Capítulo 33

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La chica esperaba sentada, aparentemente tranquila, a pesar de que en su mente pasaban tantas cosas que resultaba imposible tratar de ordenarlas todas.

Un sentimonstruo. Simplemente creado mediante la magia de un miraculous.

No sabía como sentirse al respecto. ¿Mal?

Lo único que quería en ese momento era protegerlo, buscar lo que lo mantenía con vida y cuidarlo, o esconderlo. No quería que le pasara nada malo.

No quería pensar en lo que podía pasar si ese objeto se rompía, porque sabía perfectamente que su habilidad encontraría una línea temporal donde pasaría, y la obligaría a verlo.

No sabía que debía hacer.

Escuchó la puerta abrirse de nuevo, y dió un respingo, antes de girar la cabeza.

El rubio la miró con confusión durante unos segundos, antes de que su rostro se iluminara en alegría.

- ¡_____! No te esperaba.- exclamó, antes de abrazarla por un largo rato. Ella palmeó su espalda con cariño, intemtando ocultar las lágrimas que habían brotado de sus ojos en cuanto lo miró.

- Me gusta dar sorpresas.- respondió, aún abrazándolo.

Cuando por fin se soltaron, Adrien notó las lágrimas de la chica, que corrían por sus mejillas. Pasó su mano suavemente por su cara para limpiar esa lágrima, y la miró con tristeza.

- ¿Pasa algo?- preguntó, sus ojos fruncidos en una mueca de preocupación.

La ojicastaña negó con la cabeza, y se forzó a dar una sonrisa. No estaba segura de muchas cosas, pero sí de que él no sabía nada.

- Sólo estoy muy feliz de verte. Muuy feliz.

Se sentaron ambos en el sillón, hombro a hombro, en un silencio cómodo.

_______ recargó su cabeza en el hombro del ojiverde, cerrando brevemente sus ojos, antes de tener la misma visión de Emily Agreste transformada, con dos bebés en brazos y una sonrisa de felicidad dibujada en su rostro.

Abrió los ojos repentinamente, decidida a no volverlos a cerrar.

Adrien, sin embargo, había recargado su cabeza en la de su pareja, y había cerrado los ojos cómodamente, por lo que ignoraba la expresión de terror de ella.

Ignoró en que momento se quedó dormido.

. . .

El chico abrió los ojos repentinamente, algo lo había asustado.

Miró a su alrededor, y tardó un par de segundos en identificar que se encontraba en su sillón.

Miró a la chica a su lado, ambos estaban completamente desparramados sobre el sofá, durmiendo sin reparo.

La oscuridad le hacía pensar que eran entre las 10 y 11 de la noche, y ella seguía aquí. La sensación de comodidad que le transmitía era única, adoraba tenerla a su lado.

Acarició su cabello, esponjado y con una forma extraña por estar poco más de 3 horas recargada en su hombro.

La cargó, con un poco de dificultad: la chica se movía demasiado, sin embargo, por fin pudo levantarla.

La llevó a su cama, y la colocó del lado derecho, y se acostó a su lado mientras miraba su rostro.

Acarició su mejilla con el pulgar, admirándola. Le gustaba y le atraía tanto de una manera física que resultaba inexplicable. Y adoraba mucho más como era como persona, su personalidad, su actitud segura.

Con ella se sentía a salvo.

No recordaba con exactitud en que momento comenzó a ser tan necesaria su presencia para que él se sintiera bien, en que momento cada segundo que pasaba con ella se volvía un momento que quería guardar, que no quería que terminara.

¿En qué momento le había empezado a molestar que ella lo tratara como amigo? Que le sonriera de la misma manera que le sonreía a Dai, o a Luka. Verla tomada de la mano con su amigo.

La miró de nuevo, su rostro libre de cualquier preocupación, su mente despejada como nunca lo estaba mientras estaba despierta.

Las ganas de abrazarla y no soltarla, de besar sus mejillas, su cabeza, sus labios.

La abrazó con suavidad, con cuidado de no despertarla.

La abrazó, y sintió el tiempo detenerse de una manera hermosa, la calidez de su cuerpo junto al suyo, la comodidad que sentía.

Cerró por un momento los ojos, antes de que una palabra que él nunca había usado comenzara a formarse en su mente.

Amor.

Antes creyó que estaba enamorado de Ladybug. Ahora sabía que no, de ninguna manera se había sentido igual la atracción no correspondida hacia la heroína que lo que sentía en ese momento al mirarla.

Amor.

Amor.

Amor.

Era un sentimiento extraño. Se sentía muy bien estar con ella. Y pensar en una posible separación dolía.

Se sentía como si hubieran puesto una cuerda a su corazón, y estuviera amarrado a ella.

Y si se alejaba demasiado, iba a terminar matándolo.

Jamás creyó que se sentiría de esa manera por alguien.

¿Entonces es amor?

Ese fue el último pensamiento que cruzó por su cabeza, antes de dormirse otra vez.

ɢɪᴠᴇ ᴜ ᴇᴠᴇʀʏᴛʜɪɴɢ ᴀɴᴅ ᴍᴏʀᴇ -      Adrien Agreste y LectoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora