Capítulo 20

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La chica no agachó la mirada en ningún momento, a pesar de las fulminantes miradas que la seguían por todo el patio. Félix a su lado miraba con un enojo glacial a cualquiera que se atreviera a siquiera mirarlos. Algo que ella agradecía profundamente.

Una mano se posó en su hombro con suavidad, algo que la hizo girar la cabeza para observar de quien se trataba. Los ojos esmeralda de Adrien Agreste se abrían con inocencia y culpabilidad, mirándola.

  - ¡Lo lamento, _______! Fue mi culpa, yo....

  - No fue nada tu culpa, ¿bien? Ambos acordamos modelar, eso hicimos y seguimos las indicaciones del staff. Algo que este colegio de idiotas no comprende.

Félix los observaba en silencio, midiendo cada expresión o gesto de los dos chicos con cuidado. Sabía identificar perfectamente los gestos de alguien nervioso por hablarle a quien le gustaba. Ninguno de los dos adolescentes mostraba nada parecido... aún.

Con un suspiro, la chica miró de reojo a quienes los miraban atentamente, maldiciendo internamente. Si pudiera desaparecer en ese momento, lo haría.

Regresando la mirada al modelo, sonrió discretamente, antes de volverse a girar.

  - No es que no quiera hablar contigo, pero creo que en estos momentos a ninguno de los dos nos conviene hablar entre nosotros.- murmuró, en tono de disculpa.- Hablemos luego, ¿bien?

Caminó hasta las escaleras, seguida silenciosamente por Félix, que sonreía levemente. Se alejaron del lugar tanto como pudieron, hasta llegar a las escaleras de la estación de metro. Mirando su rostro impreso en una gran lona, besando a Adrien, en las paredes de la estación. Algunas personas le dirigían una mirada, reconociéndola, otras la ignoraban. 

Y ella no se sentía con la valentía suficiente como para entrar ahí.

Su amigo lo notó, y haciendo un gesto a un taxi que venía en su dirección, la abrazó por los hombros.

  - No tienes que hacer eso hoy. Ignorémoslo sólo un día.- dijo, mientras le abría la puerta al automóvil a la chica, que le dirigió una sonrisa.

  - Gracias, Félix.

  - Lo que sea por ti.- murmuró el chico, en una voz tan baja, que ella no le escuchó. Pero le sentaba bien decirlo.


.     .     .


Al momento de abrir la puerta de el apartamento, una mujer se abalanzó sobre la perpleja chica con las llaves en la mano. Leia abrazaba fuertemente a su hija, bajo la sorprendida mirada del el chico que la acompañaba.

  - Te dejo sola un par de semanas, ¿y te besas en una sesión fotográfica al hijo de mi jefe? ¡Y modelas para Louis Vuitton!

  - Yo... ¿cómo sabes lo de Louis Vuitton?

  - Me llegó un correo pidiendo la confirmación del tutor, eres menor de edad, ¿recuerdas?

  - Lo lamento.

  - No te preocupes, ah. Félix, ¿siempre has estado ahí?

El rubio asintió, un tanto desconcertado.

  - Me tengo que ir, pero quería preguntarte algo, hija. Ese beso, ¿fue real? ¿tú querías que sucediera?

Ella negó rápidamente con la cabeza.

  - Es una lástima. En la imagen te veías como si lo hubieras deseado. Te veré quizá en un par de días, ¿bien? Ordena tu habitación, es un desastre, y no coman sólo fideos instantáneos.

Salió apresurada de el apartamento, no sin antes acomodar los cojines de la sala, desorganizados.

Parpadeando por la rapidez de la despedida de su madre, _______ se encogió de hombros como si hubiera sido un mal sueño.

Se acostó en su cama, relajándose. Su kwami la imitó, exhausto, en el cojín. Ella le sonrió, antes de separar los labios para exclamar.

  - Harás la comida hoy, Félix. Estoy demasiado cansada para calentar agua para el ramen.

  - Bien. Y comeremos algo de verdad, no sólo esa extraña pasta.

Con un gesto de desinterés, ella se acomodó boca abajo en los cojines, mientras su amigo encargaba comida a domicilio.

Todo parecía tranquilo, hasta que el techo de su edificio se empezó a romper. Literalmente.

Una mancha negra se esparcía por los muros, lo cual hizo reaccionar a la chica.

Un cataclismo.

  - ¡Félix, vámo....!- no terminó de gritar su advertencia, antes de que el techo les cayera encima.

Abrió los ojos, después de unos minutos sumida en la inconsciencia. Enfocó con dificultad, por mera suerte, no había quedado enterrada, y esperaba que Félix tampoco.  

  - Voy a asesinar a Chat Noir.- murmuró, antes de ponerse de pie con dificultad.- ¿Longg?

  - Estás viva, gracias a los Dioses.- agradeció el pequeño dragón, levantando sus pequeños brazos al cielo.

  - Mejor transfórmame, y rescatemos a Félix.

El kwami asintió, y su traje se materializó, envolviendo su cuerpo. Una vez transformada, sus dolores disminuyeron, y pudo pensar con mayor claridad. Caminó apenas un par de pasos, antes de ver una rubia cabellera entre los negros escombros.

  - Mierda, mierda.- susurró rápidamente, mientras levantaba su cuerpo inerte.

Cargándolo, y de un salto, lo llevó a otra azotea. Los dos superhéroes se aproximaron a ella, Ladybug mirándola con reproche.

  - ¿Dónde estabas? Te llamé por...

La chica se acercó a Chat Noir, antes de darle una sonora bofetada. Los ojos del felino se abrieron de par en par, sorprendido.

  - ¿Qué te sucede?- preguntó, indignado.

  - ¡Pudiste avisar antes de destrozar ese edificio! ¿Saben donde estaba? Rescatando a este chico de los escombros de tu cataclismo.

Lo dejó en el pavimento, y se inclinó a revisar si aún tenía respiración. Era constante, pero lenta. El superhéroe también se acercó, y analizó su rostro, antes de que se torciera en una mueca.

  - ¿Estaba debajo de los escombros?- inquirió, con la voz entrecortada-

  - Sí, recién te lo dije.

  - ¿No viste a una chica? 

  - No, creo que este chico es el único que estaba ahí, o que sobrevivió.

Chat Noir jaló su pelo, exasperado.

  - No, no es posible. Tu Lucky Charm lo arreglará, ¿no? ¿las muertes?- inquirió, dirigiéndose a Laybug, esperanzado.

Yukio entendió a quien buscaba, y frunció los labios. No había manera de retractarse sin sonar sospechosa, o como una mentirosa, así que decidió no decir nada.

  - No lo sé, Chat. Nunca hubo.. muertes. Mejor acabemos con este villano para averiguarlo. ¿Nos ayudas, Yukio?

Ella asintió secamente, antes de lanzarle una última mirada de preocupación a Félix. Entre su apuración por derrotar al villano, nadie notó la expresión de Chat Noir.

Una de dolor, y culpabilidad.

ɢɪᴠᴇ ᴜ ᴇᴠᴇʀʏᴛʜɪɴɢ ᴀɴᴅ ᴍᴏʀᴇ -      Adrien Agreste y LectoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora