01 | Tuve ese sueño otra vez

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Me encontraba en mi habitación, sentada en mi cama desperezandome, hoy me sentía más cansada que de costumbre a pesar de no haber hecho gran cosa ayer.

Me levanté para cambiarme y peinarme para salir a dar los buenos días y comer con mi familia.

—¡Buenos días, enana! —saludó mi hermano mayor, Akihiro —últimamente te has estado levantando más tarde que de costumbre, ¿te sientes bien? —cuestionó mientras tomaba un peine y se sentaba a mi lado para desenredar mi cabello.

—Me siento algo cansada... —dije aún con algo de sueño.

—No te has estado forzando a ver, ¿cierto? ¿Te has estado quitando la venda? —cuestionó con un tono algo alzado y dejó de peinarme —Sabes que entre más lo intentas, más se deteriora tu vista

—Solo a veces —afirmé agachando el rostro apenada.

Akihiro me hizo sentarme de frente a él para verme a la cara.

—Sabes que no debes hacerlo, Akiko... entiendo que no es fácil para ti pero aunque te esfuerces en lograrlo, no vas a poder revertirlo... ¿Entiendes? —dijo en un tono suave, diría que hasta de lástima.

—Lo siento, no volveré a hacerlo, lo prometo —llevé mis manos a su rostro —es solo que casi no puedo recordar como se ven...

No podía verlo, pero podía sentir la incomodidad y la tristeza de Akihiro en ese momento. Me abrazó y acarició mi cabello unos segundos... Se siente tan bien...

—Bueno... —se aclaró la garganta —vamos a comer, mamá y papá ya nos deben estar esperando.

—Sí, vamos —sonreí.

He tenido los ojos vendados desde los 4 años. No estoy ciega, almenos no en su totalidad, nací con una buena vista, a los 3 años mi vista comenzó a deteriorarse muy rápidamente. Me comenzaban a lagrimear los ojos, se volvían rojizos, ardía. Aún podía ver bien, pero la vista se me cansaba al instante, esa temporada pasé bastante tiempo en cama, hacer tanto esfuerzo por ver hacía que me doliera un montón la cabeza, más de una vez me desmallé a causa de eso. Un tiempo después de cumplir los 4 años y de que ningún médico pudiera darles a mis padres una solución a mi problema, uno de esos medicos aconsejó vendarme los ojos, no vería nada, pero no tendría más esas molestias. Actualmente, con 11 años, aún no estoy ciega, veo bastante borroso pero veo. Puedo quitarme las vendas y ver algo por un par de minutos antes de que comiencen las molestias.

Salimos de la habitación y nos dirigimos a la sala donde se encontraba papá, poniendo la mesa.

—¡Buenos días, papá! —corrí a abrazarlo y él me recibió gustoso, levantandome.

—Buenos días, mi estrellita —besó mi mejilla —¿Dormiste bien?

—¡Sí! —respondí alegre.

—¡Akihiro! —exclamó mamá desde la cocina.

—¡Ya voy! —replicó y fué a ayudar a mamá a traer la comida.

—Anoche soñé otra vez con esa mariposa, la que vi esa vez que acompañé a mamá a casa del tío Daiki —le conté a papá.

Ese era uno de los contados recuerdos nítidos que conservaba, de esas cosas sin importancia que por alguna razón recuerdas a la perfección.

—¡Vaya! —exlamó alegre —¿que tal si en la tarde vamos a casa de Daiki y le cuentas tu sueño?

—¡Sí! hace mucho no vamos a ver al tío Daiki.

Solíamos ir una o dos veces a la semana a pasar el día con el tío Daiki ya que vivía solo, no pudo casarse y no tiene hijos así que le hacemos compañía de vez en cuando.

Riptide | Kimetsu no YaibaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora