar en el suicidio, pero ¿y si era la solución? Kyle había pensado que lo era, y lo había hecho. ¿Qué sentiría él ahora?

No pienses en eso.

Nadie notó su sufrimiento, la muerte de su padre y la de su mejor amigo habían sido difíciles, le consolaban y le decían que todo iría mejor. Eso era falso, las cicatrices en sus brazos podrían demostrarlo. Pero ¿quién iba a sospechar de autolesiones de la chica feliz y comprensiva de la escuela, de la familia, del edificio? Absolutamente nadie.

Escuchó a su madre salir repentinamente de su habitación, y usar el teléfono fijo del apartamento. Limpió con un gesto rápido sus lágrimas. Eso era extraño, nunca llamaba a nadie a menos que fuera importante.

Abrió la puerta, y miró a su madre sentada en el sillón mientras esperaba a que contestaran. Finalmente contestaron, y su madre suspiró.

- Andrew, no puedes decir eso. No puedo dejar Londres tan rápido. Tú sabes que yo...

- Sé lo que piensas. Pero esto es necesario, sabes cuantas personas en Francia renunciaron. Si no tenemos un economista allá en menos de 48 horas, todo se irá al traste.- la persona detrás del celular suspiró, y dejó el tono comprensivo y apaciguador. - Leia, esto es una orden directa. Si desobedeces y no estás en Francia en 1 día, considérate fuera.

Colgó. Miró a su madre, pero ella no la vió. Empezó a hacer llamadas telefónicas frenéticamente, incluyendo a el dueño del edificio, sus padres, y la escuela de su hija.

La chica la miraba con sorpresa y shock. Le tomó el hombro suavemente, y su madre volteó, alarmada.

- Mamá, ¿qué-?

- Pon ropa mía y tuya en la maleta grande. Vamos a tomar el tren a París de las 4:30 p.m., en cuarenta minutos. ¡Rápido!

Ella obedeció. 


                                                            .                                  .                                   .



Su madre miró a su alrededor, con más calma. Las primeras dos horas, estaba estresada y frenética. La chica dormía, con su celular en el regazo. Los altavoces anunciaron la llegada, y turistas y trabajadores empezaron a alistarse para bajar, tomando portafolios, maletas y pertenencias, con un sentimiento evidente de pesadez.

La mayor sacudió levemente el hombro de su hija, pero no despertó.

- ________, despierta. Vamos a bajar.

Por fin abrió los ojos, adormilada.

- Claro, claro.

Se puso en pie con torpeza, y bajaron del tren. Caminaron hacia la calle, y miraron a su alrededor. Casitas al estilo antiguo de extendían por todos lados. Lia extendió un mapa de turismo, y sonrió por primera vez en el día.

- Vamos, tomemos un taxi.

Uno les atendió la parada, y les llevó a la casa-apartamento que su madre había rentado en línea por 17 meses. Era pequeña, con sólo dos cuartos, y dos baños completos.

Leia se tiró en el sillón, exhausta, mientras ________ miraba hacia afuera desde la ventana de su habitación. En su mismo lado de la calle, había casas así, de tres pisos y cada piso un apartamento, un parque y una casa justo enfrente del parque, tan grande como un castillo, como los de la familia real, pensó ella.

Salió un coche lujoso de la mansión, y ella lo miró con admiración, antes de cerrar las cortinas y acostarse. Cerró los ojos, y quedó completamente dormida.


ɢɪᴠᴇ ᴜ ᴇᴠᴇʀʏᴛʜɪɴɢ ᴀɴᴅ ᴍᴏʀᴇ -      Adrien Agreste y LectoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora